Correo de los Viernes - 100 años de Hierro Gambardella

100 años de Hierro Gambardella

El acto , organizado por la Secretaria de Patrimonio Histórico del Partido, a cargo de Armando Aispuro, se abrió con la ejecución del Himno del Partido, coreado con emoción por un público que desbordaba el tradicional patio. Hizo uso de la palabra el propio Aispuro, luego el Pro-Secretario General Dr. Robert Silva y, finalmente, cerró el acto el ex Presidente Sanguinetti, quien trazó una semblanza del ilustre político.

Lo ubicó como representante de una línea espiritual que arranca en Domingo Arena, se continúa en Baltasar Brum y pasa —entre otros— por Julio César Grauert, Justino Zavala Muniz, Enrique Rodríguez Fabregat, Pancho Forteza, Carlos W. Cigliuti, Amílcar Vasconcellos y Renán Rodriguez, estos tres últimos sus contemporáneos.

“Podríamos llamar a ese rumbo el cerno ideológico del Batllismo como liberalismo progresista y solidario”, subrayó Sanguinetti. O sea la matriz que e imprimió Batlle al viejo Partido Colorado, haciéndolo el vigoroso instrumento de transformación. La vieja colectividad liberal se impregnó entonces de la idea de la ampliación del rol del Estado a sus cometidos de garantía social.

En esa orientación, don Luis Hierro Gambardella militó adentro de la agrupación “Avanzar” dirigida por Julio César Grauert. Había venido de Treinta y Tres, donde su padre, Luis Hierro, había sido secretario del General Basilicio Saravia, trasladándose luego a Montevideo para hacer periodismo en el diario “El Día”. Fue luego Secretario de la Intendencia de Colonia, de donde proviene su amistad con María Freire y José Costigliolo, los grandes artistas concretos. Fue luego edil de Montevideo y diputado nacional. En ese carácter presidió dos veces la Cámara de Diputados, para pasar luego al Senado, donde se encontraba cuando el golpe de Estado de 1973. Tanto él como Vasconcellos marcaron a fuego el régimen que entonces se entronizó, señalando lo que fue la conducta del Batllismo, por oposición a la del Frente Amplio, que en febrero de 1973 intentó sumarse al desborde institucional.

Muy cercano a las instituciones culturales, integró la Comisión de Teatro Municipales, junto a Juan Carlos Onetti, con quien mantuvo una larga amistad. Tuvo el privilegio, siendo Embajador en España, luego de la restauración democrática, de entregarle a Onetti el Premio Nacional de Literatura, como sencillo desagravio de la República por la inicua persecución que le impuso la dictadura.

Fue un orador brillante y un periodista de preciso e inspirado lenguaje. En medio de la vulgaridad ambiente que hoy nos caracteriza, Hierro aparece como un personaje de otro tiempo, no porque sea antiguo sino porque su calidad está por encima de esa degradación de la palabra que estamos viviendo. Esa excelencia literaria produjo una obra poética breve pero inspirada y algunas memorables crónicas como las que evocaron a los personajes del viejo Café Barruci, reducto de la bohemia uruguaya de los años 30.

El Dr. Sanguinetti terminó su alocución aludiendo al romanticismo de Hierro, como estilo de vida, y a la relación personal que con él mantuvo a lo largo de toda su vida, aprendiendo de él, escuchando su consejo y manteniendo vivos los ideales fundaciones de nuestra colectividad. Lo definió como un ángel guardián, que veló siempre por su carrera política con paternal afecto.