A vuelo de pájaro, repaso al 2020

Por Tomás Laguna

Puede resultar más interesante de lo habitual el ejercicio de pasar raya al cabo de un año que se hizo impredecible en el mismo transcurso de sus meses. Procuraremos resaltar los hechos más significativos, los que no dejan de ser una evaluación subjetiva según los criterios de quien esto escribe.

El verano pasado trascurrió con la enorme expectativa del cambio de gobierno y la reorientación en la gobernanza, esperanzados por un fuerte viento fresco de recambio en la conducción de los destinos de la República. Pero no empezamos bien, las fricciones de arranque se hicieron sentir a partir de mañosas prácticas del gobierno saliente procurando endosarle costos políticos al entrante. Fue una "agachada" casi infantil la negativa de actualizar las tarifas públicas, tal cual hubiera correspondido al inicio del año, dónde debemos incluir lo propio con los valores de arrendamiento del INC a los colonos arrendatarios (se podría decir que el valor de estos arrendamientos es asimilable a una tarifa publica más para los beneficiarios del instituto). En este último caso el efecto se arrastra hasta el presente, con fuertes críticas al actual directorio del INC por un ajuste que debió asumir los rezagos heredados de la anterior administración.

Ya en las previas y desde el inicio del nuevo gobierno quedó instalada la necesidad de una revisión de la institucionalidad agropecuaria. Fue motivo de controversias las nuevas facultades que se le incorporaron al INAC, algunas de las cuales ya venían de la ley de inocuidad de alimentos y otras en la LUC, por la cual debía asumir la habilitación y control de las carnicerías de todo el país, distrayendo recursos de su objetivo principal, la captación, acceso y permanencia en los mercados externos. No escapa a esta controversia la instalada en la propia ley del presupuesto en el torpe intento por desarticular el sistema de cofinanciamiento público privado del INIA. Finalmente resuelto con cierto ingenio, procurando respetar la ley original a la vez de darle a la actual administración de gobierno la posibilidad de eludir en los próximos 5 años el compromiso de aportar recursos igualando la contribución realizada por los productores rurales. Para cerrar este capítulo, recientemente se generó un gran ruido mediático al intentar la directiva del Instituto Plan Agropecuario actualizar sus remuneraciones, la que sufrían un fuerte rezago luego de varios años de ajustes menores al que correspondía. Más allá de toda otra consideración, esto puso al desnudo la necesidad de volver a analizar los recursos destinados a la amplia red de instituciones que operan en el agro, su origen, sea de rentas generales o por impuestos pre asignados, y lo más importante, el valor estratégico que pueden tener hoy cada una de ellas, sin cuestionar su relevancia en otros momentos de la historia del país. Hemos reclamado que así como se constituyó una comisión de expertos para la reforma de la seguridad social, debe organizarse un ámbito de similares características para rediscutir la institucionalidad agropecuaria toda. En sus competidos y en la cuantía y origen de sus recursos. Instituto Nacional de Colonización incluido.

Como situación singular, vale mencionar que recién asumido el gobierno, a poco de declarada la pandemia, con las restricciones que esto significaba para una economía que venía malherida sumado a los elevados costos para atender las previsibles emergencias sociales, desde el gobierno se convocó a las gremiales del agro procurando legitimar mayores aportes para el fondo del coronavirus. Así fue que se acordó desviar recursos que correspondían al INIA así como un generoso aporte desde las arcas de INAC. Más allá de cualquier justificación altruista, no fue nada elegante que las gremiales rurales a través de sus directivas dispusieran de fondos que no les pertenecen y sobre los cuales no tienen arbitrio. Fue aún más enojosa la situación cuando las gremiales avalaron un aporte de los ganaderos a partir de la eliminación del crédito generado ante DGI a partir del pago del impuesto municipal a la venta de semovientes. Esta suerte de liberalidad con dineros ajenos no necesariamente fue bien recibido por los productores, con muchos enojos hasta el presente.

Hechos gratos que merecen mención. Luego de la declaración de emergencia sanitaria nacional y consecuente cese de actividades de la enseñanza, la reanudación de las actividades escolares fue posible a partir de las escuelas rurales. Por mediados de abril, fue en una escuelita rural de Durazno, allá por "dónde el silencio desorienta al viento", al decir de Rubén Lena, transformándose en centro de atención de todo el país. Decíamos por entonces que aplaudíamos la iniciativa del gobierno situando las esperanzas entre los más postergados, haciéndolos actores de referencia en una sociedad atribulada.

