En su desesperado intento por revertir la tendencia favorable hacia la LUC, el Frente Amplio ha decidido cruzar todos los límites aceptables en un intercambio político civilizado. No sólo miente, como es habitual, sino que lisa y llanamente acusa al gobierno de provocar la muerte de sus compatriotas. El martes pasado, un hombre de 72 años mató a otro de 27 en un confuso episodio. Según la información que circuló en prensa, el anciano disparó contra el joven, que se encontraba arreglando unos cables en el techo de una vivienda lindera, al confundirlo con un delincuente.
Por desgracia, no es la primera vez que en nuestro país se da un hecho de estas características. Uno de los casos más sonados, por la conmoción que generó en su momento, sucedió en 2011, cuando un hombre mató a su hija de un disparo en circunstancias similares.
Únicamente una mente retorcida y malintencionada podría acusar al gobierno de turno de provocar una desgracia como las reseñadas. Y así fue, como dirigentes y legisladores del Frente Amplio no demoraron ni un día en vincular la LUC con el penoso homicidio.
El senador emepepista "Pacha" Sánchez fue el encargado de comenzar el trabajo sucio. "No se trata de una campaña, se trata de la vida de la gente. Parte de la LUC y varios de sus impulsores promueven discursos peligrosos, que incitan el odio y no solucionan los problemas de seguridad, al contrario, los agravan", posteó en redes sociales compartiendo la noticia a la que aludimos antes.
Como analizamos en nota aparte, el domingo, en un programa de televisión, Sánchez había asegurado que ampliar las dependencias del hogar donde se puede ejercer la legítima defensa (balcones, terrazas, azoteas, parrilleros, barbacoas, jardines, garajes y cocheras), como hace la LUC, es "excesivo" ya que un ladrón puede estar en nuestra terraza para robarle al vecino y no a nosotros. Un despropósito por donde se lo mire.
Aunque los frenteamplistas han pretendido vincular el hecho noticioso con los ridículos dichos de Sánchez en televisión, nada tiene que ver. La LUC permite utilizar la legitima defensa para proteger nuestro hogar y sus dependencias, pero no habilita a que un vecino dispare, como en el caso, hacia una vivienda lindera.
En el mismo tono que Sánchez, se manifestó su compañero de sector y uno de los responsables directos de la debacle de la seguridad pública en la era Bonomi, Charles Carrera. El exdirector general del Ministerio del Interior y actual senador sostuvo: "Los mensajes equivocados que se consagraron en la LUC se cobran vidas inocentes. La convivencia en jaque a partir del miedo y la desconfianza".
Como no podía ser de otra manera, el que también se expresó fue el candidato preferido de los frenteamplistas y ex Pit-Cnt, Fernando Pereira. En un claro intento por ganarse a la tribuna radical, Pereira aseguró: "Cuando usted exacerba el discurso de que la propiedad privada por pequeña que sea pasa a ser más importante que la vida, pasan hechos de este tipo. Sé que la LUC invita a la defensa de la propiedad a través de la violencia, y esto en sí mismo es una señal negativa a la sociedad".
De ser como manifiestan los iluminados dirigentes frenteamplistas, cómo explican los casos similares que ocurrieron sin la LUC y durante sus propios gobiernos. Sus argumentos no soportan el más mínimo análisis. Pero, como es obvio, poco les importa. La idea es golpear al gobierno con lo que sea. Y si no hay nada, lo inventan.
No nos sorprende. Son los mismos que en plena pandemia no dudaron ni un minuto en partidizar la muerte, intentando explotar electoralmente el dolor de quienes perdieron a un ser querido en tan difíciles circunstancias. En ese momento hablaban de "muertes evitables" y un "gobierno genocida", hoy acusan a la LUC de provocar asesinatos y antes, cuando la coalición aun no era gobierno, habían vinculado la campaña "Vivir sin miedo", dirigida por el extinto exministro Larrañaga, con el asesinato de un grafitero -muerto a manos de un vecino que lo confundió con un delincuente.
Las temáticas son distintas, pero la estrategia es la misma. Siempre tienen espacio para una nueva inmoralidad. En fin, la política del carancheo...