Irresponsabilidad y soberbia

Por Luis Hierro López

Ministros y otros jerarcas de este gobierno muestran un grado absoluto de irresponsabilidad al cometer y comentar sus graves errores.

En esta edición de Correo de los Viernes se da cuenta de cuatro episodios registrados esta semana que expresan actitudes de jerarcas públicos francamente inaceptables.

En primer término, el Vicepresidente Raúl Sendic volvió por su cuenta al tema del título inexistente, sosteniendo que él no mintió. ¿No mintió?

En segundo lugar, se dio la insólita situación de un caso de evasión al BPS cometido por el sector del mismísimo Ministro de Economía, sin que nadie en el gobierno le haya pedido al Cr. Astori su renuncia.

Luego, el papelón del presidente de la Anep, el profesor Wilson Netto, que se equivocó al interpretar el resultado de las pruebas Pisa.

En cuarta instancia, las declaraciones de Marina Arismendi, Ministro de Desarrollo Social, quién aseguró que los traslados sanitarios desde Salto se apresuraron por un foco infeccioso, lo que luego desmintió la propia subsecretaria del Ministerio. Los médicos salteños habían desaconsejado el traslado, tras el cual tres de los pacientes murieron. El asunto es gravísimo, pero la señora Arismendi no se inmutó. Tampoco se inmutó el Presidente de la República, que mantiene a la jerarca en su lugar en vez de hacerla renunciar de inmediato.

Si fuéramos un país en serio, estos hechos habrían significado varias destituciones, porque el apego a la verdad y a la sinceridad son valores superiores de la civilización. Es un atributo de la democracia que los gobernantes digan la verdad, rindan cuentas, fundamenten sus dichos y puedan comprobar con hechos lo que afirman.

En Uruguay, donde la cultura frentista ha erosionado el valor de la palabra empeñada y el sentido de la verdad, nos vamos acostumbrando lamentablemente a que la mentira se maneje en forma impúdica por los principales protagonistas gubernamentales. Es que, envuelto en su soberbia, en esa impunidad que le han dado hasta ahora las mayorías absolutas, el Frente Amplio se niega a ser investigado por las comisiones parlamentarias – luego de haber sido, mientras fue oposición, el auto proclamado campeón de las mismas – y se niega también al mero chequeo con la opinión pública, ya que los Ministros no dan cuenta de sus actos ni en el parlamento ni ante la prensa.

La responsabilidad de los gobernantes por su gestión es una condición clara de la democracia, que se basa en la posibilidad de que los ciudadanos juzguen con su propio criterio.

Quizás sea esa evidencia lo que lleva a los Ministros frentistas por el sucio camino de la desinformación o la mentira.



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