Américo Ricaldoni
A continuación reproducimos la carta del Dr. Sanguinetti tributando homenaje al recientemente desaparecido ex vicecanciller y ex senador Ricaldoni, publicada por el semanario “Búsqueda” en su edición de ayer, jueves 6 de noviembre.
Con el fallecimiento de Américo Ricaldoni el país ha perdido una figura cívica de elevadas calidades, que descolló en la política, el deporte y la academia.
Nacido en 1930 y recibido de abogado en 1959, se especializó en el Derecho Internacional Privado, integrando esa cátedra como adscripto. Publicó numerosos trabajos académicos y actuó como miembro y Secretario de la Asociación Uruguaya de Derecho Internacional. Socio correspondiente de las academias de México y Río de Janeiro, se destacó, durante varios años, como miembro del Comité Jurídico Interamericano.
En el plano político fue Subsecretario de Relaciones Exteriores en los años 1971-1972, tiempos muy difíciles, en que hubo que superar complejas situaciones que ratificaron no solo su capacidad técnica sino su fino sentido político.
En los años de la recuperación democrática actuó con brillo propio y ello le valió ocupar por tres períodos una banca en el Senado en representación del Batllismo. Entre 1985 y 2000 se erigió en ineludible referente parlamentario, cuya opinión pesó en todos los debates de ese tiempo de reconstrucción democrática. Fue miembro informante de la reforma constitucional de 1996 y reiterado presidente de importantes comisiones del Senado.
El deporte le llamó tanto en el plano de su práctica (automovilismo y tenis) como en su dirigencia. Integró la Comisión Directiva del Club Atlético Peñarol y ejerció la Vicepresidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol, donde actuó hasta ahora en su Tribunal de Honor. Asimismo, presidió el Club Uruguayo de Rally e integró la Comisión Deportiva del Automóvil Club.
En los últimos tiempos se abocó a su profesión y durante varios años integró el directorio de la firma Lestido, donde dejó un grato recuerdo entre la gente de trabajo.
Más allá de esta vasta actuación pública, Américo Ricaldoni representó una generación que en el plano cívico jamás desfalleció en la lucha democrática, ni en los tiempos de la turbulencia guerrillera ni en los oscuros años de la dictadura. Lo hacía, además, con una inteligencia y un señorío que le permitieron alcanzar generalizado respeto. En lo personal, despedimos con estas líneas a un amigo con el que compartimos largas jornadas de camaradería, lucha y esperanza.
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