Diplomatura en resistencia al neoliberalismo
 La otrora prestigiosa Universidad de Buenos Aires ofrece para 2020 una serie de cursos orientados claramente a la formación no de universitarios con pensamiento crítico sino de militantes de diversas causas. Uno de los más recientes cursos es la curiosa “diplomatura” en “Movimientos sociales, Derechos Humanos y resistencia al neoliberalismo”.
Creada en 1821, la Universidad de Buenos Aires (UBA) logró erigirse en uno de los centros de enseñanza superior más importantes del continente.
La UBA tuvo que pasar por períodos aciagos, pero logró recomponerse y resurgir luego de cada uno de ellos.
Así, pasó por el oscuro período de Juan Manuel de Rosas, que procuró destruirla y casi lo logra, pero una vez caída la tiranía, la UBA resurgió.
La UBA, tiempo después, sobrevivió a la dictadura de José Félix Uriburu, luego del golpe de 1930. Sobrevivió al peronismo, que suprimió el cogobierno de la reforma de 1918. La Revolución Libertadora de 1955 restauró el cogobierno pero persiguió a los peronistas. Luego el general Onganía la intervino y desató la represión, inaugurada con la tristemente célebre “Noche de los Bastones Largos”. Con el tercer peronismo pareció retomarse la normalidad pero no: el gobierno de Isabel, con el apoyo de la derecha peronista, impuso como interventor al fascista Alberto Ottalagano (autor de “Soy fascista, ¿y qué?” ) que desató otra ola represiva contra docentes y estudiantes, que se profundizó a partir de 1976, una vez instaurada la dictadura militar.
En 1983, con la restauración democrática de la mano de Raúl Alfonsín, la UBA —junto a la democracia— retomó su calidad de centro señero de excelencia académica. Pero entrado el nuevo siglo, las cosas empezaron a cambiar.
Una alianza de la izquierda con el kirchnerismo comenzó a torcer el rumbo de la UBA, orientándolo cada vez más a una academia de formación de militantes.
Cumplido ejemplo de esto es una diplomatura (un curso breve) con el siguiente título: “Movimientos Sociales, DDHH y resistencias frente al neoliberalismo”. No, no es chiste, es real.
Pensado como un curso en modalidad virtual, el mismo es dirigido por Adolfo Pérez Esquivel, del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), entidad co-organizadora del mismo junto a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
El objetivo de la diplomatura “es la comprensión integral de los movimientos sociales indisolublemente ligados a su acervo de estrategias y acciones colectivas frente al neoliberalismo, junto con la búsqueda de la autonomía y los desafíos que enfrentan en el momento actual”.
No es el único ejemplo de cursos de militancia de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. También cuenta con “Institucionalidad de género y la construcción de la violencia contra las mujeres como asunto público en la Argentina” o “Manipulación mediática para desestabilizar gobiernos democráticos. Desarmando a Durán Barba”.
También este instituto universitario hace punta en el empleo de “lenguaje inclusivo”, saltándose a la torera las reglas elementales de la lengua española. Véase la siguiente explicación: “La diplomatura está orientada a profesionales que tengan la responsabilidad de gestionar personas en áreas de recursos humanos y/o consultorxs independientes interesadxs en la temática que se desempeñen en organizaciones de todo tipo. Asimismo, todxs aquellxs que deseen incorporar herramientas para una adecuada visión estratégica e integrada de recompensas como parte de una propuesta de valor a lxs empleadxs”.
Incluso, en los cursos de posgrado, ofrece un “recuersero en lenguaje inclusivo” que “apunta a garantizar un marco de hospitalidad para quienes apuesten por prácticas de escritura que intenten dar visibilidad y generar una comunicación inclusiva del colectivo de mujeres, de las disidencias sexuales y de toda otra identidad invisibilizada o minorizada por el discurso corriente. Para ello se reconoce el uso opcional del lenguaje inclusivo en cualquiera de sus modalidades como un recurso válido, no obligatorio”.
La izquierda ha decidido tomar muy especialmente a las facultades de ciencias sociales como laboratorios para sus más extravagantes experimentos de formación militante, lo cual sería inobjetable si se tratara de institutos privados, pero resulta sencillamente inaceptable cuando de universidades financiadas con dinero aportado por los contribuyentes se trata.
En el caso de la UBA, además, resulta doloroso comprobar el daño que se le infringe a una institución otrora de bien ganado prestigio.
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