Una cuestión de actitud
 La fotografía adjunta circuló profusamente por las redes. Cuatro policías en una esquina céntrica, atendiendo a sus celulares en actitud despreocupada, ajenos a sus responsabilidades de vigilancia y de disuasión. Lamentablemente, esa es una imagen que se ha vuelto habitual.
Un ex Ministro de Interior siempre relata que, estando en funciones y manejando su auto particular, vio a un policía que estaba parado en una esquina no muy céntrica, vestido con su uniforme pero sin pararse como corresponde, recostado contra una pared, desaliñado y haciendo gala de su barriga prominente.
El automovilista de entonces se detuvo y se bajó, ante la sorpresa del agente que recién en ese momento se dio cuenta de que era su jerarca, quien optó por hablar con el funcionario, diciéndole que, si bien podía sancionarlo, por esa única vez quería únicamente advertirle que estaba haciendo las cosas mal y que el policía debía mantener una postura vigilante, serena pero firme, con disposición atlética y con cuatro ojos, en una actitud que por sí sola impusiera autoridad.
Esta anécdota, real, ocurrió hace años, y se trató de una excepción, cuando no había teléfonos inteligentes, ni facebooks ni whatsapps. Pero ahora los casos de esa índole tienden a generalizarse y es común encontrar a policías como los que registra la fotografía, atendiendo a los chismeríos de las redes en vez de dedicarse a lo que ocurre en la calle.
Hay por lo menos dos problemas que explican la negativa situación: la formación policial, que ha perdido calidad y exigencia; y la indisciplina que el Ministerio de Interior ha permitido, a través de jefes ineptos y ascendidos políticamente que son incapaces de imponer la cuota de autoridad que corresponde, que miran para el costado y que no pueden ni saben sancionar a los subordinados.
Por lo menos es oportuno que el control que ejerce la gente se haga presente. Hoy las redes, que suponen a veces un canal para malos hábitos, pueden servir también para denunciar a los servicios que andan mal, de forma que la opinión pública pueda exigir a los jerarcas que cumplan con su deber.
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