Internas e internismo

Por Julio María Sanguinetti

Las elecciones internas integran la mejor tradición batllista. Desde los tiempos de Don Pepe, esa democracia partidaria, denostada muchas veces por nuestros adversarios políticos, le dio a nuestra colectividad un perfil propio y la certeza de una dinámica de renovación constante.

Hoy las elecciones internas son generales y no puede haber candidatos presidenciales que no emanen de ellas.

Se trata entonces de un proceso imprescindible que, en el caso presente del Partido Colorado, adquiere aún mayor relevancia dada la inexistencia de un liderazgo claramente mayoritario.

En el Partido Nacional hay dos figuras relevantes y la interna todo indica que se dirimirá entre los Dres. Lacalle Pou y Larrañaga. En el Frente Amplio, su liderazgo tradicional se ha descartado: el Dr. Vázquez por disposición constitucional, el Senador Mujica por expresa voluntad y el Ministro Astori porque su mayor apoyo, que era hasta ahora el Presidente, ha expresado la necesidad de candidatos de la nueva generación.

El Frente Amplio vivirá, entonces, un proceso interno dinámico y hoy imprevisible. Nuestro partido también, con la diferencia de que el debilitamiento producido por la última elección y la renuncia a la candidatura presidencial del Dr. Bordaberrry, candidato de las dos últimas elecciones, nos exige hoy un esfuerzo de superación colectivo al cual todos los colorados y batllistas debemos sumarnos con espíritu abierto, apelando a nuestro sentido de pertenencia y a nuestra íntima convicción.

La primera convocatoria es, para octubre, la de la interna juvenil. Las de otros períodos han sido un gran revulsivo, no sólo por la movilización sino por la incorporación a la real conducción de jóvenes dirigentes. En esta oportunidad, son más importantes que nunca. Allí estará el fermento —a mediano plazo— de la necesaria renovación de cuadros.

En cuanto a las elecciones que habrán de dirimir la candidatura presidencial, obligatoriamente se harán en junio de 2019. Media un planteo del diputado Tabaré Viera de adelantar ese proceso. Sus razones son de interés, en cuanto apuntan a movilizar a la colectividad antes del año electoral, pero su realización dependerá, naturalmente, de lo que opinen los demás grupos partidarios y las autoridades institucionales.

Cuanto antes se defina ese calendario, mejor para todos. Lo que sí ha de asumirse es que ese proceso no puede transformarse en un griterío inconducente, en un intercambio de reproches retroactivos o en un debate que pierda de vista lo esencial: la necesidad de fortalecer la imagen colectiva del Partido. Si ésta se debilita, se debilitarán todos los candidatos. Si ella se fortalece, mejor para el conjunto. Esa conclusión tan obvia impone olvidarse de los competidores. No son nada más que eso, competidores, pero no adversarios y nunca enemigos. Se trata entonces de que cada cual muestre sus valores, sus ideas, su trabajo, de que encienda ilusión y esperanza en el futuro. Ninguno va a crecer desvalorizando a los demás correligionarios. Ninguno. Lo digo rotundamente con la convicción que me da una larga vida de trabajo político.

Cuando las internas se envenenan con su patología, el “internismo”, todos nos debilitamos. Los mejores candidatos para la interna serán aquellos que mejor demuestran su capacidad para reconducir al Partido a un clima de expectativa y optimismo. Los que trasmitan convicción, los que generen alegría y no encono.

Naturalmente, la prensa —en su rol de informar con algo de picante— siempre brindará espacio a los conflictos. No hay que enojarse con ella. Se trata simplemente de no alimentarla de rumores o enojos. Los adversarios están afuera y quien mejor se muestre para superarlos será quien más apoyo tendrá adentro. El escenario es el gran debate nacional, donde hoy el Partido Colorado no exhibe su relevancia histórica, no por falta de esfuerzo de muchos de sus dirigentes sino por circunstancias políticas que lo han desplazado a un irrelevante cotejo de personas.

Cada día, entonces, se hace más necesario el fortalecimiento de las autoridades nacionales y departamentales. Hay que darle brío y presencia a las instituciones. Hay que mostrarlas participando en los temas nacionales. Hay que ya salir, prioritariamente, con todas las fuerzas, a entusiasmar a los jóvenes para la próxima elección.

Los viejos soldados estamos prontos para luchar. En el lugar que nos toque, pero siempre mirando al interés general de la colectividad y alentando a los que llegan. Cada día la República necesita más de nuestro esfuerzo. No podemos desertar, perdidos en vericuetos de pasillo que no le importan absolutamente a nadie.



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