El gran fracaso de Bonomi

Desde que asumió como ministro de Interior hace seis años y medio, el señor Bonomi habla del prometido control policial sobre las “zonas rojas” de Montevideo. Desde 2011 viene haciendo anuncios concretos sobre programas de saturación y otros inventos. Sin embargo, los resultados son cada vez peores.

El drama vivido en el barrio Marconi no es nuevo. Hubo antes incidentes similares y, según algunos vecinos, más graves. Ante esos hechos el gobierno ha reaccionado siempre informando de algunos logros parciales, como hizo ahora el Ministro de Interior, afirmando que las rapiñas en esa zona bajaron durante el último mes —como si la tendencia del delito pudiera medirse en treinta días, en un país en el que además se han manipulado reiteradamente las estadísticas criminales— o haciendo referencia a los famosos y ausentes planes sociales, que han sido una cáscara hueca.

Veamos, en abril de 2011, apenas a un año de asumir, y ante una propuesta del senador Jorge Saravia de contar con apoyo de las Fuerzas Armadas para patrullar esas zonas, el Ministro se opuso y sostuvo que la Policía contaba con la destreza necesaria como para manejar la situación. “Creo que tenemos que seguir apostando a mejorar la Policía con más recursos, que ya fueron asignados”, dijo Bonomi entonces, hace ya cinco años. Pero la situación no mejoró y vecinos consultados por la prensa aseguran que hubo varios incidentes muy graves.

En setiembre de 2011 se inició, precisamente en el Marconi, una campaña publicitaria y callejera para que la sociedad no estigmatice a los habitantes de las “zonas rojas”. A mediados de 2012, y ante el horrible asesinato de un pizzero en un bar de la avenida 8 de octubre, el gobierno inició una serie de reuniones tras la que se emitió un pomposamente llamado “Plan de Estrategia para la Vida y la Convivencia” que estaba especialmente destinado a mejorar las condiciones de vida de los barrios más castigados, estableciendo una serie de metas que no se han instrumentado ni consagrado. De esa instancia, recordemos, surgió la insólita idea, también sin aplicar, de legalizar la plantación y tráfico regulado de la marihuana.

Pero no contentos con tantos planes, los integrantes del gobierno inventaron otra joyita más y así fue que a mediados de 2013 lanzaron el operativo “Siete Zonas” - un nuevo diseño para garantizar la recuperación de las condiciones de seguridad y de convivencia en barrios periféricas de Montevideo y Canelones. Se comprometió la inversión de U$S 38 millones —los que nadie sabe a dónde fueron a parar— y se anunció, otra vez con bombos y platillos, que entonces sí se tendría éxito.

La cosa tampoco funcionó, por lo que Bonomi apeló ya en este su segundo mandato, al Programa de Alta Dedicación Operativa (PADO) —¡los nombres son imponentes!— que es el que rige actualmente y cuya actuación no pudo impedir los desmanes que todos vimos por televisión.

Quiere decir que el Ministro viene anunciando planes, programas y estrategias desde hace por lo menos cinco años —démosle un año de gracia, 2010, cuando asumió— y todos ellos han fracasado rotundamente.

Las cifras del delito siguen subiendo de manera indetenible y todo indica que la promesa que hicieron en 2014 el Frente Amplio y su candidato Tabaré Vázquez de bajar en el quinquenio un 30% las rapiñas, va a sufrir la misma suerte que tuvo el desgraciado anuncio de que no se iban a subir los impuestos. Es imposible que se cumpla esa meta y, a este ritmo, al terminar este gobierno los delitos y las rapiñas especialmente, seguirán creciendo.

Pero además el gobierno no es capaz de instrumentar los famosos “planes sociales”, tan elogiados e invocados por los dirigentes frenteamplistas. Como se analiza en este mismo número los indicadores sociales del Marconi han retrocedido, encontrándose hoy entre los peores del país. Quiere decir que apenas se revisen las etapas y los anuncios reiteradamente mencionados por el Ministro Bonomi, hay que concluir que tanto en materia de seguridad como en materia de prevención social, su gestión, que en definitiva es la de todo el gobierno, ha fracasado en todas sus propuestas. Es muy poco serio que el jerarca afirme ahora que la reacción de parte de población se debe a que desde hace unos meses hay mayor presencia policial en el barrio y que “hay más Estado”. Lo que hay son planes y promesas, pero sin eficacia alguna.




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