Debates políticos
  
						Por Julio Aguiar Carrasco
  Hay que legislar para regular las reglas mínimas de los debates políticos
  ¿Los debates políticos son falsos mitos desde los primeros que enfrentaron a John Kennedy y Richard Nixon en 1960?
  Creo que no. Por el contrario, aquel episodio cambió el rumbo de la política, dando inicio a la era de la telegenia.
  En la “caja tonta” como lo definen algunos, acababa de surgir la política de la visibilidad y nacía el tema de la imagen de la personalización.
  Se integró la política a la sociedad del espectáculo, que luego se profundiza y perfecciona con la evolución técnica de los medios-
  Aquel primer debate de Kennedy, incorporó a la política la imagen, la voz, la ropa, la actitud física, etc., a cualquier campaña electoral.
  Esto se agudizó cuando la televisión incorporó el color; y hoy llega a límites inimaginables por el Internet. Ellos son los grandes foros públicos: son la cancha en donde se dilucidan buena parte de las batallas políticas.
  Los políticos han pasado a ser también “actores”  y las nuevas formas de comunicación pasan a ocupar un papel cada vez más importante en cualquier candidatura.
   ¿Debemos concluir, entonces, que el debate es decisivo en una elección?. No, no tiene porqué. En 1993, Felipe González y Aznar debatieron en España. Existió el consenso de que Aznar había estado mejor: sin  embargo, igual perdió la elección.
   Hay tantos condicionamientos hoy por parte de los candidatos para realizar un debate, que plantean la duda si el  debe o no ocurrir. 
  Yo creo que sí. Hay que legislar para que los debates sean obligatorios: hay que comenzar por modificar el formato. 
  En los Estados Unidos, los debates son regulados por un Comité de Debates Presidenciales, privado, neutral y no comercial. Allí comienzan en las primarias de cada partido, que configuran debates con diez o doce candidatos.
  Me parece demasiado. En España los debates son obligatorios, pero están acotados.  
  Doy estos ejemplos porque me parece claro que en nuestro país hay que perfeccionar y simplificar el sistema. Como decía más arriba, hay que  modificar el formato: más gente participando, posibilidad de que el candidato pueda retrucar, el coordinador debe tener un papel más relevante (por ejemplo, hacer sus propias preguntas) y no limitar las posibilidades de los candidatos.
  El lector dirá, ¿más política?  Este es otro debate, el de racionalizar las etapas electorales, para que no sean tan extensas, costosas y agotadoras.
  Pero si se adecuan los debates, el pueblo tendrá un conocimiento más profundo y variado de sus candidatos. No comprimidos por “la imagen” de los medios sino por su personalidad y conocimientos. ¡Es mucho!					
					
 
  
					
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