Historia y leyendas

Por Luis Hierro López

Un excelente estudio sobre los funerales de los héroes americanos publicado en Perú incluye una referencia a Rivera, tratándolo de traidor a Artigas, tomada del libro de Carlos Machado, "Historia de los Orientales". Otra vez la historia se choca con los relatos ideológicos.

Recién reeditado, el libro "Funerales republicanos en las Américas" es realmente interesante. Coordinado por la historiadora peruana Carmen McEvoy, recoge varios aportes de profesores de diversas universidades latinoamericanas. El eje de los textos allí compendiados es que las nacientes repúblicas reconstruyeron versiones fundacionales al repatriar los restos de sus héroes y tejieron así relatos impregnados de unidad y de patriotismo, valores que los protagonistas quizás no personificaban en sus vidas. Casi todos ellos - Bolívar, O´Higgins, Artigas (y también San Martín, aunque su funeral no integra el listado de crónicas) - sufrieron exilios, ostracismos o críticas, pero luego fueron glorificados.

La descripción de las tradiciones y rituales mortuorios, la lectura de los discursos de despedida, así como las notas de la prensa de cada país, son documentos de mucho interés para comprender las trayectorias nacionales en esos tiempos de formación.

El capítulo sobre el funeral de Artigas es también interesante, porque rescata algunos hechos quizás olvidados. Su autora es la profesora Cristina Ana Mazzeo, historiadora formada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y actualmente docente de la Pontificia Universidad Católica de Perú. Leí con especial atención esa nota y me encontré con un texto rico pero apurado, con algunos errores puntuales y otros de concepto. Le escribí de inmediato una carta resumiendo mis puntos de vista y la profesora Mazzeo me contestó con cortesía y agradeciendo mis precisiones. Reconoció que la historia de Uruguay "tiene mucho más que aportar que lo que mi artículo ha indicado y que Ud. muy amablemente me hace notar".

Algunas de esas anotaciones son las siguientes. La profesora Mazzeo describe cómo diversos sectores políticos utilizaron en sucesivas etapas la figura de Artigas para fundamentar sus posiciones y en ese sentido hace referencia a lo ocurrido a los 100 años de su muerte, 1950. Y agrega "era la época de la convención batllista, que aprobaba la reforma propuesta por los dos partidos y que creó un consejo de gobierno sustitutivo de la presidencia formado por nueve consejeros. Nuevamente, una conciliación política tenía como respaldo ideológico la figura de Artigas". El párrafo es confuso, desconoce la historia de las ideas colegialistas y de la coparticipación política en Uruguay y fuerza la interpretación, sin mencionar ninguna fuente, de que el gobierno colegiado se basa en la figura de Artigas. Le indique a la señora Mazzeo que no hay comprobación histórica de esa interpretación.

Lo mismo ocurre con otra afirmación posterior: "Pero la historia de la manipulación de su imagen por razones políticas no cesó. En 1962, el fracaso de la política legal de conciliación dio paso al surgimiento de grupos armados, cuya organización de izquierda más conocida fueron los Tupamaros". Esta consideración también es antojadiza, porque la guerrilla surgió en 1963 pero como imitación de la revolución cubana, y no porque hubiera fracasado la política de conciliación. En ese tiempo, Uruguay tenía un gobierno colegiado, reinaban todas las libertades y derechos, había normalidad institucional, los partidos políticos convivían civilizadamente y la distribución de la riqueza en Uruguay seguía siendo la primera de América Latina. Los Tupamaros, que no podían mencionar mucho a Artigas, no tuvieron ningún pretexto social o político para levantarse en armas.

Más polémica aún resulta la afirmación de la profesora Mazzeo de que "Artigas fue, además, traicionado por el general Rivera, jefe de Entre Ríos, que había luchado anteriormente por la causa artiguista, y le ofreció en ese momento sus servicios al general portugués". Tras explicarle a la autora que Rivera era "oriental liso y llano" y no de Entre Ríos, refuté su afirmación de que Carlos Machado haya sido "uno de los historiadores más renombrados de Uruguay" y le indiqué que su libro Historia de los Orientales - que se hizo famoso no tanto por sus virtudes sino porque fue torpemente prohibido por la dictadura uruguaya - es un texto que se aleja de la historia e ingresa sin tapujos en el relato ideológico. De allí tomó la profesora Mazzeo la idea de que Rivera fue un traidor.

Resumí los argumentos para rebatir esa interpretación. Rivera acompañó a Artigas mientras fue posible, aunque el héroe estaba solo, con una "frenética intransigencia y marginado", como sostiene Lincoln Maiztegui Casas. En su transitorio arreglo con los portugueses, Rivera se quedó con mando de tropas criollas, con las que pensaba luchar por la libertad del país apenas fuera posible, como efectivamente ocurrió. Hizo respetar el reparto de tierras dispuesto por Artigas en 1815. Frutos era padrino de los hijos de Artigas, quienes lo siguieron acompañando. Aunque Eduardo Acevedo hace especulaciones relativas a si la actitud de Rivera al quedarse en el terruño influyó en el retiro de Artigas, los principales historiadores - Pivel Devoto, Reyes Abadie, el primer gran biógrafo de Rivera Telmo Manacorda y recientemente Maiztegui Casas y Padrón Fabre - desmienten o no incorporan la "traición" mencionada por Carlos Machado y otros autores de esa línea.

Maiztegui es terminante: "Rivera tuvo como idea central la libertad de su patria, que defendió con Artigas frente a los españoles y portugueses, con Lavalleja frente a los brasileños, solo contra los intentos porteños de dividir las tropas orientales y contra la dictadura de Rosas, que pretendía, según su convicción, absorber a la República"

Y Padrón Fabre asegura que Rivera personificó el "artiguismo posible". Sostuvo que "lejos de representar, como han insistido sus detractores, la negación del primer gran caudillo oriental, la extensa peripecia histórica de Rivera se nos revela como el esfuerzo más sólido y exitoso por rescatar los valores y logros de la amada Revolución, sobre la cual siempre manifestó devoción e hizo ostentación de orgullo por haber integrado desde 1811 las falanges de los vecindarios campesinos que la protagonizaron".

Hay muchas otras evidencias históricas que podrían mencionarse, pero no es posible incluirlas en una nota periodística.

Es una lástima que una académica como la profesora Mazzeo haya recogido la leyenda negra sobre Rivera sin haber consultado otras fuentes, lo que le habría evitado cometer los severos errores mencionados.




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