Edición Nº 1052 - Viernes 12 de setiembre de 2025

Lo digo con firma: son un montón de indecentes

Por Luis Hierro López

Apenas asumió como Presidente en 2005, Tabaré Vázquez sustituyó del área oncológica de Salud Pública, en beneficio de su propia clínica, al respetable médico Leborgne. Mujica está acusado de hacer negocios turbios con Venezuela. Sendic es un amoral. El Frente Amplio nos ha traído, entre otros males, la blandura ética.

No es nueva la caída moral y la indecencia de la así llamada izquierda en el manejo de los gobiernos. Lo de Sendic no es casual, repite largos relatos. Para no irnos muy lejos con las historias de las dictaduras soviéticas ni con las más recientes corrupciones de los gobiernos dictatoriales y socialistas de América Latina –Fidel, Chavez, Maduro, Lula, cuyas fortunas con incalculables– veamos lo que pasa en el pequeño Uruguay.

Cuando asumió por primera vez el presidente Tabaré Vázquez, oncólogo y empresario médico, una de sus primeras medidas fue destituir como director del Instituto de Radioterapia del Hospital Pereira Rossell al doctor Leborgne. Su resolución fue inmoral y arbitraria, conducida solamente por el afán de hacer quedar a su clínica con el monopolio de los contratos públicos. Los lectores que deseen abundar sobre este tema tienen aún –dado que internet va borrando con el tiempo los archivos– abundante información. Sobre lo que digo, que el Presidente Vázquez usó el poder de su Presidencia para perseguir a un médico honorable y prestigioso como Leborgne, en su beneficio personal, no hay duda. Como a principios de 2005 estaba en la cúspide de su fama, su autoritaria resolución pasó casi desapercibida. Hoy sería seriamente enjuiciada.

Tampoco hay duda de que el posterior Presidente Mujica autorizó, en forma totalmente arbitraria, que una empresa integrada por sus amigos, “Aire Fresco”, administrara en su beneficio las enormes cuentas de Uruguay con Venezuela. No hubo licitación ni llamado a interesados. Mujica concedió a sus amigos el formidable negocio y luego intentó explicar el atropello diciendo que siempre tiene que haber intermediarios. El viejo y mentiroso revolucionario apareció así justificando una de las más criticadas tareas de los gestores del capitalismo, la intermediación. El día que podamos saber exactamente la verdad, veremos que las cifras son enormes, algunas de las cuales habrán ido a parar a los bolsillos de los protagonistas, es decir de los primeros a los últimos, del señor Mujica y de los operadores.

Ahora todos ellos, Vázquez, Mujica, el Plenario, no saben qué hacer con el inmoral Vicepresidente, lo que no es asombroso, sino la repetición de una historia.

Lo digo con firma: son un montón de indecentes.



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