Chile, a medio camino

Restando aún dos años para culminar su mandato, Gabriel Boric se encuentra exactamente a mitad de camino. Al respecto, compartimos a continuación una crónica de los académicos Diego Cagliolo y Aldo Cassinelli Capurro para el portal Infobae que analizan la realidad política chilena.

El pasado 11 de marzo, el gobierno del presidente Gabriel Boric cumplió 2 años desde que inició su mandato. Restando aún 2 años más para que lo culmine, se encuentra exactamente a mitad de camino, no solo temporalmente. Qué es lo que ha sucedido en este periodo y que se vislumbra para lo que resta de su gobierno es una pregunta que se plantean los chilenos y gran parte de la comunidad internacional.

Boric asumió con una de las más amplias mayorías desde el retorno de la democracia, considerando que en 2021 el voto aún era voluntario. Lo hizo liderando una alianza de extrema izquierda compuesta por el partido comunista y partidos de la denomina izquierda progresista.

El modelo de coalición de gobierno ha sido una práctica habitual en Chile en los últimos 30 años. Pero este en particular ha sido distinto ya que se trata de una coalición de coaliciones. Una combinación mediante círculos concéntricos donde en el primer círculo, el más cercano al primer mandatario, agrupa lo que se conoce como el Frente Amplio en alianza con el Partido Comunista y partidos progresistas surgidos básicamente al alero de las universidades y la calle. Por otro lado, lo que se denomina socialismo democrático, parte de la vieja Concertación que lideró el país durante 30 años y que hoy, a pesar de las críticas que una parte de la izquierda le hace, se unen para gobernar.

A dos años de ese triunfo, que había generado amplias expectativas sobre la base de impulsar profundas transformaciones estructurales en temas referidos a la educación, la salud, previsión social y relaciones del trabajo enmarcados en una reforma de los cimientos de la institucionalidad política, son escasos los logros que el gobierno puede exhibir, evidenciando una alarmante debilidad política y falta de liderazgo.

La derrota del gobierno tiene su origen prácticamente desde sus inicios. Inexperto, débil y sin músculo para la toma efectiva de decisiones no tuvo la capacidad de convertir las promesas en acciones de gobierno y apostó su suerte al resultado del proceso de la Convención Constituyente, envalentonado en aquel discurso que lo llevó a La Moneda. Sin embargo, a menos de seis meses de asumido, el resultado del plebiscito constitucional que era considerado un mandato ciudadano, su hoja de ruta y su programa de gobierno fue rechazado categóricamente por un 62% de la población, esta vez con voto obligatorio. Sin dudas, una de las peores derrotas electorales incluso reafirmada posteriormente, en mayo de 2023, cuando la oposición de derecha arrasó en la elección del nuevo Consejo Constitucional, un segundo intento reformador que solo terminó por profundizar la distancia de la política con la sociedad y que derivaría, luego del plebiscito de diciembre de ese año, en el abandono definitivo del sueño constitucional. Esto marcó un punto de inflexión en el país y un golpe directo del cual le ha sido complicado reponerse.

Las expectativas fueron radicalizando las posiciones de los chilenos. Según se desprende de los resultados que entregan los estudios de opinión, el principal motivo por el cual la población rechaza al presidente es la delincuencia e inseguridad con un 37%, en segundo lugar el manejo económico y el tercero es la mala gestión en términos generales con 23 y 21% respectivamente según la encuesta Cadem.

El incremento de la delincuencia, el narcotráfico, la inmigración ilegal y el crimen organizado aparecen como problemas sin control con hechos cada vez más violentos y una reacción por parte del gobierno que demuestra profundas diferencias internas para resolver este crítico problema.

La situación no es diferente en materia económica. En 2 años prácticamente no se ha crecido, la inversión se mantiene baja y la tasa de desempleo se empina por sobre el 8,9% a nivel nacional. En lo positivo, el control de la inflación destaca por sobre todo los indicadores. Aunque incluso ello no sea exclusivamente mérito propio del gobierno sino compartido con el Banco Central y su rol autónomo que cumple su mandato de estabilizar los precios como sucede en Perú y tanto se promueve en Argentina, cuando incendiarlo deja de ser una posibilidad.

Finalmente, la administración Boric no ha sido ajena a problemas de corrupción y malos manejos asociados a personas muy allegadas al presidente, algo que ha demostrado que cuando se trata de ambición y dinero no hay diferencias partidarias ni ideológicas.

Las dificultades de estos dos años al frente del gobierno han logrado atemperar la mirada de Boric respecto de la responsabilidad que significa llevar adelante el país y generar consensos y lo ha hecho reflexionar sobre actitudes del pasado. Cuando la actual coalición gobernante se encontraba en la oposición su actuar fue extremadamente duro con el gobierno del ex presidente Sebastián Piñera. Tanto es así que en el funeral de este último, ocurrido los primeros días de febrero, el actual presidente señaló que "durante su gobierno, las querellas y recriminaciones fueron en ocasiones más allá de lo justo y razonable", lo que da cuenta de un reconocimiento de lo ocurrido y podríamos decir también de un aprendizaje de lo que significa estar al mando del gobierno.

El 2024 inicia un nuevo ciclo electoral con el enfrentamiento de las distintas fuerzas políticas en las contiendas municipales y regionales para dar paso a la elección parlamentaria y presidencial de 2025. El espacio que le queda al gobierno en este segundo tiempo se hace cada vez más estrecho en su capacidad de imponer esa agenda transformadora que tanto gritó en las calles cuando era oposición y la cual hoy parece demasiado lejos de poder ser cumplida.

En una reciente entrevista con el diario El País de España con motivo de sus dos años al frente del país, Boric declaró que "la profundidad de los cambios que nos imaginamos fue a contrapelo de lo que quería la mayoría. Cambiaron prioridades y velocidades, pero no la dirección de nuestros principios". Sin embargo, hasta ahora su gobierno no ha sido capaz de definir una nueva agenda legislativa y propuestas de política pública para implementar esos principios. El tiempo se le acaba.




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