Edición Nº 1052 - Viernes 12 de setiembre de 2025

Humildad y patriotismo

Por Luis Hierro López

Es notable el ejemplo de la oposición portuguesa, que se ha sumado al gobierno en la lucha contra el coronavirus, siendo ese rasgo de responsabilidad política una de las bases de la eficacia de ese país en la campaña contra la pandemia. El líder opositor, Rui Río, afirmó que no coopera con el gobierno, sino con el país. Una lección de humildad y patriotismo que por estas orillas debería tenerse en cuenta.

Rui Río, un economista pragmático, exalcalde de Oporto, no ha tenido ninguna duda en apoyar al gobierno del socialista Antonio Costa, aunque para ello tuvo que enfrentar resistencias en su propia colectividad política, el Partido Popular Democrático, de orientación centrista. Hace pocos días en una sesión del parlamento, Rui Río le deseó a Antonio Costa "coraje, nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte"

Su gesto tuvo por lo menos dos interesantísimas repercusiones: Rui Río subió automáticamente en las encuestas, con un respaldo muy fuerte y, en segundo término, Europa mira al "primo pobre" que siempre fue Portugal, con enorme respeto y consideración, porque con ese ejemplo de gobernabilidad es uno de los países que ha enfrentado con mayor eficacia y responsabilidad la pandemia del coronavirus. En comparación con sus grandes vecinos, España, Francia e Italia, los resultados portugueses son mucho mejores y alentadores.

Rui Río anunció que dejará de lado su prédica a favor de una reducción de impuestos, dada la difícil situación económica y adelantó que votará las medidas financieras y presupuestales que proponga el gobierno. "Yo no estoy cooperando con el Partido Socialista, estoy cooperando con el gobierno de Portugal, en nombre de Portugal".

Al revés de lo que ocurre con las producciones cinematográficas, que suelen advertir que los hechos narrados no tienen vinculación con la realidad, esta crónica tiene directa vinculación con lo que ocurre en Uruguay, que es exactamente lo contrario a lo que hace Portugal.

La oposición insiste en forma machacona en marcar sus posiciones, hasta con matices entre sus sectores: Tabaré Vázquez por un lado, los legisladores por el otro, recogiendo iniciativas legislativas del sector de Mujica; Olesker que sugiere que él ha patentado "las soluciones" y Astori, quien anuncia ahora una legislación que nunca puso en práctica durante sus 15 años de gobierno, gravando con impuestos los depósitos de los uruguayos en el exterior. Hay una especie de competencia interna entre los protagonistas, ya que no se afianza un liderazgo claro y, con visión corta, cada uno de los sectores frenteamplistas quiere llevar agua para su propio molino.

No es eso lo que necesita el país. Lo peor que le puede pasar a Uruguay es ingresar en una especie de remate para ver quien ofrece más: salario fijo o renta básica para los desocupados o para todos los trabajadores, según las diferentes propuestas; suspensión de los despidos en las empresas, topes a los precios de los principales productos de consumo, regulación de alquileres y desalojos, facilidades de pago de variada índole.

Todo es muy contradictorio. Los legisladores frenteamplistas piden medidas a favor de los trabajadores pero que terminan yendo contra ellos, según interpreta el economista Aldo Lema, quien sostuvo en su cuenta de twitter que esos proyectos van a provocar, contrariamente a lo que procuran, aumento de los despidos, cierres de empresas y más desempleo. Mientras Mujica aseguró que esas iniciativas de sus propios legisladores son inviables, el excandidato Martínez dijo que las actuales orientaciones del gobierno están bien. Y a su vez, el doctor Vázquez reclama apoyo financiero a empresas de algunos rubros. Un gran entrevero irresponsable, ya que ni unos ni otros han cuantificado cuánto costarán y cómo se financiarán esas "soluciones".

Todo ello, envuelto además en un tremendismo semántico que, más que mostrar debilidades del gobierno, expresa el temor y las vacilaciones de sus autores: el Frente Amplio sostiene oficialmente que, con la ley de urgencia, el gobierno actúa como "un ejército de ocupación" que defiende los "intereses del imperialismo". Eso es textual, según informa el semanario Búsqueda.

No es tiempo de propaganda política ni de locuras. Como enseña el ejemplo de Portugal, es hora de humildad y patriotismo. Sería bueno para el destino del país que todos tengamos en cuenta esa lección.




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