Las amenazas a la paz social e institucional
La campaña de miedo, que con tanto desparpajo viene impulsando el oficialismo, toma nuevos y peligrosos rumbos. Casi en simultáneo, la Vicepresidente en funciones, Lucia Topolansky, y el integrante de Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), Javier Iglesias, anunciaron “enormes movilizaciones”, “conflicto” y “mucha inestabilidad en Uruguay” si gana la coalición opositora.
El jueves 31, en dialogo con la agencia de noticias Sputnik, la Vicepresidente en funciones y reelecta al Senado, Lucia Topolansky, aseguró que, en caso de triunfar Lacalle Pou, el primer año de Gobierno de lo que definió como “una coalición de derecha” generará “una enorme movilización social”.
Según Topolansky, es prácticamente imposible que la coalición opositora “pueda resistir”, cuestión que generará “mucha inestabilidad en Uruguay, en un momento en que la región está inestable”. Ante estos “riesgos”, como los define la Vicepresidente, “vamos a salir a recorrer todo el país para poder explicarle a la gente con claridad estas cosas”.
Pocos días después, el lunes 4, el dirigente del radical sindicato docente Fenapes, Javier Iglesias, aseguró en dialogo con Radio Del Sol que si se intentan aplicar las medidas en materia educativa que propone la coalición opositora “evidentemente va a haber conflicto”.
En un esfuerzo por desprenderse de sus irresponsables declaraciones iniciales, Topolansky aclaró que no “está incitando a nada” cuando augura una “enorme movilización social”. Pero, aclara echando más leña al fuego, “si a la gente le quitas derechos, ¿te va a aplaudir? No, se va a manifestar”.
Al parecer, como asegura Gasparré en su columna de El Observador, las declaraciones de los jerarcas y voceros del oficialismo están preparando el terreno para una oposición en las calles en caso de resultar derrotados en las urnas. “Desde la descalificación a una coalición opositora [...] hasta la acusación de que si triunfara el candidato blanco se perderían derechos humanos intocables y el grito de guerra de ni un paso atrás”, se lamenta Gasparré.
En instancias trascendentales como el balotaje, la democracia de construye “de a dos”. Ambos “bloques” deben bregar por la tolerancia, aceptarse como adversarios legítimos, no como enemigos. La polarización extrema puede acabar con la democracia.
Se imagina el lector a donde iríamos a parar si, como sucede con el oficialismo, los líderes opositores anunciaran “enormes movilizaciones” y “mucha inestabilidad” en caso de que triunfara el Frente Amplio; qué pasaría si los productores y los comerciantes organizados anunciaran un inminente “conflicto” si el Frente Amplio aplica su política económica.
Ante la irresponsabilidad manifiesta del oficialismo, más preocupado por perder el poder que por las consecuencias de su insensato accionar, la oposición debe continuar por la senda del dialogo, no caer en la descalificación y asumir con responsabilidad las banderas de la democracia.
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