La orfandad estratégica
Por Luis Hierro López
En contra de lo que pregonaba históricamente, el Frente Amplio le impone al país un gran desamparo en los temas clave, como la inserción internacional o la Enseñanza
Uruguay carece de orientaciones claras en los temas principales de su porvenir, como su posicionamiento en el mundo o el comportamiento de la enseñanza pública.
En el editorial de este número se analiza cómo las diferencias ideológicas que se procesan en la interna de la coalición oficialista provocan una enorme lentitud para tomar decisiones. Los más acuciantes asuntos se postergan durante años, lo que provoca un daño a los trabajadores y especialmente a los más jóvenes, que ven recortadas sus perspectivas laborales y profesionales.
Las discusiones respecto a la apertura comercial son elocuentes. Prevalece una gran hostilidad a los tratados de libre comercio y se les acusa de los peores males, muchas veces sin fundamentos, resignándonos a los mercados habituales y un Mercosur inexistente o a una plaza interna cada vez más limitada. Tenemos que pagar centenares de millones de dólares de aranceles por la exportación de nuestros productos y en muchos casos corremos con seria desventaja con nuestros competidores -como Nueva Zelanda- que aprovechan las ventajas de sus acuerdos comerciales y tienen ofertas más convenientes.
Los gobernantes que así actúan se parecen al avestruz que entierra u oculta su cabeza en caso de peligro. El mundo está ahí y nos desafía y tenemos como Nación la obligación de saber cómo nos ubicaremos en el escenario internacional y para ello hay que discutir el tema entre todos y diseñar una estrategia nacional para los próximos 20 o 30 años, exactamente lo contrario a lo que ocurre, con un oficialismo encerrado que discute consigo mismo. Como el Frente Amplio es incapaz de acordar una posición única, el país está tristemente condenado a carecer de una visión de largo plazo y una estrategia internacional.
Lo mismo puede decirse de los temas educativos, donde prevalece la mediocridad y la resignación. Se han archivado las iniciativas reformistas y hay una sensación de ahogo y de inercia burocrática y corporativa que desalienta la innovación. El gobierno ha rechazado expresamente los acuerdos con la oposición, por lo que es imposible, por ahora, vislumbrar entendimientos de largo plazo, que son los que garantizarán que haya políticas educativas estables y perdurables. Somos un país muy pequeño y vulnerable. Deberíamos estar concibiendo colectivamente algunas claves de nuestro futuro, para ver si podemos enfrentar con mejor talante los enormes desafíos que la revolución tecnológica nos impone y nos impondrá. En vez de ello, el Frente Amplio se ha guarecido en la comodidad de sus mayorías parlamentarias y en sus discusiones internas, y con su tranco lento y de mirada corta entrevera al país en su conjunto, condenándolo a la mediocridad. Ésa es una pesadísima carga que a veces no se ve ni se sufre en la vida cotidiana, pero que tendrá una lastimosa influencia intelectual y cultural en la sociedad uruguaya de los próximos años.
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