Cambiar la Enseñanza es posible

Por Luis Hierro López

Es imprescindible que los partidos políticos vayan preparando un acuerdo de fondo para pegar tras 2020 un sacudón progresista en la Enseñanza.

El delegado de los docentes en el Consejo Directivo Central de la Enseñanza, Robert Silva, explicó a la prensa que no hay autoridad ni estrategia en ese organismo. La extraña integración del mismo, de cuyas deliberaciones participan a veces hasta 19 jerarcas, y la falta de prestigio personal y peso de muchos de sus integrantes, agregado a la ausencia de definiciones claras y exigentes por parte del gobierno, hacen que la Enseñanza se encuentre estancada o en retroceso. No mandan los representantes del Estado, sino los de los sindicatos y todo se tranca o se embarra.

En su último editorial, el semanario Búsqueda sostiene precisamente que tras la reforma impulsada por el gobierno colorado de 1995 no hubo en el país ninguna propuesta seria de reforma ni de modernización.

Así las cosas, es imprescindible que Uruguay vaya cambiando su mentalidad, para lo que los aportes de la asociación civil Edu Uy 21 son muy importantes, porque apuntan precisamente a sembrar las condiciones de acuerdos programáticos de larga duración.

Para cambiar la Enseñanza será necesario que todos los partidos acuerden políticas de Estado. Si el Frente Amplio sigue en el gobierno en 2020, tendrá que revisar a fondo su obcecada posición monopolista que le llevó a excluir a la oposición del Codicen, un revanchismo corto y menor. Si gana la oposición, habrá necesariamente que incluir al Frente, tanto en el diseño como en la aplicación de las nuevas políticas.

Pero a la vez, habrá que contar con el respaldo y la comprensión de los sindicatos, si bien es inevitable reformar la ley y mantener su integración en los Consejos pero sin voto, para que no tengan el derecho a veto que ha caracterizado su gestión hasta ahora. Los sindicatos deben participar, pero es claro que un país con vocación republicana, la autoridad le corresponde a los mandos políticos y a los delegados técnicos que estos designen y no a las corporaciones. Si esto no está claro, no habrá reforma posible.

Dadas estas condiciones en 2020, será posible diseñar y concretar un acuerdo político de larga duración que involucre y comprometa a todos los partidos y que ubique las metas para dentro de 15 o 20 años.

Ese es un gran propósito político y programático para el Partido Colorado, que siempre ha mostrado, a lo largo de su historia, su voluntad reformista y su capacidad para diseñar y aplicar grandes entendimientos.



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