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El oficialismo no tiene la Intendencia de Montevideo ganada: la clave está en Vicky Cáceres

Falta poco para el 11 de mayo y en Montevideo, pese a lo que repite como un mantra la dirigencia frentista, no hay nada asegurado. La carrera por la Intendencia está abierta, viva, y cada día que pasa se le escapa un poco más al Frente Amplio la posibilidad de transformarla en un simple trámite. No lo decimos nosotros: lo dice la realidad, lo confirman los números y lo siente la ciudadanía en cada pozo, en cada vereda rota, en cada esquina con un contenedor desbordado.
Un reciente estudio de Opción Consultores deja las cosas claras: la gestión departamental recibe hoy, por primera vez desde que el Frente gobierna Montevideo, un saldo evaluativo negativo. Sí, leyó bien: los que aprueban son menos que los que desaprueban. Un 38% califica como mala o muy mala la gestión frenteamplista, mientras que apenas un 29% la considera buena o muy buena. Un desplome que tiene una causa clara: limpieza, limpieza y limpieza. O, mejor dicho, su ausencia.
Es allí donde la Coalición Republicana tiene la llave. Porque el descontento existe y crece, pero necesita canalizarse en una alternativa creíble, visible y convincente. Y esa alternativa tiene nombre y apellido: la Coalición con Virginia Cáceres. O, como muchos la conocemos en el Partido Colorado, simplemente Vicky. Una mujer joven, con formación técnica, experiencia administrativa sólida, y una historia política forjada en la militancia y no en los despachos. Conoce los barrios, caminó las calles, vivió las carencias de una ciudad gobernada por el mismo partido hace más de tres décadas.
Que nadie se confunda: esta elección no es un trámite para el Frente Amplio. Otra encuesta reciente de la consultora antes citada muestra que la Coalición Republicana ya se encuentra a solo cinco puntos del Frente (46% contra 41%), y que ha crecido siete puntos en los últimos dos meses. Mientras tanto, la izquierda solo subió tres puntos. Los indecisos se reducen y ese caudal fluyó, en su mayoría, hacia la oposición. El desgaste frentista se siente. La hegemonía ideológica que supieron construir en la capital comienza a agrietarse.
Y es allí donde Vicky puede marcar la diferencia. ¿Cuál es el talón de Aquiles? El desconocimiento: el 58% de los montevideanos aún no la identifica. Pero eso también es una oportunidad: hay margen para crecer, para aparecer, para convencer. Bergara y Lema empatan en conocimiento y voto. Pero el diferencial de Cáceres está por construirse. Esa es la batalla que hay que dar: mostrar a la candidata, explicar sus ideas, subrayar su estilo, demostrar que hay otra manera de gobernar Montevideo. Que no todo es ciclovías pintadas a apuro, esculturas mal ubicadas y basura que decora esquinas emblemáticas.
Mientras tanto, el frentismo se enreda en sus contradicciones. Por un lado, y como analizamos en nota aparte, lanza candidaturas “refundacionales” como si acabaran de llegar al poder, olvidando —o pretendiendo que el votante olvide— que llevan 35 años al mando de la Intendencia. Por el otro, apela a la campaña del miedo, sugiriendo que una victoria de la oposición sería una catástrofe para la ciudad. ¿No será que temen perder un bastión que han convertido en ministerio partidario?
La evaluación de gestión es elocuente: un 57% de los montevideanos pide, como prioridad, que se mejore la limpieza. ¿Qué ha hecho el Frente Amplio en los últimos cinco años al respecto? Nada sustancial. Los contenedores siguen saturados, las veredas siguen rotas, los barrios siguen olvidados. Y la gente, simplemente, está harta. Porque es muy fácil hacer conferencias sobre “ciudades más igualitarias” mientras la basura se acumula al costado de las escuelas.
El Frente Amplio parece no entender que el “relato progresista” ya no alcanza para tapar la realidad. Los votantes están empezando a hacer una distinción cada vez más clara entre lo que se dice y lo que se hace. Y mientras el Frente sigue recitando eslóganes, Vicky Cáceres puede y debe hablar de soluciones. Con propuestas concretas, sin estridencias, pero con firmeza. No se trata de prometer revoluciones, sino de poner en orden lo que está desordenado, de limpiar lo que está sucio, de iluminar lo que está oscuro.
La Coalición Republicana tiene una oportunidad histórica. Y el Partido Colorado tiene en Vicky a una candidata que representa lo mejor del batllismo moderno: gestión, compromiso, sensibilidad social y sentido común. El frentismo, en cambio, tiene una gestión desgastada, una candidata que reniega de su propio legado y una ciudad que ya no les cree. Si seguimos avanzando, si Cáceres se vuelve conocida, si logramos movilizar ese voto crítico, la sorpresa del 11 de mayo será una posibilidad real.
La Intendencia no está ganada. Y mucho menos por una izquierda que, por primera vez en décadas, enfrenta una ciudadanía que ha dejado de aplaudir y comienza a preguntar: ¿para esto querían gobernar? ¿Para esto pidieron cinco años más?
La esperanza tiene nombre: se llama Virginia Cáceres. Y todavía estamos a tiempo.
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