Crisis en Erupción

Publicado en El País (20 de noviembre de 2011)

El 1° de marzo, nuestro Presidente, exclamó "Educación, educación y más educación..." y todo el país acompañó ese llamado. Los resultados de las pruebas de evaluación internacional ya habían despertado la alarma: los adolescentes de Uruguay, como los de Argentina, venían retrocediendo. Desde aquellas pruebas hasta hoy, los resultados se han acumulado dramáticamente; recordemos solamente el ingreso a Ingeniería, que mostró que el 92% de los jóvenes que llegaban a la Facultad no poseían el mínimo de comprensión lectora. O sea que sobre la crisis que vivimos ya no hay dos opiniones.

Ahora, se incendió la pradera. Bastó que el Codicen osara introducir la mera posibilidad de que los institutos de enseñanza media pudieran proponer proyectos pedagógicos propios, adaptados a su realidad. La Federación de Profesores descalificó la idea con el absurdo mote de "chilenización del sistema" y de inmediato el Consejo de Secundaria se solidarizó con las tesis de los profesores, invocó una autonomía que no posee y se declaró en rebeldía, sosteniendo que no aplicaría lo dispuesto por el órgano superior. De inmediato menudearon interminables cabildeos y todo indica que el Codicen ha comenzado a retroceder.

La fractura, entonces, ha quedado expuesta. Y ya no ofrece alternativas a los dos dilemas que se enfrentan.

El primero hace a quien conduce la educación. Desde la nefasta ley del gobierno anterior, las gremiales docentes detentan el poder de decisión. No lo poseen los órganos constituidos por quienes fueron electos por la ciudadanía. La resultancia es que está bloqueada toda posibilidad de cambio y de acuerdo nacional, dada la retrógada concepción de la enseñanza que poseen esos núcleos, que aun libran una anacrónica batalla contra el capitalismo y la globalización. Esta cuestión es impostergable y si el gobierno no está dispuesto a modificar aquella ley, todo intento será fallido.

El segundo gran dilema es el concepto mismo de educación: ¿es formar ciudadanos en nuestro actual sistema de libertad, democracia y economía de mercado, como está descripto en nuestra Constitución o, por el contrario, hay que prepararlos para un imaginario socialismo no definido por nadie?

El Consejero Guasco, de Secundaria, representante de los docentes, da la respuesta: parar toda la enseñanza un año y empezar de nuevo sobre la base de lo que se le pida a la educación: "Si yo quiero un mercado que responda a los intereses del sistema capitalista, voy a querer determinada cosa, pero si yo quiero educar a los jóvenes en valores, en solidaridad, en justicia social, además de que aprendan, tendré que requerir una evaluación con otros parámetros". Detrás de las palabras, clara está la intención: para él, educar es adoctrinar.

Este pensamiento engarza con el de la más relevante figura ideológica del Frente Amplio, la Senadora Constanza Moreira (Presidente de la Comisión de Educación) , quien sostiene que "la calidad no es lo que importa", que el tema es que terminen el liceo, aunque rinda poco. "La masificación de la enseñanza secundaria en principio va contra la calidad de la educación porque nivelás para abajo". Pero esa nivelación "es la que "me hizo ser lo que soy".Algo parecido sostiene el Director de Educación del Ministerio, Luis Garibaldi, quien afirma que "la concepción conservadora es excluyente porque la idea es llegar a la excelencia en base a pocos alumnos. "Si el objeto es que aprendan más contenidos y exigir más, el resultado será que tendrás menos alumnos". O sea que renunciemos a tratar de igualar apuntando hacia arriba para que la igualdad de oportunidades sea una escalera de superación y no una resignación a la mediocridad.

Podríamos seguir una interminable lista de citas en la misma dirección. La Comisión del Ciclo Básico de Secundaria, con Inspectores, profesores y delegados gremiales, propuso eliminar los exámenes y que los estudiantes pasen "aunque no dominen las asignaturas de todos los campos de formación".

El tema es claro, entonces. Hay que resolver si existe autoridad pública y jerarquías en el sistema educativo o no. Hay que decidir si queremos formar ciudadanos para esta República y este mundo, o por el contrario prepararlos en contra del mundo laboral en que deberán vivir.

Esta batalla es realmente la del país. De ella podemos salir con el futuro abierto, para que él dependa de nuestro esfuerzo, o ,por el contrario, cerrado aun para lo mejor. Ni más ni menos. Lo preocupante es que el conglomerado de gobierno no tiene una idea clara. Astori es un mundo, las autoridades de la educación es otro mundo y la confusión llega hasta el punto de que el propio Presidente dice que él no sabe pero que de pronto hay que estudiar darle autonomía a todas las ramas de la educación., con lo que sería  imposible armonizar una concepción integral de la educación a nivel a nacional.

Lo único saludable de este conflicto es que todo ha quedado claro. Y ya no hay término medio. O nos preparamos para triunfar en la actual globalización o marchamos hacia una brumosa edad de piedra en que el conocimiento no importa.




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