PROCRIA, equivocado antídoto para la limitación de exportación de ganado en pié

Por Tomás Laguna

El Poder Ejecutivo, desde el MGAP, viene anunciando con cierta grandilocuencia un programa de apoyo a la cría ganadera. ¿Cuál es el valor para el criador de aquel ternero marginal que justifique aumentar complejidad y consecuentes costos en el manejo? Si hay razones para producir esos terneros marginales que nos permitan aproximarnos al 80% de marcación, estos seguramente vendrán de la demanda agregada por exportación en pié, la que el ministro quiere limitar.

Por cierto que programas con similares motivaciones ya se han llevado a cabo en la historia de nuestra ganadería. Fuera en el marco de los objetivos propios del Plan Agropecuario o bien como programas independientes. En todos los casos con justificaciones similares, aumentar la producción. Se parte de la premisa de que existe tecnología generada para incrementar la productividad de las empresas ganaderas, la cual es rentable si se la aplica en forma adecuada. Se ha dicho que el productor ganadero no carece en absoluto de las habilidades necesarias para ello pero no siempre tiene la capacitación requerida. Ocurre además que la producción ganadera, desde que depende de ciclos biológicos extendidos en el tiempo, no tiene la capacidad de responder con resultados inmediatos a la innovación tecnológica. Esto puede generar cierta desmotivación para aquellas decisiones de costo inmediato y retorno diferido e indefinido, desde que estos resultados son a puro riesgo de mercados y clima. Consideraciones que afectan en particular al productor chico, al que se suele denominar familiar. Es así que el apoyo desde el Estado a estos procesos de adopción de tecnología resulta imperativo bajo dos premisas, la necesidad del país de ser competitivo productivamente y por cierto el objetivo social de que no sea la escala y consecuente concentración de la tierra el argumento para solucionar esta competitividad. Argumentos estos últimos que no entran en la consideración de los libertarios, hoy tan de moda con su profeta del otro lado del río. Para estos últimos, quien no sea capaz de ser eficiente en la gestión de sus recursos productivos que deje el lugar a otro...

En la segunda mitad de los noventa la ganadería vacuna vivía un proceso de dinámico optimismo. Por un lado la demanda agregada de la exportación de ganado en pié, que comenzaba a operar desde su cercana aprobación en el tiempo (Decreto 457/992). Por otro el status sanitario logrado, país libre de aftosa sin vacunación, que abría una enorme expectativa en el acceso a nuevos mercados. Expectativa dramáticamente sepultada cuando el brote aftósico del año 2001. Situación que luego se recompuso y con creces, meritorio logro en el gobierno del Dr. Jorge Batlle. El hecho que nos ocupa refiere a aquel optimismo de la 2da década de los noventa cuando el desafío era como lograr un incremento en la producción que respondiera a aquellas exceptivas. En declaraciones a El País Agropecuario (marzo de 1998) el entonces Presidente de la República, Dr. Julio María Sanguinetti, sentenciaba “Desarrollar la capacidad de vivir mejor no es posible si no producimos más”. Por entonces el Plan Agropecuario estrenaba nueva institucionalidad, su Director de la Unidad de Extensión, el Ing. Agr. Hugo Durán, expresaba: “La economía no crece porque se hagan más praderas o se vendan mas tractores, la economía crece si estas praderas y tractores se utilizan bien”, a lo que agregaba “Que se sepa que la tecnología existe no quiere decir que se sepa utilizar”.

Fue en este escenario de hace ya 30 años que el Dr. Sanguinetti, en su 2da presidencia, instrumentó un estratégico programa en apoyo a productores ganaderos pequeños y medianos. El Programa Nacional de Desarrollo Ganadero (PRONADEGA), con apoyo de la GTZ, agencia de cooperación alemana, utilizó la dinámica de grupos con asistencia técnica en común para organizar a los productores ganaderos. El programa procuraba no solo resultados productivos sino que también tuvo un fuerte componente social dirigido a fortalecer la comunidad de productores rurales y sus familias. El programa tuvo impacto no solo en los beneficiarios directos sino también en su región de influencia. Inicialmente se atendió la región sur, este y noreste del país para luego tener una fase expandida en el norte. Concomitantemente el Plan Agropecuario implementaba el programa de difusión “Vaca 4”, ambiciosa propuesta por la cual se procuraba que el ganadero, mediante distintas medidas de manejo, pudiera llevar a la vaca de cría al estado corporal conocido como “4”, condición necesaria para que quedara preñada. Esta promisoria época de nuestra ganadería merecería un estudio por separado, tiempos que lamentablemente quedaron sepultados tras el quiebre sanitario del 2001.

¿Qué separa la actual ganadería de aquella de hace 30 años (la del PRONADEGA y el Vaca 4)? Por entonces un rodeo que oscilaba en los 10 millones y medio de cabezas, dónde el 33% eran vacas de cría, el 25% novillos en sus tres categorías (de más de 3 años, 2 a 3, y sobreaños). En el rodeo actual, con un millón cien mil cabezas más (según especialistas del Plan Agropecuario este año aumentará aún 200 mil cabezas de confirmarse los más de 3 millones de terneros nacidos) las vacas de cría (la máquina de producir) representan el 36% del rodeo mientras que los novillos no llegan al 20%. Esto implica que hoy el rodeo tiene mayor base criadora (más vacas de cría, la máquina de producir), dónde el alto nivel de extracción explica la menor existencia de novillos. Pero más aún, sobre la totalidad de novillos, aquellos de más de 3 años bajaron su participación relativa del 25% al 18% mientras que la novillada joven (1 – 2 años) aumentó del 37% al 52% (no solo mayor extracción, sino también mejor calidad del producto a faena). En resumen, en 30 años la estructura del rodeo se tornó más eficiente, esto es más productiva. No obstante, si bien la existencia total de terneros declarados sobre las vacas de cría evolucionó en 30 años de un 59% al 69%, la capacidad de reposición del rodeo sigue estando lejos del potencial biológico alcanzable.

¿Estos datos justifican un nuevo programa de apoyo a la cría? Más allá de que las tareas de difusión y extensión deben ser permanentes, la ampulosidad del nuevo programa anunciado parece responder más a razones políticas que a los requerimientos de la actual muy competitiva ganadería vacuna. La estructura del rodeo ya se ha adaptado productivamente acomodándose a una extracción creciente (faena y exportación en pie). La producción de terneros en función de las vacas de cría no será a criterio del MGAP sino la que surja del buen criterio práctico y de costos por parte del productor ganadero. ¿Cuál es el valor de un ternero marginal que justifique aumentar complejidad y consecuentes costos en el manejo? Si hay razones para producir esos terneros marginales que nos permitan aproximarnos al 80% de marcación, estos seguramente vendrán por su mayor valor a partir de una demanda firme y predecible, dónde resulta estratégica la posibilidad de exportar ganado en pié. Lo que el ministro quiere limitar...