Un Frente más angosto

El todavía reciente fallecimiento del Cr. Astori, heredero del Gral. Seregni y líder indiscutido del centrismo democrático frentista de las últimas décadas, terminó de confirmar una realidad que desde hace varios años se ha venido haciendo patente: el ala moderada de la izquierda vernácula está extremadamente menguada, prácticamente desaparecida. Aunque en época electoral se pretenda soslayar, de "amplio" al Frente le queda muy poco.

"Al Frente amplio se lo disputan los comunistas y los tupamaros. Ese concepto reduccionista, dicho así o con palabras más leves dependiendo del emisor, se ha convertido en uno de los principales argumentos de la coalición gobernante para tratar de convencer a los votantes de que estamos ante la versión más radicalizada de la izquierda", escribió hace pocas semanas el periodista Leonardo Pereyra en su habitual espacio en El Observador.

Aunque Pereyra relativiza el mote "radical" que algunos miembros de la coalición lanzan sobre Orsi y Cosse, reconoce en su columna que la "moderación" de la corriente impulsada por el Cr. Astori, heredera del seregnismo, "ha ido perdiendo peso en la izquierda, situación que se profundizó con la muerte del exministro de Economía y exvicepresidente". Bergara, quien se suponía levantaría las banderas del centrismo democrático, no sólo ha ido perdiendo fuerza en la interna, con una fuga de dirigentes que amenazan la viabilidad de su candidatura, sino que también ha asumido un discurso menos moderado.

El candidato que en 2019 se quejaba de que "la derecha" había instalado el término "dictadura" como parteaguas de la campaña, no tuvo empacho en compartir una noticia del diario oficial de la dictadura cubana, Granma, para festejar el 65 aniversario de la revolución cubana. Fue en enero de este año que Bergara escribió: "Hoy comienza el año 65 de la Revolución Cubana. Su gobierno declara que la consigna de la hora es emprender ‘la gran tarea de cambiar todo lo que deba ser cambiado'. Si lo logran, Cuba dará al mundo una segunda gran lección. La primera fue que la dignidad no se negocia por poderoso que sea el adversario."

Aunque las encuestas suelen tener problemas para estimar con precisión las internas, la tendencia no es favorable para Bergara. El otrora indiscutible candidato moderado, marca entre cuatro y siete puntos porcentuales en todas las encuestas que se han presentado de momento. Y luego de los números, las fugas... Durante meses, "fuentes frenteamplistas" volcaron en los medios el rumor de que la candidatura de Bergara estaba siendo considerada debido a la poca adhesión que ésta lograba. El propio dirigente llegó a decir, naturalmente ofuscado, que él "no discutía con fuentes".

El lunes pasado, las agrupaciones frenteamplistas "Magnolia" y "Plataforma" retiraron su apoyo a Bergara y anunciaron que trabajarán en la campaña del exintendente Yamandú Orsi. "La polarización electoral total en el mapa político interno con dos opciones que ya fueron adoptadas por el clamor popular frenteamplista con amplitud y contundencia [llevaron a tomar la decisión]", justificó uno de los grupos. El razonamiento es claro, la elección se la disputan el MPP, por un lado, y el Partido Comunista, junto al radical y hoy auxiliar Partido Socialista (otro que fue brutalmente vaciado de moderación), por el otro. No es "reduccionismo", como argumenta el citado periodista, es la realidad.

Por razones biológicas, primero, e ideológicas, luego, la realidad política del Frente (ex Amplio) ha cambiado radicalmente. Sin un Seregni, un Vázquez o un Astori, la influencia viene ahora del lado del movimiento sindical, que también se ha radicalizado, y con el que ya no se oculta -ni se cuidan las formas- la relación. El presente período de gobierno ha sido una muestra clara de ello. Recordemos las acusaciones en pandemia, los caceroleos y los apagones que organizaba el propio Pereira -otrora dirigente moderado y respetado- antes de convertirse, poco tiempo después, en el presidente del frentismo.

Ni hablemos de la LUC o la más reciente sequía. Todas oportunidades en las que la izquierda política y sindical demostró su pequeñez republicana, su mezquindad política, sus ambiciones más bajas de poder. Es, pese a quien le pese, la peor versión del frentismo. La misma que, mientras defiende a los regímenes de Cuba y Venezuela, dice -en su programa único- que en el Uruguay de hoy se practica un modelo "neoliberal excluyente de desigualdad" con "políticas privatizadoras" que han procurado "por todos los medios" desarticular "los avances populares que el país alcanzó en la etapa anterior".

Nunca mejor dicho: en el Frente, "es lo que hay"... 




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