En otro orden, allá por mayo se desató en el ambiente parlamentario y desde filas de la coalición de gobierno un furibundo ataque a la forestación, el cual persiste hoy en el proyecto de ley al que nos hemos referidos en ediciones pasadas. La libertad de empresa, la economía de mercado y los valores básicos de la democracia liberal no conjugan con los populismos, no importa de qué signo sean.

Por mediados de año el ambiente agropecuario se agitó frente a la posibilidad de que la plaga de la langosta llegara a nuestro país desde el noreste argentino. Las imágenes que llegaban de la destrucción de cultivos y montes frutales al paso de las mangas de langosta eran desoladoras. Se activó un sistema de emergencia con aviones fumigadores y grandes cantidades de insecticidas a base de fipronil y cipermetrina, principios activos fuertemente cuestionados. Por entonces mencionamos el legado de la langosta, esto es que sin agroquímicos no es posible producir alimentos, relativizando las románticas iniciativas de la agro ecología, tan políticamente correctas como irreales. Por el contrario, la agricultura comercial de última generación se consolida en el agro negocio, este año con buenos rindes en trigo, con una entusiasta siembra de arroz a partir de una buena colocación de la zafra 2020 sumado a los promisorios valores para la soja que se harán reales en tanto llueva. Esto sin desconocer la pujanza de otros cultivos alternativos.

Merece mención particular la ganadería de carne. En el 2020 el rodeo nacional se vio incrementado en un 7% respecto al año anterior, la producción de terneros en un 12% orillando los 3 millones. Lo que da cuenta de un rubro pujante, no obstante enfrenta amenazas permanentes en los mercados mundiales a partir de ataques sistemáticos tanto al sistema productivo como al producto carne. Decíamos que desde la ideología surgen las reivindicaciones ambientalistas, desde la ideología y no de otra razón surgen los defensores de dietas adversas al consumo de carne. La tarea de INAC no es menor, y vale la referencia a lo ya expresado en cuanto al valor estratégico de este instituto.

La creación de la Dirección Nacional de Seguridad Rural fue un hito importante a mencionar en los logros del Poder Ejecutivo. No podemos obviar su mención.

Capítulo aparte la eternidad en las negociaciones MERCOSUR UE, cuando parecía todo encaminado surgió la posibilidad de que Argentina se bajara de las mismas, felizmente luego desmentido. Pero ya avanzado el año la amenaza mayor surgió del propio parlamento europeo, liderando Francia, como no podía ser de otra manera, las denuncias ya a esta altura paranoicas contra el MERCOSUR. Nuevos capítulos y sainetes vendrán, no obstante los más optimistas no dan por perdida la negociación. Entretanto, sin mayor relevancia oficial, se conmemoraron los 25 años de los acuerdos de la Ronda Uruguay del GATT, lo que sirvió para que con cierto candor (entre los que nos incluimos) se siga reivindicando el multilateralismo, sistema de comercio con pronóstico reservado.

Para cerrar esta evaluación una mención del valor estratégico del agro negocio de exportación en la paulatina recuperación de la economía, tan dependiente de las exportaciones de bienes y servicios. Del total de los bienes exportados, aquellos de origen agropecuario significaron este año el 80%, 3 puntos más que en el 2019. No obstante cierta concentración en productos (carne + madera + oleaginosos suman el 51%), la mayor preocupación es la concentración en mercados. Agravado esto último por el elevado índice de vulnerabilidad comercial, indicador de una inadecuada estrategia de inserción internacional de nuestro país. Situación que contrasta con lo realizado por nuestros competidores externos a la región (Argentina y Brasil adolecen del mismo mal que Uruguay). Acaso uno de los desafíos más importantes para los años próximos, con definiciones estratégicas que de una buena vez rompan con lo actuado en los últimos 15 años.

Nuestra economía, aun cuando maltrecha, seguramente superara la crisis del 2020. En el agro negocio de exportación está la gran respuesta para que en el 2021 se consolide el esperado proceso de recuperación.




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