ECOLAT - reflexiones post mortem

Por Tomás Laguna

Que la atención mediática se haya derivado a otros asuntos no quiere decir que el cierre de esta importante agro industria láctea pierda trascendencia. Todo lo contrario. Importa su reactivación sin dejar de reflexionar sobre las consecuencias que este episodio generó.

Desde un primer momento toda la atención y el conflicto estuvieron centrados en los despidos de los empleados de la empresa industrial. Nadie reparó en lo que la detención de actividades significó para un importante grupo de productores lecheros remitentes a esta empresa. La visión hemipléjica de los sindicatos, promovida a partir de los escándalos que por reacción espontánea se promueven y al amparo que les concede el gobierno, ha inhabilitado el análisis desde la perspectiva de otros actores involucrados y también perjudicados.

Hasta mediados del 2014 ECOLAT recibía 500.000 Lts. de leche diarios remitidos por 160 productores. Esto significa unos 3.100 lts por productor, los que aproximadamente estarían ordeñando entre 130 y 135 vacas. Es decir que son productores que podemos caracterizar como medianos. La planta ocupaba por entonces 410 obreros.

El desplome de los precios internacionales de los productos lácteos cuyo indicador objetivo lo establecen los remates de la multinacional neozelandesa FONTERRA, complicó a esta agro industria en función de sus estrategias de exportación. Situación que ha sido sobrellevada por CONAPROLE en función de sus contratos de venta vigentes. Pero cada empresa es un mundo y en la economía de libre mercado las diferencias entre las estrategias empresariales marcan éxitos y fracasos. Estos últimos obligan a las reestructuras empresariales que no se adecúan con las circunstancias, que en definitiva fue lo que hicieron los directores de ECOLAT.

En grandes rasgos la reestructura propuesta procuró limitarse a procesar manteca y leche pasteurizada reduciendo el recibo de leche en planta a 100.000 Lts diarios. Obviamente la reestructura en el procesamiento implicaba la reducción de la plantilla de obreros a no más de 120 personas. Al retiro incentivado se acogieron 90 empleados, pero otros 200, alentados desde la intransigencia sindical, generaron la movilización ya conocida a la vez de negarse a cualquier tipo de reparación por despido. Ante estos hechos el MGAP miró para otro lado y se lavó las manos en tanto desde el MTSS se pretendió que la empresa siguiera trabajando a perdida sin despedir a nadie, a la vez de insultar soezmente a los directores y empresarios peruanos.

Y aquí parte la otra visión que referíamos al principio. Los productores fueron conminados a suspender su remisión de leche en los meses pico de producción, debiendo derivarla a otras plantas sin garantías de precios (pedirle a una planta que reciba la leche de favor no es garantía ninguna de precio…) El plazo para suspender la remisión considerada “excedente” fue de 15 días bajo amenaza de que a partir de esa fecha no se garantizaba el pago por encima del cupo establecido.

Además del productor y su familia, ¿cuánta gente ocupa la actividad del tambo? Se puede decir con propiedad que por cada obrero en la industria hay 2 ½ personas empleadas en los tambos remitentes. En el caso de ECOLAT, la ocupación de 410 obreros en la industria era acompañada por más de 1.000 personas trabajando en los tambos remitentes. ¿Hubo algún despido o envío a seguro de paro? ¿Alguien levantó la voz para reclamar la pérdida de rentabilidad por parte de productores afectados? No solo eso no ocurrió sino que la producción preocupada por sostener a sus tambos operativos y con la responsabilidad de mantener a los colaboradores que día a día permiten remitir a planta no solo no tiraron un litro de leche, sino que han asumido el desafío entre tecnológico y de gestión por adecuarse a los costos crecientes que una economía afectada en su competitividad internacional les impone.

Nada de esto es comprendido ni apoyado desde el gobierno ni desde los institutos creados para atender a la lechería.

Una última reflexión. La leche que procesaba ECOLAT fue absorbida por otras industrias sin drama alguno. Esto significa que existe holgura en la capacidad industrial instalada en el país. Visto descarnadamente los 400 obreros que quedan momentáneamente sin trabajo no serían necesarios para procesar y exportar cuota de leche que recibía ECOLAT. Argumento para analizar si el sindicalismo está tan libre de seguir tensando una piola que en cualquier momento va a ser la horca de nuestra economía en su irremediable destino de proyección internacional.

¿O es que el sindicalismo uruguayo todavía cree que pueden destruir a la libre empresa sustituyéndola por los modelos auto gestionados que financia el FONDES? Los 150.000 dólares que Metzen y Sena pierde por mes o la propia imprenta PRESSUR a punto de cerrar en Nueva Helvecia por embargos del BROU son el botón de muestra de los modelos de gestión alternativos por los que lucha descarnadamente el sindicalismo uruguayo. Pero esto ya es tema para otra nota...



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