Edición Nº 1033 - Viernes 2 de mayo de 2025

Eleuterio Fernández Huidobro

Basta señalar la trayectoria referida en el epígrafe para advertir que durante la mayor parte de nuestra vida estuvimos enfrentados. Como es notorio, el MLN intentó una revolución armada que precipitó una escalada de violencia culminada en el nefasto golpe de Estado de 1973. No es el momento de reiterar los juicios adversos que merece aquel intento; sí, en cambio, el de poner una luz de alerta sobre esas declaraciones que hablan de una suerte de bohemios que lucharon por un mundo mejor, cuando cobraron la vida de tanta gente.

Es importante, sin embargo, reconocer que Eleuterio Fernández Huidobro se incorporó a la vida política con su particularísima personalidad, sus singulares escritos y esas declaraciones ocurrentes que solían levantar enormes polvaredas. Nunca expresó arrepentimiento por su pasado de guerrillero; incluso se negó a hacerla, como en aquella rocambolesca jornada en que aludió —en su particular gracejo— a la infortunada suerte de Jesucristo por pedir perdón. Sin embargo, vivió adentro del sistema institucional, se incorporó a él y en el ejercicio del Ministerio de Defensa, se identificó con la institución a la que había combatido y se erigió en devoto sostenedor. Incluso se opuso rotundamente a los intentos legislativos por tergiversar la ley de caducidad y aplicar retroactivamente delitos que no existían cuando se produjeron los hechos. Todo ello le valió enfrentamientos con muchos de sus correligionarios, en actitud que lo prestigió.

Renunciar a la revancha cuando se ha triunfado, revela altura. Porque los hechos dicen que los militares vencieron en lo militar y fueron derrotados en lo político, así como —a la inversa— los tupamaros fueron aplastados en la guerra que declararon pero terminaron en la política con singular éxito. Encaramado en esa victoria, Eleuterio (como el propio Mujica, no nos cuesta reconocerlo) no buscó venganza, en actitud bien distinta al conjunto del Frente Amplio que, por la acción de unos y la omisión de otros, se ha deslizado a un terreno de violación abierta del derecho para perseguir sañudamente a algunos militares de aquellos turbulentos tiempos.

La historia, que se va abriendo espacio en medio de tergiversaciones interesadas, va reubicando hechos, personajes y circunstancias. En ella estará, naturalmente, este protagonista tan connotado como peculiar.

J. M. S.



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