Los cinco años que terminan en marzo pueden resumirse así: un Presidente charlatán y una gestión muy desprolija que no arrojó resultados concretos.

El señor Mujica se pasó prometiendo metas incumplidas. Tanto en la Educación como en la infraestructura el balance es muy negativo. Quedará solo la instalación de la planta de celulosa Montes del Plata, la que se debe a una ley que tiene 25 años y a la política de forestación consecuente, llevada adelante por gobiernos de otro signo. Quizás también pueda mencionarse la regasificadora. Pero el resto de las propuestas ha quedado por el camino, envueltas en el palabrerío del señor Presidente. Queda un atraso vial muy importante; no se concretará la manoseada cuestión de Aratirí; el ferrocarril sigue pendiente y tampoco habrá resultados con el puerto de aguas profundas, ahora ofrecido “generosamente” por el Presidente al Mercosur, como si el Mercosur funcionara y pudiera ponerse de acuerdo en algo.

Para construir y habilitar el puerto de aguas profundas se requiere inversión en la construcción del mismo pero sobre todo, interés de los negocios navieros y de los países vecinos. Argentina tiene una política portuaria exageradamente nacionalista y Brasil ha potenciado sus puertos del sur, siendo el puerto de Río Grande uno de los más importantes del continente. Quiere decir que Uruguay no tiene por ahora sustento financiero pero sobre todo operativa portuaria de entidad como para hacer esa obra.

Un distinguido experto en la materia, el Capitán de Navío (R) Yamandú Flangini, escribió una carta al semanario Búsqueda sobre este tema, en la que analizó la fragilidad de la propuesta presidencial. Reproducimos aquí ese texto:

“En conferencia de prensa a su regreso de la reunión del Mercosur, el señor presidente y el canciller anunciaron que hicieron una propuesta oral, al final de la reunión, por la cual ofrecieron que el proyecto de puerto de aguas profundas fuera un emprendimiento de la región, lo que tramitarían posteriormente por escrito. Un uso soberano por los países integrantes de la Cuenca.

Desde que reactivó este gobierno el muy antiguo proyecto de un puerto de aguas profundas, al primer anuncio, desde esta sección de "Cartas al Director" sostuvimos —como en este y otros medios lo hicieron por lo menos dos juristas de primer nivel, Dr. E. González Lapeyre y Oribe Stemmer— que sólo sería viable la realización de este tipo de obra si se lograba la participación operativa del resto de la región.

En lo personal lo manifesté en las dos oportunidades en que fui invitado por el canciller a dialogar sobre los temas marítimos y portuarios, porque "coleccionaban" mis cartas a Búsqueda.

Ahora, años después, fuera de tiempo, se revisa el proceder y se asume lo tantas veces insistido.

Mientras tanto, una comisión nombrada para el desarrollo del proyecto enajenó terrenos, hizo batimetrías y otros estudios medioambientalistas, dio charlas por varios medios, en un proceso fuera de foco y conducido sin aciertos.

Aun este inicio es más endeble que acertado. Nada hay previsto de un natural funcionamiento del puerto. Cómo se opera, cómo lo hacen otros países en nuestro territorio para que obtengan las seguridades de sus transportes de importación y exportación. Qué legislación nacional deben contemplar estas situaciones, que no sean contrarias o alteren la Constitución, el orden interno en lo social y laboral, de tal forma que se pueda negociar la operación con los demás integrantes de la región.

Porque es indudable que la actividad del puerto internacional debe estar prevista en múltiples aspectos, que de lo que se sabe, nada se ha previsto.
Tampoco nada se ha dicho sobre cómo funcionará la urbanización que indudablemente requiere este emprendimiento, ni de sus accesos, ni del ferrocarril imprescindible, incluso transfronterizo.

Solo declamaciones grandilocuentes aunque vacías de contenido. Y lo peor, muy probablemente tardías.

Quienes proponíamos desde el principio una forma adecuada de ir progresando en el proyecto, por todos deseado, vemos que hoy se enfrentan nuevas realidades, difíciles de vencer.

Argentina, principal participante deseado y necesitado, ha decidido llegar al Plata por un nuevo trazado del Canal, por lo que los intereses que esto ya ha creado difícilmente abandonen una idea que ya está en etapas de licitación y estudiada su realización.

Brasil ya ha anunciado la puesta en condiciones de sus puertos para recibir buques del tipo que se usarán en los nuevos canales de Centroamérica.

Paraguay está recibiendo ventajosas condiciones en puertos argentinos, sobre un río principal que comparten, el Paraná, y demás sobre su ribera. Bolivia seguirá igual proceso y además la ruta hacia Asia la haría directamente hacia el Pacífico.

¿Qué pasaría con el puerto de Montevideo?, pues la mayoría de sus cargas serían desviadas, creando un fuerte decaimiento en sus operaciones.

Promocionadas voces de interés, chinas, brasileñas, rusas, etc., etc., nunca fueron aclaradas que eran con finalidad de hacer la obra de ingeniería, cobrar por construcción; no estaban interesados en operar a su riesgo en el puerto. De navieros, nada.

Aquello que fue muy anhelado por todos, una mala conducción lo llevó a un tiempo fuera de posibilidad aparente.

Se gastaron dineros públicos en golpes a la herradura, sin dar uno en el clavo.

Tarde piaste. El saber atender voces dispares es una forma de enriquecer nuestros proyectos. Basar la conducción en amiguismos descalifica la eficiencia y lo oportuno de las decisiones.

Todo parece muy tarde. Muy marketineado para un deseo de trascendencia populista, cuando las velas se apagan.”