Sin bajar el Arancel Externo Común, se limita la flexibilidad

Por Alvaro Valverde Urrutia

La decisión del presidente Bolsonaro de adelantar la fecha de la Cumbre del Mercosur que se realizará en Bento Gonçalves, Río Grande del Sur, este jueves 5 de diciembre,  con el objeto de que no participe el electo presidente argentino, Alberto Fernández que asume el 10 de diciembre, generó la molestia y el rechazo de éste. Además, de la no presencia de Fernández, tampoco asistiría el electo presidente uruguayo, Lacalle Pou, que estará representado por un funcionario de cancillería de su confianza.

Pero se espera poco de esta reunión, que quedaría una vez más sin logros concretos, en parte por los cambios de gobiernos en Argentina y Uruguay.

El gobierno brasileño invitó al nuevo gobierno interino de Bolivia, enviando una invitación a la presidente, Jeanine Áñez, pero respondió que no participará y que el gobierno estará representado por la ministra de Relaciones Exteriores, Karen Longaric.

Si bien no se precisaron las razones por las que Áñez no concurrirá a la cumbre, ya que Bolivia está en un proceso de adhesión al Mercosur, así como la relación con Brasil estaba bastante decaída, durante el mandato de Evo Morales por sus diferencias ideológicas con Bolsonaro. Pareciera, que con más razón debería concurrir la presidente interina para mejorar el vínculo con el presidente brasileño.

El motivo de la no presencia, podría estar ligado a que Brasil es el principal mercado internacional para el gas natural boliviano. Y, estimamos que una posible razón para no asistir podría ser que este año se vence el contrato con Brasil y para Bolivia es un aspecto estratégico la renegociación del mismo. Y Brasil pretendería reducir la compra del gas natural a Bolivia o al menos sugiere renegociar el contrato a su vencimiento. Ante lo cual se opondría el gobierno boliviano.

El principal tema de la agenda de la cumbre será la posible rebaja del Arancel Externo Común (AEC) del Mercosur, que no tendrá una definición concluyente en esta reunión. La cumbre no va a adoptar una decisión o resolución con gobiernos que están terminando su mandato y otros que están por asumir. 

Otro de los temas de la agenda sería que los cuatro países miembros firmarían el acuerdo con la UE. Este será el comienzo para que el tratado de libre comercio pueda ser ratificado por los respectivos parlamentos, aunque en el caso argentino Macri deja el gobierno en 5 días y después requerirá del imprevisible apoyo político de Fernández en el Congreso para su aprobación.

También, la cumbre consideraría las negociaciones de los nuevos acuerdos de comercio a celebrar con Canadá, Singapur y Corea del Sur.

La intención del gobierno brasileño es tender a la baja del AEC para los bienes de terceros países, este es un tema que genera preocupación, en especial, para el nuevo presidente Fernández y el sector industrial argentino.

El electo presidente Lacalle Pou, también, ha manifestado por el momento su preocupación sobre la rebaja del AEC, pareciendo acercarse a la postura de Fernández. La intención de Lacalle sería la de frenar, al menos al presente la rebaja arancelaria del Mercosur propuesta por Bolsonaro, con el objeto de no perjudicarlo. Para ello, se basaría en que si Brasil avanzara sin el consenso del nuevo gobierno de Fernández se podría quebrantar el Mercosur.

Pero, se debe tener presente que de no rebajarse el AEC, se limita la pretendida flexibilidad comercial; así como la unilateralidad o la no necesaria participación de todos los socios en los acuerdos comerciales con terceros países y, también, la posibilidad de constituir una mera zona de libre comercio en el Mercosur.

El papel que debería cumplir el nuevo gobierno uruguayo en la nueva proyección y modelo del Mercosur, sería, entre otros, impulsar negociaciones orientadas hacia Tratados de libre Comercio; así como impulsar la flexibilización comercial del Mercosur.

Por consiguiente, el nuevo gobierno presidido por Lacalle Pou, estimamos debería tener una posición más próxima al modelo de mayor apertura comercial que persigue Brasil para el Mercosur, relativo a la flexibilización normativa comercial; así como a la rebaja o eventual reforma del AEC (que esta perforado, licuado y prevalecen los aranceles nacionales), entre otros.

También, la postura de Lacalle Pou se enmarca en que Uruguay tiene la oportunidad de ser la bisagra o mediador entre Argentina y Brasil. En estos días mantuvo contactos con Fernández y Bolsonaro. Sobre el gobierno de Fernández entiende que no se debe asumir que los distintos signos políticos complicarán la relación.

