La gobernabilidad
Por Julio Aguiar Carrasco
El Cambio en Paz que Sanguinetti le propuso al país en 1984, permitió la salida de la dictadura en paz y sin derramamiento de sangre.
Su artífice sabía, sin embargo, que no podría encarar solo su primer período presidencial. Más allá de que el Partico Colorado había votado muy bien, no tenía mayorías: y, aunque las hubiese tenido, no hubiese sido bueno obtener consensos populares sobre la base de un solo partido.
El famoso discurso de Wilson en la explanada de la IMM, le aseguró a Julio Sanguinetti la gobernabilidad.
En otro escenario pero con grandes desafíos, el segundo período presidencial de Sanguinetti incluyó una coalición, también con el Partido Nacional, ahora liderado por el Dr. Volonté.
En ambos casos, la columna vertebral de la actitud del partido, era su unidad. Adentro, todos los debates y soluciones: cuando lo proponía o decidía, todos juntos. No dejo de recordar los rostros de asombro de muchos legisladores opositores, cuando la bancada de diputados (42) levantábamos la mano al unísono.
¡Pero había también liderazgo, talento y autoridad!
Desgraciadamente, esto ha cambiado. La debilidad de nuestro partido y la decepción de todas las maravillosas esperanzas que propuso el Frente Amplio, ha dado vía libre a creer que se puede ser candidato a Presidente o conformar un partido, como se hace un churrasco o se lava un auto.
La España de nuestros días es un desgraciado ejemplo de lo que significa fragmentar el sistema, como algunos intentan acá. Durante 40 años, con Suárez, Felipillo y Aznar, España mantuvo una unidad política partidaria que permitió su modernización.
Hoy, el sistema se ha partido en mil pedazos, generando polarización e inestabilidad. En la elección del 28 de abril próximo pasado (se presentó un 75% de los votantes), compitieron 26 candidatos (sí, 26): era imposible que alguien pudiera ganar con un porcentaje alto de votos. Sánchez y el PSOE ganaron apenas con el 29% de los votos (176 diputados sobre 350).
Con ese panorama, Sánchez no tendrá que forjar una coalición de dos partidos, sino que precisará de varios de ellos, lo que dificultará enormemente su capacidad de gobernar.
Las cosas no suceden porque sí: dos elecciones anticipadas, dos mociones de censura a Mariano Rajoy (lo que provocó la debacle del PP), crisis económica, corrupción, el proceso catalán y la alta votación terminaron generando un cuadro político harto precario.
Por experiencia y sapiencia, Sanguinetti se reunió de entrada con la gente del Partido Nacional para promover una coalición, lo que permitirá construir un bloque opositor que confronte al Frente en las elecciones, con propuestas y generando seguridad. El nuevo Cambio en Paz sigue teniendo el mismo sostén aunque los desafíos son otros: la unidad del partido, acuerdo con el Partido Nacional en asuntos claves para el futuro del país y un liderazgo de jerarquía y nivel.
Es hora de que los frentistas se vayan del gobierno. Ha llegado la hora de que el sistema político vuelva a generar prestigio, darle soluciones a la gente, estar cerca de ella y explicarle bien el país que recibimos.
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