MGAP y MA: La Huella ambiental de los sistemas ganaderos es apenas el principio

Por Tomás Laguna

El pasado martes 11 se llevó a cabo la presentación del equipo técnico que abordará un tema de singular relevancia. La llamada "Huella ambiental de los sistemas de producción ganadera". Con una estrategia inteligente, se conformó una estructura de trabajo inter institucional liderada por dos Secretarías de Estado con responsabilidad directa en el tema. Pero el desafío para ambas es aún mayor.

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, participando a través de la Unidad Agropecuaria de Sostenibilidad y Cambio Climático, y el Ministerio de Ambiente, integrando a la Dirección Nacional de Cambio Climático, más el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias, el Instituto Nacional de la Leche y el Instituto Nacional de la Carne, integran hoy la avanzada institucional en una comunión de capacidades para encarar uno de los temas más relevantes en la cadena agroindustrial ganadera y su proyección a los mercados más exigentes.

Obviamente que esta estrategia país es mucho más inteligente que la estupidez de gobiernos vecinos que instan a la población a no comer carne para no contribuir con la emisión de gases de efecto invernadero. Y acá corresponde una fe de erratas, en el artículo anterior atribuíamos al gobierno argentino aquella torpe y ridícula iniciativa de no comer carne un día a la semana, debemos corregirnos porque que se trata de una campaña del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no el kirchnerismo visceralmente enfrentado al agro. Fue el mismo PRO de Macri que no se sabe que delirio bobo le atacó. Estamos rodeados.

Allá por el mes de febrero desde estas páginas abogábamos por una necesaria coordinación y cooperación entre el MGAP y el Ministerio de Ambiente. Por entonces decíamos "La aceptación social de la producción agropecuaria, venciendo a los agoreros de la contaminación y la destrucción ambiental, exige una adecuada coordinación del MGAP y del Ministerio de Ambiente, evitando enfrentamientos protagónicos". Sentencia extensiva a todos los temas de carácter ambiental que hacen a la producción agropecuaria y no solo a la tan mentada huella ambiental de la producción ganadera. Cierto es que esta última adquiere mayor relevancia desde que se ha transformado en una suerte de barrera no arancelaria cuya exigencia se acrecentará en el futuro para acceder con nuestras carnes a los principales mercados. La necesidad nos obliga, pero el desafío es aún mayor.

Decíamos en febrero "la aceptación social de la producción agropecuaria". En la literatura encontramos este concepto como "licencia social" y fue propuesto por primera vez en 1997 por Jim Cooney, un ejecutivo de una compañía minera canadiense quien lo consideraba un requisito para la supervivencia de este tipo de industria. No se trata de una licencia otorgada por un gobierno o sus parlamentarios, se trata de la relación entre una propuesta o proyecto productivo y la sociedad en la que se instala. Dicho en términos más académicos, "la licencia social refiere al nivel de confianza pública otorgado a una entidad corporativa o sector productivo (comentario del autor: llamémosle UPM o cadena agroindustrial cárnica por citar dos ejemplos) por la comunidad en general y su base de consumidores". Por su parte "confianza pública es la creencia de que las actividades son consistentes con las expectativas sociales y los valores de las partes interesadas, y se obtiene a través del compromiso de la industria, las prácticas operativas y los valores expresados".

En otras palabras, más allá de la huella carbono de la producción ganadera, objetivo sin duda estratégico como ya dijimos, el mayor desafío en la conjunción de esfuerzos del MGAP y el MA está en lograr licencia social a partir de la confianza pública de nuestra sociedad en los sistemas agroalimentarios todos, desde la granja hasta la ganadería.

Es esta la única vía de enfrentar a los grupos activistas contra la producción agropecuaria, atrincherados en reivindicaciones ambientales ideologizadas, de derechos de los animales o en el enfrentamiento al sistema y la globalización (faltaba más...). Estas organizaciones tienen gran capacidad mediática ante la población, aterrorizándola con falsedades, amenazas y sentimentalismos que suelen ser incorporados por ésta sea por ingenuidad como por ignorancia.

Frente a la ignorancia y los prejuicios se hace necesario trabajar en la construcción de la confianza pública, factor clave para el desarrollo de nuestra agro industria y la viabilidad de nuestros sistemas productivos. Si no logramos su aval a nivel país menos lo lograremos en el contexto internacional.

El estratégico esfuerzo de coordinación que da origen a esta nota es un buen principio, pero el desafío es aún de mayor envergadura. En este momento merece reconocimiento y apoyo la integración de esfuerzos, solo resta esperar que no se quede en este particular tema.




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