La actual situación conflictiva entre Bolsonaro y Fernández estaría orientándose a una relación de pragmatismo, mientras el nuevo gobierno argentino apoye la postura de apertura del Mercosur hacia terceros mercados.

Fernández juega sus cartas a tener un entendimiento con el nuevo gobierno de Lacalle Pou para impedir el quiebre del Mercosur, por la amenaza de Bolsonaro en caso de salirse del esquema y tener un aliado en el nuevo gobierno uruguayo para restablecer el esquema. Pero, estimamos que el gobierno uruguayo ante esa hipótesis de disyuntiva extrema se debería inclinar hacia el lado de Brasil y Fernández quedaría aislado.

Mientras, Brasil espera que el gobierno de Fernández acompañe la apertura comercial del Mercosur en lo relativo a la modificación del AEC; para suscribir acuerdos con terceros países o grupos de países, sin que se requiera la aprobación de los cuatro socios, como en la actualidad dispone consuetudinaria y arbitrariamente la Decisión 32/00 del Mercosur.

Por consiguiente, estimamos que el gobierno “multicolor”, también, deberá hacer gestiones para dejar sin efecto dicha Decisión 32/00, que obliga a los miembros a negociar en forma conjunta, - en los hechos esta Dec carece de valor jurídico -, para permitir la negociación a diferentes velocidades y, también, sin que necesariamente participen todos los miembros. De eso se trata la flexibilización comercial.

Esto es importante para el nuevo gobierno uruguayo y para el sector privado para tener acceso a nuevos mercados en condiciones preferenciales para los productos pagando menos aranceles o a cero.

En la cumbre Bolsonaro insistirá en la necesidad de rebajar el AEC (lo que permitiría la unilateralidad dentro del Mercosur), pero, este en un tema complicado técnicamente. La reducción del AEC significa una clara señal política brasileña sobre la nueva orientación que impulsa para el Mercosur.

Existe consenso entre los socios del Mercosur que el AEC es elevado y, por lo tanto, resta competitividad a sus economías. Por ello, han venido trabajando en ese sentido y se estableció un grupo de trabajo a comienzo del presente año que en la cumbre presentara los lineamientos hasta donde ha podido avanzar, ya que por ser un tema técnico es difícil de solucionar.

El interés de Bolsonaro es una apertura de la economía del Mercosur y dinamizar su economía; así como favorecer la importación. El arancel actual promedio es alrededor del 12 por ciento para los productos importados, con rubros gravados más altos como los automóviles, con un 35%.

Si bien existe coincidencia entre los actuales gobiernos del Mercosur en la reducción de los aranceles, se considera que la misma debe realizarse en forma gradual y, por lo tanto, no sería inmediata e incluso Bolsonaro se queja de la falta de celeridad que ha tenido en el presente año.

Si bien, Alberto Fernández es contrario a esta rebaja porque dicho AEC protege a los bienes argentinos contra los de terceros países y en su plan económico propone priorizar el rubro industrial, pero quien concurrirá a la cumbre será Macri que dará su aval a la baja, aunque aún no entre en vigor.

Desde el punto de vista político, se decidió por los demás socios que era más conveniente considerar la mencionada rebaja en la Cumbre, ya que existía el peligro que en caso que en la cumbre no se tratara la baja del AEC, se estaría dejando a Bolsonaro con las manos libres para asumir unilateralmente la reducción.

Por consiguiente, el concepto manejado por los otros tres socios (Argentina, Paraguay y Uruguay) es que sólo se trata de un estudio consensuado que se tratara en la cumbre, que tiene como objetivo evitar que Brasil decida avanzar individualmente con la reducción arancelaria para los bienes brasileños y, de esa forma se rompería el Mercosur.

El arancel tiene un promedio actual de 12%, con ciertos rubros que lo aumentan a 35%, caso de los automóviles y alícuotas de 20% que son muy altas a nivel regional e internacional. Bolsonaro propone reducirlo a la mitad un 6%.

En suma, para pretender una mayor autonomía con relación al Mercosur resultaría necesario la reformulación de la Unión Aduanera, quedando en un estadio de integración de zona de libre comercio, con reducción del AEC. 

Esto significa, en los hechos, reducir o eliminar la Unión Aduanera  que trae consigo la unilateralidad, lo que llevaría al Mercosur a establecerse como una mera zona de libre comercio.



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