De esa manera, la actriz y cantante argentina Mariana "Lali" Espósito agradeció a la Intendente Carolina Cosse por su onerosa contratación -que superó varias veces lo abonado a las artistas nacionales-, sin saber que estaba haciendo referencia a uno de sus apodos más realistas: "su majestad", la reina del despilfarro.
En medio de calles destrozadas, mugre por doquier, museos y monumentos que, literalmente, se caen a pedazos, Cosse organizó su festival. El costo total fue de US$ 900.000 dólares; unos $ 36 millones al cambio actual. La mayor parte del dinero se dispuso para la contratación de dos artistas extranjeras, que superaron ampliamente la contribución pagada a las uruguayas. US$ 256.478 fueron para la artista argentina Lali Espósito y US$ 62.387 a la cantante brasileña Daniela Mercury.
Pese al ímpetu con el que se "vendió" la participación de las mencionadas artistas, el predio preparado para 60.000 personas, en plena Rambla, no logró completarse. El bajo costo al que la Intendencia anunció las entradas (subsidiadas a $ 400) tampoco surtió efecto. En total se vendieron 24.866 tickets. A costo total del contribuyente, la Intendente entregó 19.645 entradas de cortesía. Prácticamente, se vendieron las mismas entradas subsidiadas que las que se regalaron.
Hay algo indiscutible: el aporte del festival a la cultura, a la cultura del despilfarro. Fiel a su estilo, "su majestad" Cosse, como la apodaron los propios trabajadores de la Intendencia (así se aprecia en la imagen que acompaña esta nota), no cedido un milímetro. Ella organiza, paga y festeja, con la del contribuyente...
El martes, tras la polémica, la agencia de propaganda a cargo de Cosse difundió un video en el que orgullosamente festejan que mediante la venta de entradas, el apoyo de sponsors y la venta de alimentos, se logró pagar el caché de las artistas internacionales. Traducción: se cubrió apenas un tercio del gasto total. O sea, el contribuyente carga con los 600.000 dólares restantes, siempre y cuando creamos que efectivamente se recaudaron alrededor de 300.000 mil dólares.
"¿Cuánto vale democratizar el acceso a la cultura? ¿Cuánto vale que artistas nacionales puedan acceder a grandes audiencias? ¿Cuánto vale para el turismo fortalecer el posicionamiento cultural del Montevideo? Al igual que todas las actividades culturares y deportivas que llevamos adelante, este festival fue un derroche de talento, alegría y convivencia, pero no un derroche de dinero. La cultura como política de Estado no percibe la rentabilidad, nos cimienta como comunidad. Acá estamos", dice la pieza audiovisual que la Intendencia difundió para justificar el delirio monárquico de Cosse.
No hay duda respecto a las apreciaciones generales sobre la cultura, pero bien sabe Cosse -y sus fanáticos defensores- que organizar un festival para 50.000 de las 1.5 millones de personas que viven en la capital, cuyas protagonistas son dos artistas extranjeras, a las que se le paga varias veces el valor de las artistas locales, no es "democratizar" nada. Y más aún en una capital en la que la cultura recibe tan poco apoyo.
Para muestra, dejamos algunos botones:
"Llueve en Montevideo y en el interior del Museo Blanes. Las papeleras y baldes en la sala María Freire del museo municipal no son parte de la magnífica exposición de Analía Sandleris. Hay filtraciones desde la claraboya. ¿No habrá recursos disponibles en la IM para arreglarlo?", aseguró en sus redes el periodista, locutor y gestor cultura uruguayo, Diego Barnabé, pocos días antes del festival mencionado.
"Lali Espósito se lleva en 40 minutos el equivalente a CIEN AÑOS de Premios Onetti, el concurso literario de la IM que los escritores esperamos todos los años. Bajaré puntos en el ranking ATP Progresista, pero no me convencen ni con la Guardia Republicana", manifestó el escritor Juan Bertón, que en 2021 resultó ganador de la sexta edición del Mundial de Escritura.