El muerto que habla ahora respira

Por Tomás Laguna

Al momento de publicarse esta edición se está cerrando una nueva ronda de negociaciones MERCOSUR-UE. Lo que hace un par de meses se daba por perdido hoy vuelve a ser posible.

Cuando todo parecía perdido, estamos ante una nueva ronda en el largo y tortuoso historial de las negociaciones MERCOSUR UE, complejo y plagado de frustraciones y enojos. Historial dónde las culpas desde siempre fueron de uno y otro lado.

Los inicios de las conversaciones con la UE datan de la misma creación del MERCOSUR, cuando en diciembre de 1995 se firmó el Acuerdo Marco de Cooperación Internacional en tres áreas: diálogo político, cooperación y asuntos comerciales. En junio de 2001 se firmó un Memorándum de Entendimiento por el cual la UE comprometía su apoyo a la consolidación del mercado interno del Mercosur. Fue en el 2004 el primer intento por alcanzar un acuerdo netamente comercial entre ambos bloques, frustrado ante la falta de entendimiento en materia agrícola e industrial. Las conversaciones se cortaron para reiniciarse en el 2010, pero un año más tarde el mismo Parlamento Europeo desautorizó la continuidad de las mismas, respaldándose en el Tratado de Lisboa (1º de diciembre de 2009) el cual condicionó cualquier acuerdo bilateral a su aprobación por este órgano de la UE. Las mayores objeciones se basaron en que la UE consideraba que la unión aduanera del MERCOSUR era imperfecta, no garantizando la circulación de los productos importados. Por entonces se agregó el argumento de las violaciones de Argentina a la OMC, limitando las importaciones de productos que fueran competitivos de su producción nacional. La Argentina kirchnerista no era un buen socio para avanzar en un posible acuerdo, no obstante las esperanzas se orientaban a los intereses de Itamaraty que no fueron suficientes para superar la desconfianza europea. Recién en el 2016 se produjo un reinicio de conversaciones, seguramente alentadas desde la UE ante la decisión de Gran Bretaña, aún en curso de procesarse, apartándose del Tratado de Maastricht (febrero de 1992, origen de la Unión Europea). Estas nuevas instancias de diálogo fueron recibidas con mucho optimismo, no obstante se fueron diluyendo en sucesivas rondas. Tuvieron el mérito de pautar el primer intercambio de ofertas con visos interesantes, si bien no llegaban a cubrir las expectativas para nuestros rubros agropecuarios de exportación, en particular carne y arroz. A mediados del 2018 las posibilidades de un nuevo y definitivo fracaso volvieron a instalarse en la región.

Entre tanto cambiaban las orientaciones de los gobiernos de las principales economías del bloque MERCOSUR. La administración Macri asumió con el mandato de lograr a como diera lugar un acuerdo con la Unión Europea, por su parte el presidente Bolsonaro hacía lo propio con una orientación absolutamente aperturista de la economía del Brasil. Ingredientes que alentaron una nueva ronda, el muerto volvía a respirar... Las diferencias en temas industriales, en particular autopartes y autos, fueron zanjadas lo que permitió alentar las negociaciones que se estarían cerrando este viernes 17.

¿Qué podemos esperar? Los rubros de nuestro interés agroexportador son los que están condicionados por los lobbies más duros en Europa, no obstante hay una base ya acordada que data de las ofertas del 2016. Además de carne y arroz es fundamental lograr avances en los cupos para cítricos (producto fresco y jugos), tops, miel y por supuesto lácteos con las consideraciones que merece un rubro tan amplio en ofertas, desde la leche en polvo (nuestro principal interés) a los productos industrializados (considerados de máxima sensibilidad).

Como bien se dice que la esperanza es lo último que se pierde, aguardamos con singular expectativa los resultados de esta ronda, con la confianza en un equipo de negociadores de nuestro país que merece la mayor credibilidad y apoyo.

Pero a no creer que de lograrse un acuerdo final está consolidado el tratado de libre comercio. El parlamento europeo tiene elecciones a fin de mes y los populismos proteccionistas ha readquirido fuerza en el viejo continente, su participación en el nuevo parlamento puede dificultar las cosas. A mediados de año cambian a su vez las autoridades de la Comisión Europea. Seguramente será con sus nuevos integrantes que se firme el acuerdo, mientras en los países del MERCOSUR este deberá ser aprobado por los respectivos parlamentos. Seguramente que esto ocurrirá recién el año próximo, más vale así sea para que en nuestro país el tratamiento parlamentario llegue a un Parlamento con un nuevo equilibrio de fuerzas, dónde no primen los reaccionarios que abjuran de los acuerdos de libre comercio mientras profesan una autarquía absurda para una economía exportadora como es la de nuestro país.



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