Salud Pública: largo y espinoso camino
Por Darío L. Pimentel
Las nuevas autoridades de la salud pública enfrentarán en adelante complejos y espinosos problemas, que demandarán soluciones, en su mayoría, a mediano y largo plazo, y una profunda profesionalidad en todas las tareas.
El ministro de Salud Pública, Jorge Basso, remarcó, en un principio, el propósito de mejorar la calidad de atención y desarrollar la gestión asistencial, especialmente en la “humanización de la relación del equipo de salud con los pacientes”.
También (al igual que el presidente Tabaré Vázquez) anunció un avance en el Sistema Nacional Integrado de Salud y la complementación de los servicios en todo el Uruguay.
Basso dijo que las metas asistenciales tendrán más recursos financieros y consideró que la falta de personal de enfermería constituye un tema importante a resolver.
“Las enfermeras son claves; se debe tener tres licenciadas por médico y tenemos tres médicos por cada licenciada”.
Pero más allá de esos anuncios, que son valederos, la realidad indica un tremendo caos en las dependencias de Asse.
En los últimos años, ha sido evidente el deterioro de los servicios en los centros asistenciales públicos, sea por falta de personal, por carencia de infraestructura o de recursos financieros, o por el desorden gigantesco en las dependencias.
En 2013, por ejemplo, se denunciaron en el Parlamento 22 muertes evitables en la salud pública y se recuerda en el último lustro las medidas gremiales, algunas salvajes, aplicadas en ciertos casos por pura gimnasia sindical.
Se recuerda, asimismo, la funesta acción abusiva y delictiva del entonces representante de los trabajadores en el Directorio de Asse, Alfredo Silva, que fuera procesado por sus maniobras.
La fuerza sindical ha tenido un importante protagonismo en el proceso de deterioro generado en la salud pública.
Todo en perjuicio del usuario. Además ha existido un despilfarro de recursos en algunos sectores y una deficiente administración.
Basta citar algunos datos surgidos últimamente: Asse gastó 24 millones de dólares durante el año pasado en el alquiler de camas instaladas en CTI privados.
Este total implica que el costo diario en el arrendamiento de camas en los centros de cuidados intensivos alcanza a los 65.793 dólares.
Actualmente, existen 676 camas de CTI en Uruguay. Casi el 70%, es decir 471, se encuentran en centros de salud privados (mutualistas y seguros) y apenas 205 en en los centros de salud pública.
En los centros de Asse se ubican 100 CTI y 105 en el Hospital de Clínicas, Policial y el Militar, según el último censo realizado por la Comisión Honoraria Asesora de Medicina Intensiva del Uruguay.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que exista una cama de CTI cada 10.000 personas. En Uruguay hay una cama cada 4.881 personas.
La mayoría de esas camas está en Montevideo: 485 (es decir, 68%); las restantes 218 (32%) se dividen entre los otros 18 departamentos.
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