Las Fuerzas Armadas y las reacciones políticas

Por Luis Hierro López

Desde 1985 en adelante, los miembros de las Fuerzas Armadas han enfrentado un clima de hostilidad y, a veces, de persecución y encarcelamiento. El Frente Amplio violó groseramente los plebiscitos populares con su interpretación –inmoral– de la ley de amnistía, en 2011, tras lo cual la Justicia procesó y encarceló a varios militares acusados de violar los derechos humanos durante la Dictadura. No fue esa la resolución de los votantes, que claramente expresaron lo contrario en un doble y contundente mandato, ratificado en dos oportunidades diferenciadas por veinte años.

La salida institucional tras la dictadura que se terminó en 1984 fue muy similar a lo que marca la historia de nuestra pequeña-grande nación. “Clemencia para los vencidos”, declaró Artigas tras la gloriosa batalla de Las Piedras. “Ni vencidos ni vencedores”, se proclamó tras la guerra grande, ese enorme conflicto que enfrentó a los uruguayos durante más de 15 años. Batlle y Ordóñez decretó en 1904 la amnistía para los soldados y oficiales saravistas, quienes habían actuado en el “no siempre claro camino del deber”.

Tras la dictadura terrista, que cometió torturas, exilios y persecuciones, el país supo buscar los caminos de la reconciliación.

En su notable estudio “La amnistía en la tradición nacional”, el profesor Pivel Devoto demuestra que Uruguay forjó una tradición de pacificación y de reconstrucción institucional a través de las amnistías, con las que se superaron las guerras y enfrentamientos de un lado y del otro.

Culminado el proceso militar en 1984, los gobernantes y el pueblo uruguayo buscaron otra vez caminos de encuentro. Las dos veces ratificada por el cuerpo electoral ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado o de amnistía a los militares, expresa no sólo una profunda convicción contemporánea de los uruguayos, sino además esa tradición nacional que Pivel Devoto describe a lo largo de la historia. Pese a ello, el Frente Amplio, actuando con autoritarismo y ningún espíritu democrático, sancionó en 2011 una interpretación de la ley de caducidad, por la cual varios militares fueron presos. Eso que hizo el Frente Amplio con sus mayorías parlamentarias fue un desgraciado atentado a la voluntad popular: ganaron en la liga lo que no pudieron ganar en la cancha. Cancha que, recordemos, fue sede de dos partidos históricos: en 1989 con el referéndum contra la ley de caducidad y en 2009, veinte años después, cuando se intentó reformar la constitución para anular esa ley. En ambas circunstancias, el cuerpo electoral, el pueblo, la gente, los votantes resolvieron mantener la ley de caducidad. El Frente Amplio pasó por encima de todo ello e hizo lo contrario.

Estos son los antecedentes que provocan la actual crisis con el comandante Manini Ríos, quien se rebeló ante nuevos procesamientos de militares, sosteniendo que no hay pruebas. Sinceramente, creo que en algunos casos tiene razón, dado que hay un notorio direccionamiento de las pruebas ante la Justicia, la que actúa presionada, tanto por la ley inmoral de interpretación de la caducidad, como por los testimonios de supuestos o reales víctimas de los atropellos militares de hace cuarenta años. La Corte de Justicia debe revisar esos testimonios que pueden ser muy politizados.

No me duelen prendas. En plena dictadura, en abril de 1981, fui procesado con prisión por mis actividades periodísticas, acusado por el presidente de facto Aparicio Méndez, quien actuó sin duda ante la presión militar. Tampoco simpatizo mucho con las ideas del general Manini Ríos, quien, en un reciente reportaje que le hizo la revista Caras y Caretas se declaró admirador de las propuestas absolutamente confusas de Marcelo Grullo, un politólogo peronista y rosista, que pregona la unión de los países de América del Sur para luchar contra los países hegemónicos. Se declara admirador de Alberto Methol Ferré y de Pepe Mujica y proclama que es necesario combatir al liberalismo, a las multinacionales y al capitalismo especulativo. Grullo promueve la “insubordinación fundante”, una de esas tantas revoluciones de escritorio que inventan algunos intelectuales. Lo que me preocupó más fue saber que Manini Ríos introdujo ese texto en los estudios del Instituto Militar Superior.

Quiere decir que mi opinión no surge de las circunstancias. Luché contra la dictadura y no tengo lazos con el señor Guido Manini Ríos. Pero, ubicando su cese en el contexto –en los hechos concretos es claro que Manini estaba desorbitado, buscando una consecuencia de esta índole; y es claro que el Presidente Vázquez actuó conforme a sus facultades– digo que el gobierno sigue actuando con espíritu de represalia contra las Fuerzas Armadas, a las que no comprende ni respeta. Por prejuicios ideológicos, el Frente Amplio actúa contra el Ejército al igual que lo hace contra la Policía. Sospecha de esas Fuerzas, las que tienen una larga y generosa historia de construcción nacional.



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