Hipocresía y mala intención

Por Luis Hierro López

Las críticas de la actual oposición a las primeras medidas del gobierno de coalición – a dos semanas de asumir – tienen inevitablemente una carga de hipocresía que golpea los ojos. Los operativos policiales para disuadir el delito son imprescindibles; y la actualización de las tarifas -por debajo de la inflación – era absolutamente previsible, tras la indecente trampa tendida por el gobierno anterior al no ajustar los precios de esos bienes y servicios en enero pasado. El aumento del IVA en dos categorías de gastos con tarjetas, se trata de un miniajuste que no debería provocar comentarios de quienes integraron gobiernos que subieron impuestos y tarifas en forma reiterada y contundente.

Es necesario recordar que el Frente Amplio realizó un ajuste fiscal en cuotas, aplicando aumentos de tarifas por encima de la inflación en varias oportunidades durante los pasados cinco años y subiendo los impuestos en varios rubros.

En esta oportunidad, el gobierno de Lacalle Pou propone un importante ahorro del sector público, comprometiendo una rebaja del 15% del gasto corriente y anunciando que no se proveerán dos de cada tres vacantes en las oficinas públicas. El Frente Amplio colmó todas las vacantes, haciendo ingresar a 70.000 funcionarios – o más- a la administración, con un sobrecargo de U$S 2000 millones anuales que, además, es permanente o por lo menos, por un largo plazo.

La actualización de las tarifas que dispuso el actual gobierno se ubica por debajo de la inflación, en contra de lo que varios dirigentes del Frente Amplio han dicho por ignorancia o mala intención. Si se toma la inflación de 15 meses, que es lo que hay que cubrir en la medida en que el Frente Amplio evitó hacer el último ajuste a principios de año, la suba acumulada del costo de vida sería del 13%, y el incremento tarifario es del 10% en promedio. Hay que discutir con hechos y no con mentiras. La ex senadora Constanza Moreira, que ya no es legisladora pero sigue siendo profesora de ciencias políticas en la Universidad, carga al nuevo gobierno por la suba del dólar y la inestabilidad económica sin advertir o sin importarle el papelón en el que incurre, ya que el alza del dólar es internacional y la inestabilidad viene impulsada por la pandemia del coronavirus. Otra vez, ignorancia o mala fe, o ambas cosas juntas

El editorial de esta edición está dedicado a la novela que tejió un empleado municipal, parte de la prensa y los dirigentes frenteamplistas a propósito de un supuesto abuso policial, que, como se ha demostrado, no existió. Los operativos policiales para ocupar territorio son necesarios para disuadir el delito y las incautaciones en las bocas de pasta base son igualmente ineludibles: en un procedimiento en el Cerro se incautaron 60 mil dosis de pasta base y 1250 dosis de cocaína en una casa. Casi nada.

Los periodistas y dirigentes políticos que se subieron al carro de la denuncia del funcionario mentiroso deberían pedir disculpas a la opinión pública. Que yo sepa, ninguno se retractó.

Las mentiras y engaños que en las redes de divulgaron por activistas frenteamplistas en contra de la Policía, llegan a centenares o miles, muchas de ellas con fotos falsificadas y situaciones deliberadamente inventadas, lo que significa grados de malicia y perversión realmente preocupantes.

Es indudable que varios de esos agitadores han pensado que, a través de su acción, puedan parar o debilitar la acción policial, desprestigiando y acosando a la Policía como han hecho en el pasado. En ese clima fue que, precisamente las anteriores autoridades daban muchas veces la orden a los funcionarios de retirarse del lugar de los hechos, provocando una situación de anarquía en los barrios indefensos y de desaliento en la tropa policial. Eso es lo que no debe ocurrir ahora, donde la primera tarea que tienen los cuerpos de seguridad es precisamente la ocupación del territorio y el ejercicio de la autoridad, que es lo que se ha perdido en los últimos años.

No queremos, naturalmente, una Policía que cometa excesos de ninguna índole. Pero eso no es lo que se ha confirmado en los hechos, más allá de las denuncias politizadas y fabuladas que se han presentado. Como la enorme mayoría de los uruguayos, queremos que se aplique la ley en defensa de la gente, que haya una fuerte presencia policial para que bajen los asesinatos y las rapiñas y para que los uruguayos recuperemos el sentimiento de seguridad que hemos perdido.

La Policía no es nuestro enemigo, como plantean los voceros frenteamplistas. Está para cuidarnos y protegernos y así debemos entenderlo.



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