La 125 y la heroica resistencia del campo argentino

Por Tomás Laguna

El pasado 17 de julio se cumplieron 10 años de aquella histórica jornada en el senado argentino, cuando el ruralismo movilizado logró torcerle el brazo mediante el voto parlamentario a un gobierno acostumbrado a la prepotencia como estrategia de ejercicio del poder.

Todo comenzó cuando en marzo de 2008 el por entonces ministro de economía Ec. Martín Lousteau determinó un sistema de retenciones móviles para las exportaciones de productos agropecuarios, en particular afectando a la soja al subir la alícuota del 35% a más del 44%, llegando en casos de valores de exportación superiores a los U$S 600 la tonelada a una alícuota marginal del 95%. En otras palabras el Estado se apropiaba del diferencial de precios por encima del valor tope establecido.

Para el ruralismo se trataba lisa y llanamente de una medida confiscatoria de sus ingresos. Los reclamos, la reacción, las medidas de lucha duraron cuatro meses. Fue entonces que se formó la Mesa de Enlace entre todas las gremiales rurales. Algo que resultaba impensable por las diferencias históricas entre las gremiales representantes del campo lo logró el pánico ante un enemigo en común, un gobierno arbitrario y pendenciero que desde sus inicios despreció al agro, pero que por aquel 2008 iba por todo. “Nos unió el espanto” al decir de Eduardo Buzzi, presidente entonces de la Federación Agraria Argentina (según su definición representantes de los pequeños productores).

Cabe recordar que el diálogo entre el campo y el gobierno kirchnerista estaba cortado casi desde sus inicios. Existía una guerra sorda entre el sector público y las gremiales rurales, a quien aquellos gobernantes hacían evidente su desprecio bajo cualquier circunstancia. Por lo que aquella trasnochada resolución 125 fue mucho más que la gota que desbordó el vaso.

La reacción no se hizo esperar y se generaron numerosos actos de resistencia, con hechos anecdóticos de enfrentamientos como cuando productores de Entre Ríos enfrentaron a camioneros del sindicalismo oficialista con cajones con abejas. Desde la misma city porteña la ciudadanía urbana acompaño en las protestas, fortaleciendo a un grupo de dirigentes rurales que de pronto, y sin pedirlo, se vieron focos de la atención nacional e internacional. Para entonces el propio jefe de gabinete, Sr. Aníbal Fernández, había recomendado dar marcha atrás con la resolución, tras la renuncia del Ministro de Economía en abril. Otros integrantes del gabinete opinaron en el mismo sentido. Fue entonces que la presidente Cristina Kirchner anunció como acto “condescendiente” enviar la resolución 125 al Congreso para otorgarle validez legal, segura de tener los votos para ello.

El 17 de junio del 2008 el proyecto de ley fue enviado al Congreso, el 5 de julio logró su aprobación en diputados. La gran jornada sobrevendría el 17 de julio, cuando tras un empate en votos, la definición quedó supeditada al voto del Presiente de la Asamblea General. Fue entonces que el vicepresidente de la República, Ing. Luis Cobos, emitió su voto “no positivo” determinando el fracaso del malhadado proyecto, y con este la primera gran derrota de un gobierno acostumbrado a llevarse todo por delante. El propio Aníbal Fernández renunció 6 días después expresando que “A partir de la 125 Cristina dividió el mundo en dos, compró la tesis de unos contra otros”.

En sus discursos la irascible presidenta de la Argentina decía que las movilizaciones partían de reclamos económicos para ganar más dinero, y para ello utilizaba el argumento de las 4x4 que no todos los argentinos podían comprar. Fue cuando razonó, con tosca ignorancia, que la soja era un yuyo que crecía solo en el campo. Irresponsable actitud de utilizar la confrontación social y el resentimiento por un lado, y la ridiculización despreciativa por otro.

El campo argentino tiene razones de sobra para festejar por estos días. En la distancia se acrecienta el valor de aquellos hombres conduciendo un movimiento de carácter nacional sin estar preparados previamente para hacerlo. No eran más que productores rurales enfrentados a toda la estructura de un gobierno “pesado”.

Desde la vereda de enfrente qué más podemos hacer que, como observadores atentos, reflexionar sobre una difícil situación de inestabilidad social e institucional que no quisiéramos ver en nuestro país.

En el año 2004, apenas dos años después de una de las peores crisis económicas, el Presidente Batlle le decía a Bimbo Rodriguez, reconocido periodista agropecuario, en un extenso reportaje del Suplemento Agropecuario de Radio Rural: “el Poder Ejecutivo entiende que no se pueden fijar retenciones si no es por ley, para no caer en la tentación ningún gobierno de lo que pasa en la Argentina, que está mal.” De esa manera explicaba el proyecto que luego fue ley, y por el cual en nuestro pais el Poder Ejecutivo no puede decretar retenciones a las exportaciones. Aún faltaban 4 años para los sucesos del 2008 en Argentina, aún no había ganado la izquierda las elecciones en el nuestro. La disposición sigue vigente, la izquierda nunca se animó a derogarla aun teniendo los votos para hacerlo.

¿Fue aquella disposición blindaje suficiente? Seguramente no. La situación de los sectores productivos en nuestro país se ha vuelto crítica al punto de alentar el surgimiento de un movimiento de auto-convocados desde enero pasado. ¿Es asimilable a la experiencia argentina del 2008? En parte si, en parte no. No lo es porque el movimiento Un Solo Uruguay no lo integran las gremiales del agro, acaso se entienden y respetan, pero no necesariamente actúan en conjunto. Si lo es porque la protesta generalizada del campo uruguayo llevó a que las gremiales del agro, tal cual ocurrió en Argentina, se unieran en una sola expresión dónde como expresión más rebelde han emitido una serie de comunicados con amplia base representativa. Si lo es también porque desde el gobierno se apela a la estrategia de la confrontación social para desacreditar al movimiento Un Solo Uruguay, actitud torpe e irresponsable si la hay.

Pero lejos estamos de aquella Argentina del 2008, en tanto aún en la confrontación más frontal, existe diálogo y ... respeto (destaque el lector los puntos suspensivos, como expresión de suspenso reflexivo) entre el Poder Ejecutivo y las gremiales del agro. No es poca cosa.

De paso, que al sindicalismo uruguayo no le pase como a Moyano y sus camioneros, cuando debieron recular en el intento de romper un piquete del campo. Sería bueno que los gremialistas de CONAPROLE entiendan que no están enfrentando a una patronal industrial sino a todo un vasto sector social, representado por la gran familia tambera. Pero esto es harina de otro costal... O tal vez no, tal vez sea el mismo tema.



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