Por Daniel Torena
En 1823, se levantaron en armas varios antiguos oficiales artigusitas leales al ideario del General Don José Artigas, en el exilio en Paraguay, contra el poder usurpador de la libertad del Pueblo Oriental, el Imperio del Brasil. El Teniente General Carlos Federico Lecór, Barón y luego Vizconde de la Laguna, ordenó reprimir con toda la fuerza militar a todos los patriotas que no querían estar bajo el yugo del Emperador Pedro I del Brasil, como antes tampoco su padre del Rey Don Juan VI Rey de Portugal.
La orden fue de una feroz represión contra orientales sin ninguna piedad con juicios sumarísimos y ejecuciones en la mayoría de los casos. El Capitán Milicias Artiguistas, luchó en los montes y ríos de la campaña oriental atacando las retaguardias de los imperiales en varios puntos, provocando bajas al enemigo y también la muerte de muchos orientales, desde la Cuenca del Rio Santa Lucía al Rio Negro. Luego de luchar en enfrentamientos muy desiguales ante un enemigo muy superior en recursos materiales y armamento, el valiente Capitán Pedro Amigo fue capturado antes que pudiera huir a Buenos Aires, junto a otros Jefes como Simón del Pino, también hombres de gran valía que habían luchado hasta el final y que pensaban en el futuro invadir nuevamente el territorio de la antigua Provincia Oriental, lamentablemente transformada en Provincia Cisplatina primero con los portugueses y los brasileños imperiales con el nombre de Estado Cisplatino. Todo contrario al ideario republicano y democrático del Artiguismo, para los Pueblos Orientales, que vieron como perdieron su soberanía y pasaron a ser súbditos de un monarca extranjero y no ciudadanos y hombres libres.
El Capitán Pedro Amigo, fue llevado por orden de Lecór a Villa Guadalupe para que fuera condenado a muerte en su juicio sumarísimo y ejecutado públicamente como un "reo criminal" y no como un militar que luchaba por la libertad de su pueblo.
Por temor, ningún abogado del territorio oriental se animó a defender al Capitán, solo la figura noble y patriota de Don Joaquín Suárez se animó a defenderlo como Alcalde de la Villa Guadalupe elegido por sus vecinos. Fue un acto temerario porque se exponía a la represalia del invasor indudablemente, como era su costumbre por esa razón ningún letrado defendió a Pedro Amigo.
Lecór quería ejecutarlo con la terrible condena a muerte del llamado "torniquete "o garrote vil" que se aplicaba a los peores criminales, con un madero y gruesas cuerdas que se iban apretando lentamente con un terrible sufrimiento para el condenado hasta su muerte al cortarle la total respiración. Era un acto salvaje y bárbaro que Lecór quería que fuera en la plaza de la Villa Guadalupe para que fuera ejemplarizante y provocar el terror a todo aquel que desafiara el poder del Imperio.
Suárez en base a las Siete Partidas del Rey Alfonso X el Sabio, del antiguo Reino de Castilla en la Edad Media, logró que el Juez del Crimen reconociera su fuero militar porque había luchado por una causa noble y no era un criminal. Igualmente, el Capitán Pedro Amigo fue sentenciado a muerte por fusilamiento públicamente en la plaza de la Villa Guadalupe, el 22 de setiembre de 1823, era una muerte rápida y digna para un soldado y no lo otro.
En las primeras horas de la salida el sol, del 23 setiembre de 1823, luego de las oraciones del cura de la Parroquia de Guadalupe, recién llegado el ilustre y patriota Pbro. Juan Francisco Larrobla, fue fusilado en la plaza, sólo el Cura Párroco y Don Joaquín Suárez lo acompañaron hasta el final. Pedro Amigo entregó su vida por la Patria, el mismo día que en 1850 falleciera en el Paraguay el General en Jefe de los Orientales, Don José Artigas.
Pedro Amigo fue sepultado en el Cementerio de la Iglesia Parroquial, actual Catedral de Canelones.