Atrasados y reaccionarios

Por Luis Hierro López

Algunos dirigentes del Frente Amplio y sindicalistas que posan de progresistas y revolucionarios, son profundamente atrasados.

Las expresiones del secretario general del Pit-Cnt, Marcelo Abdala, sobre Venezuela, que se comentan en varios artículos de esta edición de Correo de los Viernes, son expresivas de un pensamiento que se viste de progresista pero que es profundamente atrasado y reaccionario.

En pleno siglo XXI es reaccionario defender a cualquier dictadura, sea del signo que sea. Sesgar la defensa de los derechos humanos y de las libertades según el signo de los autoritarismos de turno es andar con los ojos en la nuca, es negar los avances indudables que la humanidad y la democracia han tenido en las últimas décadas y es por lo tanto un retroceso ideológico y moral.

Los marxistas de toda índole invocan un pensamiento del siglo XIX que notoriamente ha sido superado. Hasta mediados del siglo XX podría discutirse si los dogmas marxistas eran válidos o no, pero actualmente eso es imposible por anacrónico. La defensa de los regímenes comunistas y sus horribles crímenes es insostenible, mientras que los argumentos a favor de la revolución cubana o de la caricatura venezolana son cómplices de sistemáticos atentados a las libertades. Lo único que identifica a estos revolucionaros es su ancestral antiyanquismo, pero no hay ninguna idea ni utopía visible que los pueda congregar.

A su vez, los reaccionarios vestidos de progresistas recurren a sus atajos habituales, que luego todos ellos repiten sin pensar y con disciplina. A veces invocan al pueblo, a veces a la defensa de la soberanía, del patrimonio nacional o de las empresas públicas. Ahora hablan por ejemplo, en el plano internacional, del “golpe de estado parlamentario” en Brasil para evitar un juicio sobre la corrupción institucional de Lula y el Partido de los Trabajadores, en una actitud intelectualmente deshonesta e inaceptable. En esa línea, la senadora Constanza Moreira puso excusas para justificar la corrupción de la familia Kirchner. La corrupción, así como las dictaduras, es repudiable siempre.

Tampoco es progresista ni virtuoso dirigir una organización sindical que se resiste por todos los medios al voto secreto y a la representación auténticamente generada. El día en que los dirigentes sindicales sean electos por voto secreto podrán invocar al pueblo uruguayo –como hizo atrevidamente Marcelo Abdala en Venezuela– y a los trabajadores en su conjunto, estén agremiados o no.

Mientras tanto, estos supuestos revolucionarios representan únicamente sus intereses sectoriales y partidarios, Se basan en viejas ideas y prácticas de enfrentamiento e intolerancia y se oponen a los avances reales de los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos.



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