El camoatí pateado

Por Tomás Laguna

Es difícil recordar un discurso de cierre de la tradicional Rural del Prado que haya tenido más repercusión que el dicho por el Ing. Reilly hace ya 2 semanas. Generalmente estas piezas oratorias son tema de los diarios por un par de días, y si tienen algún rebote, estos se dan exclusivamente en el ámbito de las relaciones entre los rurales y el gobierno. Pero no mucho más. Esta vez no fue así, y los dichos del presidente de la centenaria gremial supero el ámbito sectorial para instalarse en la discusión pública, en particular como referencia irascible por parte de distintos voceros del oficialismo.

¿Qué ocurrió esta vez, siendo que los temas denunciados por el dirigente ruralista son exactamente los mismos que los del año pasado? Estamos ante el efecto camoatí, uno puede convivir con un avispero en tanto no lo patee, hasta que por un descuido o bien por intensión directa lo golpea. Y ahí es cuando se arma el desparramo... Este año los ruralistas patearon la colmena.

Finalizábamos el análisis de la semana pasada reflexionando que a partir del acto de cierre de la Rural del Prado se generó un quiebre definitivo en las relaciones de las gremiales rurales y el gobierno. Nos consta que desde muchas entidades rurales referenciales a nivel regional hubo una cerrada identificación con el discurso del Presidente de ARU, más aún, fue tema de redes sociales y medios radiales de los distintos departamentos. De hecho fueron cuestionados dirigentes del medio rural afines al gobierno obligándolos a definirse de qué lado de la disputa se ubicaban.

Pero la izquierda marxista en su versión más absolutista no solo quedó enfrentada al ruralismo, quedó claramente expuesta en su visión más intransigente y totalitaria ante la sociedad toda. Quedó claro que la intolerancia a los cuestionamientos más agudos, en particular los que refieren a la incompetencia en el ejercicio del gobierno, dan lugar a reacciones virulentas, que no dudan en recurrir al agravio y desprecio más bajo y la calumnia soez. Fue el caso del pasquín “Caras y Caretas”. Su director explotó en una descomunal diarrea de odio de clase recurriendo a la agresión personal a la vez de atacar con visceral desprecio al medio social del ruralismo. “No es la primera vez que un gorila preside a los más asquerositos del campo uruguayo...” o bien referencias a los que se disfrazan de gaucho o las chicas del British con bombachas ajustadas. (La descompostura mental del director de la publicación es aún mayor, y no repara en utilizar términos soeces al mejor estilo “mujiquesco”). Desde los sesenta, cuando en la Rural del Prado se sustituía la cama de los reproductores poniendo arena en lugar de paja por miedo a que la prendieran fuego los energúmenos que por entonces atentaron contra las instituciones, no se veía tanta inquina y odio. Y no es que no existiera, solo que esta vez fueron motivados a reaccionar.

Bajo esta perspectiva el discurso de cierre de la pasada Rural del Prado tuvo otro mérito. Dejar al descubierto los verdaderos sentimientos e intenciones de la izquierda más reaccionaria. Solapada entre pseudo social demócratas, peligrosamente diluida en el enjuague político e ideológico del conglomerado pluripartidista que nos gobierna, no cejan en su intento de modificar la Constitución de la República para alterar los principios en materia de propiedad privada, en particular los medios de producción, o recreando instrumentos totalitarios de gobierno como lo es quitarle relevancia a la Suprema Corte de Justicia como poder del Estado. O bien atacando a la enseñanza privada toda vez que pueden, procurando retacearle recursos con iniciativas como la presentada en el proyecto de ley de Rendición de Cuentas. Es un todo, no son hechos aislados los actos ideológicos denunciados por ARU y que condicionan el desarrollo de nuestro país. No es un hecho aislado la visceral reacción de desprecio hacia los ruralistas.

Ahora bien, ser parte de un gobierno que acoge estas iniciativas no es otra cosa que convalidarlas, aun cuando no se participe de ellas. Hay quienes observan con alivio que existan en los cuadros de gobierno quienes de alguna forma se rijan por principios demócratas liberales, porque son quienes frenan los impulsos totalitarios de la izquierda más regresiva. Para estos últimos los primeros son sus “compañeros de ruta”. También se los podría catalogar como los cretinos útiles...



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