Por Elena Grauert
Hace unos días nos sorprendió la noticia sobre una inversión millonaria para hacer una isla frente a Punta Gorda con un proyecto de hacer lujosas torres con marinas que conllevaría una inversión de 2000 millones de dólares aproximadamente. De inmediato, en el país del blanco y negro pusieron banderas al proyecto, los que estaban a favor eran en mayoría del gobierno y los que estaban en contra de la oposición. Por suerte aún muchos uruguayos tenemos la capacidad de sepáranos de las visiones maniqueas y pensar.
En primer término, me alegró que existan empresarios privados que apuesten a nuestro país y a nuestra ciudad con millonarias inversiones que se traducen en trabajo directo e indirecto, en ingresos genuinos, en dinamismo y en confianza.
Por otro lado, parece un poco innecesario ganar suelo al mar, con el impacto ambiental que eso tendría en la costa. Con todo el territorio que tiene Montevideo, se podría perfectamente hacer una inversión de la misma magnitud, sin tanto impacto no sólo ambiental, de vistas, de escala y de historia.
En Montevideo, hay lugares hermosos con acceso a la Bahía sin necesidad de ganarle al mar. Está toda la Rambla Sur, está el Cerro o Capurro. Hay lugares hermosos con vistas quizás hasta mejores que piden a gritos inversiones y no sería inverosímil pensar en ellas como forma de valorizar la ciudad.
Sin duda, la centralidad tan mentada y argumentada por la Intendencia, es un argumento importante. Los países más descuidados, con más diferencias de clase, pierden los centros, pierden los lugares donde todos los ciudadanos sin importar su origen se encuentran, muchas veces se trasformaron en lugares peligrosos, abandonados por lo nuevo. Todos amamos los centros europeos o sin ir tan lejos el Centro de Lima o Bogotá, con sus callejuelas, puertas majestuosas, los frontispicios y fachadas de otrora que nos hacen divagar en el espacio y tiempo, sintiéndonos como en una película.
Para que existan esos lugares es necesarios llenarlos de vida y para ello sin duda se debe jugar entre los conceptos de conservación frente a la renovación, además de toda la problemática estética que eso conlleva. Por tanto, quizás la Intendencia antes de decir no deba negociar otro lugar para esa inversión, en que se defienda la ciudad, la centralidad y se dé vida a lugares que ya existen. No tengo duda que deben existir muchos lugares y proyectos que enamoren a los inversores y que coadyuven a hacer de Montevideo una ciudad más bella.
Si pensamos en términos económicos, qué sentido tiene llevar servicios, saneamiento, luz y agua potable al medio del Rio de la Plata, con los problemas que una obra así tendría en un país lleno de territorio donde esos servicios ya existen.
Siempre he criticado la falta de políticas territoriales en Montevideo, ya que se ha permitido la fuga de una gran cantidad de gente a la Costa de Oro sin los servicios públicos. La Intendencia de Montevideo se preocupó más por las patentes que por la contribución y no generó en 35 años ninguna política para incentivar a esas personas el ocupar la ciudad. Eso tiene para al Uruguay un enorme costo económico, de movilidad y de inversión en servicios públicos sobre todo saneamiento y seguridad, que no tienen sentido, si tenemos prácticamente el centro de la ciudad vacía.
Por tanto, si comparto y aplaudo que el proyecto del muelle de Maua para que se reactive, espero que se pongan de acuerdo, es un lugar abandonado, lleno de ratas, que el valor histórico que se le adjudica y lo tiene sin duda, hoy no puede ser valorizado ya que el deterioro es inmenso. Por tanto, buscar inversiones que aprovechen las ramblas y levanten la Ciudad Vieja y el centro, sin duda deberían ser objetivos de preocupación de todos, no de un sector frente a otro. Por eso no vale la pena creer en levantar una "Ciudades Góticas", basta con conocer nuestra ciudad y defenderla con simple lógica.