Edición Nº 1052 - Viernes 12 de setiembre de 2025

María Elena Moyano

Por Luis Hierro López

Un pequeño monumento recuerda a la luchadora social María Elena Moyano en Villa El Salvador, en Lima. Fue asesinada por Sendero Luminoso por oponerse a la violencia terrorista. Dinamitaron su cadáver, para mostrar su ferocidad. Los limeños la recuerdan con recatado orgullo.

Allí estuve para tomar una fotografía de su monumento, que no resultó buena, pero en todo caso quise hacerme presente. Tenía 33 años cuando en 1992 la asesinaron, tras haberse convertido en una dirigente barrial venida de abajo, izquierdista, dedicada a organizar las ollas populares y a sostener con amparo y solidaridad a las familias más castigadas. Villa El Salvador es hoy un barrio organizado, con buena vialidad y servicios, pero hace treinta años era un asentamiento enorme, desordenado y con muchas carencias.

En ese barrio sobresalió María Elena, negra, joven, vibrante, con una gran sonrisa, según recuerdan aún los informativos, que en estos días han divulgado varias de esas imágenes.

María Elena tenía sentimientos de izquierda. No quiso ser candidata política, aunque varias veces la tentaron desde esas tiendas, pero fue en cambio autoridad municipal de segundo o tercer grado, pero manteniendo su predisposición instintivamente socialista, según relatan sus biógrafos.

 

Cuando Sendero Luminoso, el grupo terrorista liderado por el recientemente fallecido Abimael Guzmán, empezó a cometer sus miles de asesinatos, María Elena empezó a enfrentarlos con valentía y una directa veracidad: son asesinos, dijo.

 

Vi estos días la repetición de sus videos, que registran a una mujer joven, sin tapujos, una apuesta a la libertad.

 

La mataron sin misericordia. Había sido amenazada varias veces y ella lo sabía. Cuando los sanguinarios asesinos llegaron por ella, un domingo de mañana, reclamó a sus vecinos que se salvaran. Le dispararon primero y luego dinamitaron su cuerpo, para registrar el terror.

 

Sendero Luminoso y el recién fallecido Abimael Guzmán provocaron una guerra que significó en Perú 70.000 asesinatos, según registros oficiales. Más de la mitad de esas muertes se deben a la acción directa de Sendero Luminoso y de Abimael Guzmán. Una masacre sin piedad ni posible explicación, ya no justificación.

 

Uno de esos miles de asesinatos fue el de María Elena Moyano, por quien levanto y llevo una flor.

 




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