“Hechos y no palabras”

Por Julio María Sanguinetti

Efectivamente, como reclamó el candidato oficialista Daniel Martínez, cuentan los hechos antes que las palabras. Vayamos a los hechos, entonces.

Es un hecho que el Ministro Astori prometió no imponer ningún impuesto nuevo porque el país vivía “la situación fiscal más sólida” que recordara. También lo es que llegó al gobierno y al poco tiempo lo hizo, con impuestos y tarifas..

También es un hecho que el Frente Amplio prometió bajar las rapiñas un 30% y se triplicaron, alcanzando las 30 mil por año. En esta materia los “hechos” son un vendaval de homicidios, apuñalamientos y asesinatos en las cárceles, y “ajustes de cuentas”, como decía Bonomi, que han terminado por contribuir al record histórico de 414 homicidios el año pasado, el doble de lo que ocurría cuando la crisis de 2002. Y de los cuales sólo se esclarece el 50%, menos que en cualquier país civilizado de América o Europa.

Otro hecho es que se afirmó que se cambiaría el ADN de la educación y lo único que cambió es que tuvimos los peores resultados en todas las evaluaciones nacionales e internacionales, con un preocupante retraso en el sector más pobre de la población.

En el famoso “debate”, el candidato frentista, que reclamaba machaconamente que se hablara de hechos y no de palabras, en su alocución final describió un país presuntamente destruido en un pasado en que no había ni balas para los policías ni sábanas para los hospitales. Más allá de la falsedad de los dichos, si es por recordar episodios macabros, habría que hacerlo respecto de hechos que sí ocurrieron bajo el Frente Amplio: un enfermo mental internado en un hospital del Estado y comido por los perros y un preso asesinado en una cárcel y luego comido por otro recluso en un acto de antropofagia inédito en esta sufrida Republica.

Es también un hecho que en Nueva York se anunció días pasadas la requisa del embarque de cocaína mayor allí registrado: 1.500 kilos... cuando desde Montevideo salieron 4.500 hacia Alemania, desde donde tuvimos la noticia. Y hubo otra requisa de 600 kilos, transportados a París y otra de 400 felizmente fue hallado antes de salir la semana pasada. Lo que no se ha logrado es saber cómo han entrado esas cantidades fabulosas, que nos han ubicado como un punto negro en el mapa internacional del crimen organizado. Es fácil de entender porque es un hecho que el Fiscal de Corte afirmó que desde 2009 no tenemos un plan de lucha contra el narcotráfico.

Otro hecho es que la deuda pública saltó de 13 mil millones de dólares a 44 mil y, como consecuencia, pagamos 2.500 millones de intereses, pese a las bajas tasas que hoy se dan. Lo que ocurre, además, cuando el déficit presupuestal alcanza el 5% del PBI, o sea otro tanto a financiar, siempre con préstamos.

Esta circunstancia se suma también a otros “hechos”, que son los proyectos disparatados, improvisados, tan grandilocuentes en su tiempo como pesados hoy en las indemnizaciones que ya hemos tenido que empezar a pagar. Por ejemplo, recientemente, los 13 millones a la empresa constructora de la regasificadora, o el incierto destino del juicio de daños y perjuicios que le hace al Estado el emprendimiento minero de Aratirí por la friolera de 3.500 millones de dólares. Sin olvidar, entre tantas otras cosas, el horno para cemento que se compró en Ancap durante la gestión Martinez-Sendic, que yace encajonado entre pastizales, con la marca indeleble de los 80 millones de dólares que costó.

No nos olvidemos que en abril pasado el Ministro Astori reconoció que no habían podido con la calidad del gasto ni avanzado en materia de educación y seguridad. O sea que el despilfarro no se había podido evitar y es parte del sustancial déficit que grava a toda nuestra economía con deudas, intereses y atraso cambiario.

Es un hecho también que en los últimos tres años se perdieron 50 mil empleos, en un clima crecientemente estancado de nuestra economía. El gobierno recuerda que en los 10 años anteriores se habían creado 300 mil, pero saltéandose el “detalle” de que 70 mil habían sido designados en el Estado.

¿No son hechos el cierre de una docena de empresas lácteas y de unos 500 tambos?

¿No es un hecho que el propio ingeniero Martínez, como Intendente, se dirigiera al Presidente de la República, por carta, para expresar su alarma ante el número creciente de personas en situación de calle en nuestra capital?

Todos son hechos. Y si el país no se derrumbó más es porque todavía se reciben inversiones en la forestación y las zonas francas, cuyo diseño, implementación legal y desarrollo son obra de los gobiernos colorados. ¿Qué otros emprendimientos puede mostrar el gobierno, en 15 años, que no sean en esos ámbitos? Ningún cambio estructural. Simplemente dinero gastado —y malgastado— durante la bonanza del 2004 al 2014, que generó esa presión fiscal bajo lo cual hoy sucumbe la producción nacional.

Es verdad, los hechos importan. Tiene razón el ingeniero Martínez. Y allí están expuestos. Son los porfiados hechos.



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