Edición Nº 1042 - Viernes 4 de julio de 2025

Las burbujas mediáticas

Quienes cultivamos el viejo —y querido— oficio del periodismo, sabemos que es difícil a veces trazar la frontera entre el deber de informar y el deber de no convertir en noticia aquello que carece de relevancia. Pero hay casos en que la duda no existe. Convertir en episodio casi de primera plana a los desvaríos de un orate, es cumplido ejemplo de ese irresponsable sensacionalismo.

Circunstancias parecidas se vivieron durante el último día y medio previo a la elección, cuando se combinaron en una sola noticia con su correspondiente único titular, dos hechos muy diferentes aunque cronológicamente simultáneos. Por un lado, un mensaje electoral del general Guido Manini dirigido a los integrantes de las FFAA, explicándoles por qué, a su juicio, éstos deberían votar por el Dr. Lacalle Pou y no por el Ing. Daniel Martínez. Por otro, la difusión que desde el correo electrónico institucional del Centro Militar se hiciera de un violento editorial de la publicación oficial de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de las Fuerzas armadas (CAOFA), titulado “El fin de una pesadilla”, y en el que se llama a “extirpar el marxismo”.

Ambos hechos no tiene vinculación alguna, salvo su destinatario: la llamada “familia militar”. Porque en tanto el mensaje del general Manini —aunque desafortunado por su naturaleza corporativa— era totalmente pacífico y legítimo en los conceptos generales manejados, la filosofía del editorial de marras era violenta y reflejaba una nostalgia por los años de plomo de la dictadura.

A esos hechos, diferentes pero metidos en la misma bolsa, se les sumó en buena parte del imaginario colectivo la aparición de una grabación de un anónimo “Comando Barneix”, amenazando a integrantes de la “familia militar” si no “obedecían” la inexistente orden del general Manini para votar a Lacalle Pou.

Semejante “combo”, artificialmente, multiplicó la magnitud de hechos que, aunque no está mal haber informado de ellos, por sí mismos carecían de envergadura objetiva.

Y en ese clima aparece dos hechos más, igualmente desconectados, pero que se los presenta casi como que hubiera hecho un hilo conductor entre ambos —y los anteriores— y atribuyéndoles una relevancia de la que objetivamente carecen.

Así, aparecen las declaraciones —que se le fueron a pedir— del presidente del Centro Militar, coronel Carlos Silva, referidas a eventuales situaciones de “combate” para mantener el orden público a las que eventualmente las FFAA podrían llegar a tener que enfrentar. El Centro Militar es un club de militares, en su mayoría retirados, pero no es un organismo oficial. El coronel Silva está retirado hace décadas y sus opiniones tienen la misma relevancia que las de cualquier otro ciudadano.

Y por último, el desahogo desaforado de un ex marino militar, Carlos Techera, que notoriamente no está en sus cabales y que profiriera amenazas contra el Presidente Vázquez, el Ing. Martínez y José Mujica, entre otros presuntos blancos de su ira.

Los hechos, sin duda, deber informarse. Atribuirle una importancia de primer orden a hechos que ostensiblemente no la tienen, es una expresión de amarillismo periodístico.



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