Zenda o la agonía de la industria nacional

Por Tomás Laguna

Se aduce una caída en la demanda mundial de cueros para tapizados por parte de la industria automotriz, pero lo cierto es que nuestras industrias son incapaces de soportar la mínima alteración que implique menores precios en la colocación de sus productos. El drama de Zenda es el golpe de gracia a un país sin rumbo.

Los obreros, los asalariados de nuestro país, son en su significativamente enorme mayoría padres de familia que desean llegar a fin de mes, que no quieren que a sus hijos les falte lo necesario para su educación y bienestar, que sueñan con mejorar su condición económica en función de su esfuerzo personal. No están pensando en la confrontación ni el resentimiento, no cultivan el odio de clase ni el fatalismo de un destino predeterminado por su condición social. Solo anhelan la estabilidad laboral necesaria para trascender mediante su esfuerzo personal y poder contribuir a que sus hijos logren superar lo que ellos mismos lograron por su esfuerzo, y finalmente ver crecer a sus nietos bajo mejores condiciones que las suyas propias. Esta y no otra es la motivación de las 370 voluntades que padecen hoy la angustia de quedar sin trabajo ante una nueva empresa industrial que reduce personal por falta de competitividad en la colocación de su producción en los mercados externos.

Consolidada como industria exportadora de cueros por don Walter Branáa, descendiente de inmigrantes franceses que tenían por oficio la elaboración de calzados, la curtiembre se constituyó en el mejor ejemplo de lo que logra el esfuerzo personal tras una idea que se va construyendo paso a paso. Dando razón al Dr. Pedro Figari, que argumentaba que los empresarios surgen de los oficios y como tal fue impulsor de la Escuela de Artes y Oficios, hoy Universidad del Trabajo, siguiendo los pasos de su abuelo, francés y zapatero, don Walter Branáa construyó con su capacidad emprendedora la curtiembre más moderna y avanzada del país. Con la globalización del gran capital, MARFRIG primero, JBS luego, se hicieron de la propiedad y control de esta moderna empresa que era capaz de equipar con sus cueros los asientos de las marcas de auto más exigentes.

Si algo caracterizó a esta empresa fue la calidad superior en los cueros terminados y semi terminados (precisamente es esta última la planta que se cierra). De hecho logró exportar a los mercados más exigentes, precisamente abasteciendo la tapicería de autos de alta gama. En los últimos años, sus actuales propietarios hicieron fuertes inversiones en tecnología para adaptarse a las mayores exigencias de estos mercados de modo de lograr mantenerse en ellos.

Por lo menos desde 2016 sus autoridades están alertando al gobierno sobre las dificultades crecientes para mantenerse competitivos en función de los elevados costos para producir en nuestro país. Varios fueron los reclamos. La viruta que resulta del cuero tiene colocación en el mercado italiano, pero por disposición de DINAMA no se permitía su exportación y se les obligó a su procesamiento como deshecho, cambiando un posible ingreso por un enorme costo. Se hicieron planteos incluso a nivel del Parlamento, se trataba de exportar un deshecho a un mercado europeo dónde las exigencias ambientalistas son extremas. La inflexibilidad fundamentalista del director de DINAMA lo impidió.
 
En otra oportunidad se mantuvieron reuniones con las gerencias de UTE y OSE, dos insumos relevantes de esta industria. En ambas oportunidades se les contestó que estaban en el mostrador equivocado, que las tarifas podían ser más bajas pero no dependía de ellos. Debían dirigirse al Ministerio de Economía. Dónde nunca fueron recibidos.

También hicieron planteos al Ministerio de Industria. La por entonces Ministra Cosse los recibió en más de una oportunidad. Para oírlos, porque nada resultó de estas reuniones.

Si bien la reducción de personal se iba realizando por tandas, a fines del 2017 se despidieron de una sola vez 100 operarios. La alarma ya era naranja. En todas las oportunidades la situación fue previamente advertida a las autoridades del Ministerio de Trabajo. El gobierno siguió sin responder.

El gobierno se desvela por otorgar a una multinacional finlandesa todas sus exigencias para que invierta en una nueva planta de celulosa, se obliga para ello en faraónicas inversiones. Eso si, no es capaz de atender los desesperados reclamos de empresas instaladas, consolidadas a partir de su presencia en los mercados más exigentes del mundo utilizando tecnología de última generación capaz de competir internacionalmente. Pero además, y aunque parezca trivial y romántico, que responden al esfuerzo de varias generaciones de uruguayos construyendo puestos de trabajo y trascendiendo a los mercados más exigentes y de mayor valor.

En la indignación, ¿que se puede decir? ¿Que adolecemos de hombres y mujeres de gobierno necios, displicentes, incompetentes? ¿O es un combo de todo lo anterior? La incomprensible actitud de DINAMA no debe extrañar, depende de la misma Secretaria de Estado que niega la firma a nuevos eventos transgénicos ya autorizados y utilizados en la región, quitándole competitividad a nuestra agricultura de exportación. El fundamentalismo ideológico prima en las decisiones de un gobierno que no actúa como tal, el Presidente apenas es un coordinador de voluntades dispersas que no responden a las exigencias de un país que pide a gritos ganar en competitividad. Los ministros y sus directores inmediatos no son otra cosa que cómodos burgueses que regodean sus vidas en el facilismo de sus prebendas, no pasan ellos por las urgencias de los obreros que año tras año van quedando en la calle... que le importa al director de DINAMA si una curtiembre es más o menos competitiva, el cumplió con sus preceptos fundamentalistas y como tal queda redimido ante el altar de los tecnócratas. Ni que hablar de la necedad más absoluta o la frivolidad rayana en la incompetencia a nivel de los Ministerios de Economía e Industria. Y la ministra Cosse tiene el tupe de reivindicarse como candidata a la presidencia... pobre país...

El Uruguay batllista construyó un país donde el hijo del obrero podía ser presidente de la República, y sino que lo desmienta el Dr. Tabaré Vázquez a partir de su propia historia. La estupidez socialista ha logrado destruir este paradigma. La curtiembre Zenda es una víctima más.



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