Correo de los Viernes - I.M. = Entelequia vs. Realidad

I.M. = Entelequia vs. Realidad

Por Consuelo Pérez

No es por falta de dineros que la I.M. no cumple con sus cometidos, pues es sabido que tuvo en el año 2013 ingresos anuales que en su totalidad se corresponden con un monto de unos U$S 607 millones (seiscientos siete millones de dólares), que surgen de sumar los U$S 511.2 millones de origen departamental, U$S 55.6 millones aporte del gobierno nacional y U$S 40.2 millones del BID.

Paralelamente, gastó en el año más de U$S 641 millones, que se corresponden entonces con un gasto diario de U$S 1.756.700, que implican un desfasaje negativo diario de U$S 93.700, lo que hace que unos 3 millones de dólares mensuales se incorporen al déficit en las arcas insaciables de la comuna.

Es fácil y patético deducir cuáles será el estado de situación y el monto del déficit multimillonario en dólares cuando el cierre del año 2014 acontezca.

Descartado el aspecto de la recaudación, nos extenderíamos páginas en detallar o enumerar las omisiones, ineficacias, promesas incumplidas y otras calamidades que bajo el oscurantismo de una transparencia negada en el accionar diario y en la Junta Departamental, nos han sometido a los montevideanos que tuvimos que padecerlas, pagando religiosamente nuestros impuestos.

La administración de la I.M. no sólo no cumplió las sendas promesas de Vázquez, Arana, Erlich y Olivera, sino que no tomó conciencia del paso del tiempo que inexorablemente trajo consigo cambios de todo tipo en las necesidades de la ciudad: urbanísticas, edilicias, sociales, de tránsito y transporte, y otras tantas, lo que hace que Montevideo se haya transformado en una ciudad inhóspita, insegura, sucia, y atiborrada de un tránsito “a la deriva” por calles con pozos y sin luz.

Todo esto con la proliferación de nuevos cargos creados al amparo de una descentralización tan fracasada como impuesta.

Se festejó al estilo “goebbeliano” la demolición de un hito de la ciudad, como lo fue el Estadio Héctor Grauert –Cilindro Municipal– que sucumbió ante la inacción y la omisión, ante constantes advertencias y denuncias desoídas en la Junta Departamental.

Transitamos por la amenaza de riesgo sanitario en reiteradas oportunidades, cuando la basura nos invadía más de lo habitual, mientras las autoridades de la I.M. discutían con el gremio de los recolectores –que según ellos se los engañó– y acusaban a la oposición de “sabotaje” ante la constatación de sus magras o inexistentes tareas de recolección de residuos.

Mencionamos estos ejemplos parciales, pues son demostrativos de la absoluta falta de autocrítica ante las verdades inocultables, oscuras, profundas, peligrosas y olorosas.

La recuperación –en su más amplia acepción– de la ciudad de Montevideo es hoy una necesidad ineludible, después de veinticinco años de una gestión fracasada, desgastada y sin respuestas.

Una necesidad magnificada en el hecho de que Montevideo, además de ser la capital del país, es su corazón, elemento objetivo e innegable.

Se define una entelequia como una cosa, persona o situación perfecta e ideal que solo existe en la imaginación.

Es subjetivo pero casi obvio afirmar que defender y justificar al Frente Amplio al frente de la administración de la Intendencia de Montevideo, supone tener puesta la camiseta de la “fuerza política” y considerarla como lo que ha demostrado ser: una entelequia.

Las urnas lo dirán.