Por Tomás Laguna
Organizado por la Cámara Uruguaya de Productores de Aves (CUPRA), por primera vez se pone sobre la mesa la necesidad de proyectar la producción uruguaya de carne aviar al mundo. Un rubro históricamente volcado al mercado interno, como tal desde siempre protegido, que asume hoy el desafío de dar el gran salto para ofrecerse en los mercados mundiales.
La avicultura en nuestro país se desarrolló al amparo de ciertas protecciones frente a las importaciones, que de no existir inviabilizaban al rubro. Como tal, era evidente que su objetivo sería el abastecimiento al mercado interno. El resguardo estaba principalmente justificado ante las importaciones provenientes de Brasil, uno de los productores más grandes del mundo dónde cualquier excedente volcado a nuestro país habría terminado con la producción nacional. En el inicio, el argumento, formal y objetivamente muy válido, lo era el status sanitario de libre de la enfermedad de New Castle que ha tenido desde siempre nuestro país, reconocido ante la OIE (Oficina Internacional de Epizootias), hoy OMSA (Organización Mundial de Sanidad Animal). Condición que Brasil solo tenía reconocida en los estados de Rio Grande do Sul y Santa Catarina. Esta larga historia se empieza a complicar cuando el argumento esgrimido pierde validez y genera el reclamo de nuestros vecinos. A partir de entonces comienza un largo periplo de discusiones, marchas y contramarchas en la habilitación de importaciones.
Para entender el rubro basta comentar que se trata de sistemas de producción con elevado grado de integración vertical entre industria y productores (façoneros), los que bajo contrato crían, engordan y remiten los pollos. De los 8 operadores industriales, el 75% de la producción se concentra en tres empresas. Los altos costos de producción en la fase primaria condicionan la competitividad de toda la cadena en su conjunto. El producto final al consumidor local ha mantenido una fuerte relación con el precio de la carne vacuna. Los costos de paridad de importación con Brasil han oscilado entre años, pero siempre por debajo de los costos de producción nacionales, diferencia que al limitar las importaciones debe ser asumida por el consumidor, en una discutida decisión política para el resguardo de toda la cadena. Por un lado, los ultras liberales que profesan la liturgia del libre mercado, por otro quienes reclaman condiciones productivas de confort a partir de protecciones que así se lo garanticen, tal cual opinábamos a fines del año pasado en ocasión de febriles discusiones cuando en marzo de 2022 el gobierno adoptó medidas de liberalización de las importaciones como reacción ante una escalada de precios al consumidor.
A inicios del 2022 la producción nacional alcanzo guarismos altos en su análisis relativo respecto de otros años, para estabilizarse luego, según lo demuestran los datos de OPYPA. En ese mismo año las importaciones se incrementaron 72% respecto de años anteriores, proviniendo preponderantemente de Brasil en primer lugar, seguido de Chile, Estados Unidos y en muy menor participación argentina.
En los tiempos que corren vuelven a haber reclamos desde las gremiales de carniceros por un producto de menor precio al consumidor en tanto los avicultores reivindican que su producción está en los volúmenes que requiere el mercado.
En este escenario la Cámara Uruguaya de Productores Avícolas (CUPRA) organizó un estratégico encuentro de análisis y discusión bajo el título "Pollos del Uruguay al Mundo, Desafíos para la exportación de carne aviar uruguaya". Todo un gran mérito de la industria nacional de carne avícola reconocer a través de un foro de carácter internacional que la proyección del rubro a futuro pasa por la exportación. Idea que defendimos en esta misma columna sobre fines del año pasado: "Deberá existir un proceso inteligente con definiciones estratégicas que permita que la avicultura uruguaya compita en ligas mayores trascendiendo al mercado local."
De la convocatoria participó el vicepresidente de la Cámara de Exportadores de Pollo de Argentina, el presidente de la Asociación de Exportadores de Carne de Chile, el presidente de la Asociación Brasilera de Proteína Animal, un destacado consultor y experto en comercio internacional de carne aviar, así como también el presidente de la Asociación de la Industria Frigorífica del Uruguay. Hubo una muy interesante exposición por parte de un profesional técnico de INAC sobre la priorización de mercados para nuestro país, así como también del Ministerio de Economía en referencia a los acuerdos comerciales con que cuenta Uruguay para salir con su producción al mundo. El evento fue reconocido en su jerarquía al ser clausurado por el propio Presidente de la República, Dr. Luis Lacalle Pou.
La multiplicidad de temas abordados y la extensión de las exposiciones hacen inviable un resumen en este espacio. No obstante, merecen la referencia dos conceptos que entendemos claves. En su exposición el representante de la producción aviar brasileña expreso que conforme aumentan los ingresos en la población mundial, conforme aumenta la capacidad de consumo, las personas están dispuestas a incorporar mayor volumen de proteínas animales en su dieta. De cada 10 dólares de aumento en sus ingresos, quien sale de la línea de pobreza destina 4 de ellos a consumir carne. Esto es así aun a pesar de la escalada de vegetarianos, veganos, animalistas y tecnólogos de la proteína sintética. En otras palabras, la demanda por proteína animal crece más allá de lo que hoy es la evolución de la oferta. Es la mayor motivación para encarar el objetivo superior de producir para exportar. Tan convencidos están en Brasil que desde ya convocan para el año próximo al Salón Internacional de Proteína Animal a organizarse en San Pablo. El mismo expositor brasileño fue enfático en expresar que no es posible abrir mercados sin el apoyo directo de los respectivos gobiernos.
Pero también merece destaque una definición conceptual realizada por el Dr. Marcelo Secco, presidente de ADIFU. Ante la excusa de que nuestro país no tiene volumen ni escala para ser un actor relevante en los mercados externos, el industrial uruguayo enfatizo que nuestro desafío radica en aumentar el valor intrínseco del producto ofrecido antes que su volumen. Es decir que ante la falta de escala apostar a la calidad y credibilidad.
El foro de referencia sería un éxito total y definitivo si logra constituirse en la piedra fundamental a partir de la cual se inicien las acciones estratégicas tanto a nivel de la industria local como de las instituciones públicas involucradas, en particular INAC y MGAP, con el objetivo de proyectar la carne aviar uruguaya a los mercados del mundo. ¿Este año en la feria internacional de ANUGA participarán representantes de CUPRA interesados en presentarse ante potenciales clientes del mundo?
De iniciarse este camino virtuoso tal vez se superen a futuro las discusiones en torno a las políticas proteccionistas y sus costos para el consumidor local, o que un expositor brasileño reconozca a viva en un foro público que existen "pactos de caballeros" con autoridades del MGAP para "cuotificar" las exportaciones a nuestro país.