Edición Nº 1041 - Viernes 27 de junio de 2025

Al estilo Batlle y Ordoñez

Por Julio Aguiar Carrasco

El 21 de mayo próximo es fecha del nacimiento de Batlle y Ordoñez. Para los colorados siempre es un día de reflexión, más en estos tiempos en que el partido y el país encaran un futuro difícil.

¿Qué escribir de Batlle que ya no se haya dicho? El batllismo sigue siendo la grifa de una gran marca, el ADN de la sociedad uruguaya.

Si algo hizo Batlle notablemente bien, fue entender su época. En Europa aprendió y comprendió las corrientes filosóficas que debatían, discutían y hasta guerreaban entre sí. Espiritualista, humanista, racionalista, krausista, creó la democracia moderna en nuestro país. No fue únicamente una construcción política, sino también cultural y social.

Con una visión fantástica del porvenir, lanzó al Uruguay veinte o treinta años hacia el futuro, batllistizando la sociedad.

Batlle se ha transformado en un mito. Y como tal, trasciende el tiempo.

¿Qué haría Batlle hoy si viviese y fuese electo presidente en las próximas elecciones presidenciales del 2019?

Las diferencias de épocas y circunstancias históricas son inmensas. Es muy difícil trasplantar a una figura de su dimensión, ubicado en un tiempo tan distante de este.

El mundo a comienzos siglo XX, tenía un futuro más previsible, pues los cambios se producían más lentamente.

El mundo de hoy está en las antípodas. Cien años es mucho, pero además qué cien años. En los últimos 30, con la inmensa revolución silenciosa, el mundo ha cambiado más que en el resto de su Historia.

Vivimos con un futuro imprevisible. Todo se modifica y, por primera vez en la historia, los jóvenes les enseñan a sus padres.

Eso sí, Batlle nunca hubiese pertenecido a un frente político integrado por grupos totalitarios o violentos. Ha sido, es y será siempre colorado, porque no creía en la lucha de clases y sí en el reformismo.

Era un hombre de acción. No vivía quedado como lo hemos estado en estos últimos quince años. El país vive hoy como paralizado, quieto, sin tener claro hacia dónde debe ir.

Batlle le imprimió al Uruguay un ritmo de cambio alto, pasando rápidamente de la idea a su concreción.

Y no mucho más. Sería arriesgar hasta el ridículo si adivinara que más podría haber realizado en nuestro tiempo.

Si puedo decir, con una enorme tranquilidad, que hoy los batllistas, con el ejemplo moral y político de Julio María Sanguinetti, bajando a la cancha y marcándonos el camino, estamos encarando el futuro con los viejos principios porque son eternos: y con la frescura de un futuro que lo construiremos con audacia y coraje. ¡A lo Batlle y Ordoñez!

No es tradicionalismo, tampoco nostalgia: es un tema de actitud, de excelencia y de autoridad.



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