Correo de los Viernes - Daniel Vidart

Daniel Vidart

Sociólogo, antropólogo e intelectual de primera fila, Daniel Vidart marcó una época en la cultura uruguaya.

A los 98 años falleció Daniel Vidart, quien desde su página de Facebook venía anunciando, con elegancia y hasta con cierto humor, el inexorable final de su existencia.

Tuvo una larga y fecunda vida, marcada por los estudios sociales e históricos, y jalonada por una generosa bibliografía, iniciada tempranamente con una estupenda biografía de Tomas Berreta, de quien había sido secretario político y amigo. Vidart sirvió al Partido Colorado durante varias décadas, siendo posteriormente fundador del Frente Amplio.

La biografía de Berreta, de 1946, sigue siendo un texto fundamental para conocer a fondo la vida y la obra del arriero y chacarero que se convirtió en presidente. Vidart pasó, siendo joven, varios años muy cerca del caudillo, a quien conoció muy a fondo, por lo que el retrato que trazó tiene una gran fidelidad.

Dedicado al estudio sociológico de las cuestiones rurales –fue director del departamento de sociología rural del Ministerio de Ganadería y Agricultura– fue autor también de Esquema de una sociología rural y planificación nacional (1948), La vida rural uruguaya (1955), Sociología rural (2 tomos, 1959-1960), Regionalismo y universalismo de la cultura gallega (1961), Teoría del tango (1964), Los pueblos prehistóricos del territorio uruguayo (1965), Caballos y jinetes. Pequeña historia de los hombres ecuestres (1967), El paisaje uruguayo; el medio biofísico y la respuesta cultural de su habitante (1967), El rancho uruguayo (1967), El tango y su mundo (1967). La historia y el significado del carnaval, el mate, el juego, el tango y la música campera fueron algunas de sus obsesiones.

A su avanzada edad, Daniel era hasta hace pocos días un interesantísimo usuario de Facebook, utilizando las redes como un medio para divulgar el conocimiento y para exponer su enorme cultura en forma amena y atractiva. Solía resumir los principales aspectos estudiados en sus libros con enfoques didácticos y al alcance del gran público, en una tarea enaltecedora, en un tiempo en que las fake news y los ataques anónimos inundan y ensucian las redes. En las últimas semanas, sintiendo la cercanía de su final, había venido anunciándolo, pero sin drama, sino hasta con cortesía.

Vidart fue un gran investigador, pero a la vez un gran profesor, vertientes académicas que no siempre coinciden. Ejerció la docencia en Secundaria, como profesor de geografía, de sociología en el Instituto de Estudios Superiores y en el Instituto de Profesores Artigas y de antropología cultural en la Escuela Universitaria de Servicio Social. Ejerció también la docencia y la investigación en Chile y Colombia. Fue profesor y director del Departamento de Antropología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República.

Esa condición docente la protagonizó siempre con una actitud amable y sincera, abierta a la amistad y a la conversación. Recibía a sus amigos en sus ambientes rodeados de libros y de enormes bibliotecas y siempre sugería alguna lectura interesante o indicaba un libro imprescindible, con la vocación por el conocimiento que marcó toda su vida. Su rigor intelectual le llevó a precisamente a desprenderse de los comentarios sobre lo cotidiano, para elevar sus interpretaciones a los procesos de larga duración, a las tendencias históricas y culturales que predominan en la sociedad.

Su talante liberal y progresista le llevó algunas veces a mantener posiciones en solitario, a contracorriente, lo que no inhibía su natural vocación a mantener amigos en todos los partidos políticos, con quienes cultivaba sus lazos más allá de las discusiones sectoriales.

En 2014, y cuando ya tenía 94 años, se casó con Alicia Castilla, una argentina conocida por su lucha a favor de la legalización y el consumo del cannabis, quien lo acompaño hasta sus últimos días. Esa propia actitud daba cuenta de la forma en que Vidart encaró la vida, siempre con espíritu de innovación y de cambio.

El año pasado Vidart recibió el Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual 2018, una distinción que otorga el Ministerio de Educación y Cultura. La ceremonia se realizó en el Fortín de Santa Rosa, en Canelones, dado que Vidart vivía en ese balneario, a media cuadra del histórico edificio. Fue ese el último reconocimiento que Vidart recibió en vida.

Fui su alumno en el Instituto de Profesores y mantengo el recuerdo grato de sus clases, que eran a la vez profundas y amenas. Hasta hace poco intercedió a favor mío en una discusión que se generó en Facebook sobre Fructuoso Rivera, a quien yo elogié por su histórico decreto sobre la libertad de prensa y los antagonistas de siempre, ajenos al rigor histórico y predispuestos a la diatriba anónima, atacaron por el supuesto genocidio de los charrúas. Vidart zanjó la discusión, sentenciando que “le asiste razón a mi querido exalumno Luisito...” Además de que me provocó gracia que el viejo profesor me siguiera tratando como a un muchacho, lo resaltable de la crónica es que su intervención hizo que se finalizara la polémica.

Sentimos que con la muerte de Daniel Vidart desaparece uno de los últimos protagonistas del Uruguay del conocimiento y la cultura. Va a ser difícil que los nuevos tiempos nos arrojen intelectuales de su estatura y valor. Es como un tiempo que definitivamente se termina.

L.H.L.