Por una gran bancada batllista

Por Fátima Barrutta

La campaña se acerca a su fin.
Las pantallas de televisión se llenan de jingles y banderas.
Con menos fervor callejero que en otras elecciones, lo cierto es que el tema político está en el centro del interés de los uruguayos.

Tal vez la falta de fervor se vincule a una sensación de desencanto de mucha ciudadanía militante que se entusiasmó con el Frente Amplio y, en los últimos años, apagó esos fuegos en el mar de decepciones del gobierno que nos deja.

Llegó la hora del cambio; eso es algo que nadie duda.

Subido a un espíritu rebelde que es connatural a la idiosincrasia uruguaya, el Frente Amplio capitalizó en 2004 el descontento popular por una crisis económica y logró renovar esa confianza en otras dos elecciones, las de 2009 y 2014. Pero ya entrado este período de gobierno del doctor Vázquez, quedó más que claro que poco fue quedando de aquella adhesión. Escándalos de corrupción, manejos dispendiosos de las finanzas públicas, prepotencia en ancas de la mayoría parlamentaria, soberbia permanente para alabarse a sí mismos, satanizando a los que pensaban diferente, tuvieron su justa consecuencia.

Si bien el cambio es ya innegable, lo que aún está por verse es cuál de los dos candidatos opositores con mayor preferencia ciudadana, se enfrentará en el balotaje con Daniel Martínez.

Nuestra obligación como batllistas es, desde ahora y hasta el mismo 27 de octubre, redoblar esfuerzos para convencer a los ciudadanos de todo el país que Ernesto Talvi es el mejor candidato para que Uruguay recupere la senda de crecimiento. El más preparado. El que tiene una mejor interpretación del presente y una más larga visión de futuro.

Como el propio Talvi bien lo ha dicho, él representa la renovación del Partido, sólidamente afirmada por la tradición que ofrece el Batllismo.

Una gran bancada del equipo de Julio María Sanguinetti dará a Talvi el apoyo más sólido que puede tener: el de un elenco experimentado en la función de gobierno, que en los años 80 forjó el cambio en paz, y en los 90 las grandes reformas estructurales (sistema previsional, educación y tantas otras) que el Frente Amplio se ha encargado de agujerear y desmontar en los últimos penosos quince años.

El país se cambia con la combinación entre los que sueñan y los que saben concretarlos.

Con el mapa de futuro de Talvi y la capacidad política del sanguinettismo, Uruguay escapará de esta larga digresión populista, y al mismo tiempo eludirá los otros futuros posibles: el de los enfoques tecnócratas de muchos nacionalistas, y el del avance autoritario que preanuncia el nuevo partido Cabildo Abierto.

La lista 2000, como en tantas otras oportunidades, volverá a ser la puerta de entrada de muchos votos extrapartidarios, que buscan certezas, capacidad de gobierno, experiencia y renovación. Como en tantas otras ocasiones de la historia, será el Batllismo el encargado de salvar a la República.



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