Señor de las ocho décadas

Por Alfredo Menini

La personalidad de Julio M. Sanguinetti se ve cabalmente reflejada en su último libro, “Retratos desde la memoria”.

El Siglo XX fue muy generoso con el Uruguay. En especial, en sus primeros cuarenta años.

En ese período se gestó, de la mano de la idea y obra de José Batlle y Ordóñez, la base de un país que tuvo entre sus prioridades valores tales como la laicidad, la igualdad de genero, el bienestar social, el equilibrio fiscal, la democracia, el republicanismo y, contrariamente a los que intentan criticar a Don Pepe, la cultura de trabajo. Y a partir de la muerte de Batlle y Ordóñez, nacían en distintos hogares del Uruguay hombres y mujeres que se incorporaron a la historia del país en forma indiscutible, siendo practicantes fervorosos de esos valores.

Tengo el privilegio de conocer personalmente a uno de ellos. Sería vanidoso y mentiroso si dijera que somos amigos, pero sí sostengo que sentimos mutuamente una simpatía especial, sumado —en mi caso— a que es mi referente político por excelencia.

Soy un ávido lector de todo lo que se relacione con la historia política del Uruguay y a eso debo sumarle las tantas horas, que quería que no tuvieran fin, que compartía con mi padre sobre esa temática. A partir de ello es que fui dándole forma a mi idea y consolidé, entrando en mi mayoría de edad, mi sentimiento colorado y batllista, con el corazón y con la razón y en eso le doy también a mi padre un valor significativo, ya que su espíritu amplio y generoso “permitió” que, siendo él colorado, pero colorado independiente y de Peñarol, le saliera un hijo colorado pero batllista y de Nacional.

Seguí muy atento en la década del '80 todo el proceso de salida de la dictadura y ahí es donde empecé a dimensionar la figura del Dr. Sanguinetti no sólo como un hábil y apasionado político sino también como un estadista.

El sol de la democracia salió acompañado de mis jóvenes 18 años en el marco de un país que volvía a vivir, matando el silencio hipócrita del “no te metas” para volver a poder decir lo que sentís libremente.

Para que eso fuera posible, la figura del Dr. Julio María Sanguinetti fue esencial, determinante, pero nada de eso es casualidad sino causalidad.

El Dr. Julio Ma. Sanguinetti es hijo de un tiempo en el que el Uruguay y en especial el Partido Colorado y —en su interior— el batllismo, preparaba a sus hombres para gobernar. Desde su juventud incursionó en el mundo del periodismo y del activismo político, de la mano de un líder al que se le recordará por siempre como un hombre auténticamente uruguayo, Luis Batlle Berres.

La admiración que se refleja en cada palabra que dice o escribe el Dr. Sanguinetti respecto de Luis Batlle Berres da muestra de una de sus grandes virtudes, el reconocimiento a quien consideró su Maestro. Esa actitud de un hombre que ha sido dos veces Presidente de la República por designio de la voluntad popular, es un hecho a resaltar pero, sin embargo, no debería llamar la atención, porque es hijo de un tiempo en el que en el Uruguay se enseñaba a respetar a los Maestros, en todos los escenarios.

He leído con regocijo “Retratos desde la memoria” ya que desde sus páginas se hace un repaso por figuras del Uruguay y del mundo que Sanguinetti tuvo la dicha de encontrar en el camino de la vida. El leerlo no hizo más que confirmar lo que siempre pensé: es un hombre que en el fragor de la lid política, es un estratega excepcional en pos de su objetivo y que, en el momento de la pausa, deja hacer ver las virtudes de quienes han sido sus amigos, como así también de aquellos hombres con los que estuvo en la contienda. Especialmente rescaté el espacio destinado al uruguayo, sencillo, talentoso pero sin cargos, reflejo de su trabajo diario, representativo de nuestros valores más sagrados. En ese escenario puso a Alfredo Testoni, escribiendo sobre él: “Bueno es que quienes fuimos sus amigos podamos dejar estampado en letras ese recuerdo entrañable, para que se sepa que detrás de esa lente y de ese ojo avizor, había un ser excepcional. Y una vida bien representativa de la formación de la sociedad uruguaya de inicios del siglo XX, con esos inmigrantes que llegaban de Europa huyendo de guerras y miserias, para aquí fundar familias, trabajar con tesón y aportar con su esfuerzo parte esencial de nuestro patrimonio de nación”.

Reflexiones como esta, más otras consideraciones que hace de tantas otras figuras nacionales y del mundo, hacen que este libro, sin duda, deje una muestra acabada de la personalidad de Julio Ma. Sanguinetti, de su uruguayismo sin par, que lo ha acompañado rodeado de sus seres queridos por ocho décadas y pensando siempre en que lo mejor está por venir.



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