Las huellas de Isabelino Gradín

Por Luis Hierro López

Hay viejos lazos entre el fútbol de Uruguay y Perú, desde que el poeta peruano Parra del Riego definiera al atleta y jugador uruguayo, Isabelino Gradín, como "billarista de esa brillante carambola".

Escribo estas líneas antes del partido entre Uruguay y Perú por las Eliminatorias. Fui a saludar a los directivos de la AUF y al cuerpo técnico al hotel donde se hospedan y, esperándolos, pensé en estos viejos pero vigentes lazos entre dos camisetas aguerridas.

El poeta peruano Juan Parra del Riego quizás inició esta zaga, en ese recordado "Polirritmo dinámico a Gradín jugador de football", recitado en el Teatro Solís en 1924, nada menos que por Berta Singerman.

Isabelino fue -recuerdo para los más jóvenes- un jugador negro, veloz, punzante, campeón de América dos veces. Parra del Riego -una hermosa calle de Montevideo le rinde homenaje- fue un poeta peruano que vivió en Montevideo varios años y se casó con Blanca Luz Brum.

Pero ahí no termina esta historia.

En tiempos más recientes, el gran Roque Gastón Máspoli fue acá, en Perú, un deportista querido y respetado, casi tanto como lo es en Uruguay. Hace pocos días me encontré en una tienda con un peruano que fue jugador bajo su dirección técnica y me habló maravillas sobre su condición humana, sobre lo que agrego una anécdota imperdible. Wilson Ferreira Aldunate me contó que, huyéndose de Buenos Aires donde podrían haberlo asesinado, recaló en Lima transitoriamente. Estaba en un hotel céntrico y le informaron que un uruguayo quería verlo. Wilson pensó que venía a buscarlo la policía, por lo que bajó a la planta baja con precauciones, por la escalera, viendo de reojo quién estaba abajo. Allí encontró a Máspoli, quien se dirigió a él directamente y en forma breve y franca le dijo: Wilson, usted puede necesitar esto más que yo, entregándole U$S 5000 en billetes.

Tras la memoria querida de Máspoli, Markarián marcó una etapa que los peruanos recuerdan con gratitud. Pablo Javier Bengoechea sigue siendo un ídolo y Gregorio Pérez es todavía una esperanza. Lo acaban de designar director técnico del Universitario, dónde ya estuvo, y es una apuesta fuerte. Le escribí un mensaje de bienvenida y quedamos en encontrarnos cuando venga a Lima. Los directores técnicos de Uruguay hay marcado aquí una etapa quizás más fuerte que los futbolistas.

No puedo olvidarme del Veco Lafferanderie, el notable periodista deportivo, de origen minuano, que brilló en Buenos Aires pero que terminó su carrera en Perú.

Y menos puedo olvidarme de Juan Joya, "negro el 11", aquél formidable puntero izquierdo que sufrí, como bolso que soy, pero que admiré como futbolista y como persona. Su hija, Sonia, es una querida funcionaria de la Embajada de Uruguay en Lima.




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