Con inflación del 13,4 %, el boleto aumentó 37,5 %

Desde que el ingeniero Martínez es intendente, la inflación acumuló una suba del 13.4%, pero el boleto subió en ese período un 37,5%, un ajuste que castiga a la población más humilde de Montevideo. El Intendente había prometido bajar ese precio.

El precio del boleto urbano ha generado pesadillas permanentes al intendente Daniel Martínez, a pesar del escaso tiempo que desempeña su cargo. En el comienzo, por ejemplo, y cuando aun era candidato, el jefe comunal sostuvo que “el precio del boleto va a bajar”; poco después aclaró que era “una frase que reconozco tonta en mí”.

Martínez dispuso una suba de $3 en el precio del boleto a partir del 1º de marzo. Por lo tanto, el valor del ticket común ha llegado a los $33, un incremento descomunal. A este paso, cuando el intendente llegue el final del mandato, el precio del boleto sobrepasará los $40. Por supuesto, nada de esto se trata de elogios. ¿Se imagina, lector, pagar el boleto con un billete de $50?

Este ha sido el cuarto incremento desde que asumió Martínez. En ese momento el valor era de $24. Por lo tanto, la suba ha sido de 37,5%. En el mismo período la inflación alcanzó 13,40%.

La anterior intendenta, Ana Olivera, recibió el precio del boleto a $17 y al cierre de su mandato el valor era de $24; es decir, un alza de 41,17% (en cinco años). Olivera fue duramente cuestionada por estos ajustes; sin embargo, Martínez está a punto de alcanzar estos niveles en la mitad de su mandato.

Un extremo en el que pocos se han detenido a meditar: el boleto céntrico fue creado bajo la intendencia de Olivera y valía $10. Se aplicó en auxilio de quienes, en plena tarea, tenía necesidad de trasladarse con urgencia por 15-20 cuadras. Hoy ese boleto cuesta $24, lo cual constituye un abuso.

Expertos estiman –los trabajadores del transporte también– que el boleto diferencial (contado $33 y tarjeta STM $31) perjudica a la población más vulnerable. Humildes usuarios dispondrán o no del dinero suficiente para recargar la tarjeta.

Ese sistema fue impuesto en noviembre pasado, dos pesos más barato pagando con tarjeta. La realidad indica que esa diferencia fue resuelta para disfrazar el aumento aplicado al precio del boleto común. Incluso Martínez señaló que se mantenía el valor, cuando la suba estaba vigente.

 Asimismo, el pago previo a través de la tarjeta determina una importante recaudación por adelantado, una especie de fondos frescos a las arcas de las empresas.

Los aumentos tarifarios se aplican en forma salvaje, pero los servicios resultan de mala calidad, con horarios distorsionados, resultan lentos, sin comodidad para el usuario.

Existe la necesidad de una reforma profunda al sistema; los cambios parecen lejanos, cuando tendrían que aplicarse de inmediato. La población desencantada de la forma en que viaja. Está cansada, en otras palabras.



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