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¡Háganse cargo!

El cinismo que maneja el Frente Amplio -y sus satélites sindicales y sociales- resulta intolerable. Piden reducir la movilidad y se movilizan. Dicen que hay que acabar con las aglomeraciones y no votan la Ley que se propone a esos efectos. Un día convocan a una marcha y al otro exigen seguir las recomendaciones del GACH. Quieren que nos unamos y fomentan la división. Ya no más, ¡háganse cargo!

Lamentablemente, aquellos que en marzo de 2020 organizaron un "caceroleo" en contra de un gobierno que se estrenaba en tal difíciles circunstancias, no han cambiado de actitud. Si no se toman medidas, se quejan; si se toman, se quejan. Si no se anuncia la llegada de vacunas, se quejan; cuando se anuncia, se quejan. Si se cierran las fronteras, se quejan; si se abren, se quejan. Y así, con todo, todo el tiempo y durante todo el año.

El último capítulo de esta bochornosa serie se desarrolló hace pocos días. Como analizamos en nota aparte, el Presidente Lacalle Pou anunció medidas más duras, tras el ingreso de la llamada "cepa PI" a nuestro país. El Frente Amplio, que desde la semana pasada solicita acciones "drásticas" y "urgentes", sin aclarar cuáles son y cómo deberían implementarse, se mostró desconforme.

El Senador Alejandro "Pacha" Sánchez, por ejemplo, escribió en sus redes sociales luego de los anuncios del gobierno: "Ahora se puede ir al bar o al shopping, pero no a la escuela". ¿Esta es la "mano tendida" que dice tener el Frente Amplio? ¿Quiénes se opusieron, en abril de 2020, al inicio de la presencialidad en las Escuelas Rurales? ¿Quiénes argumentaron, en febrero de 2021, que no estaban dadas las condiciones para la presencialidad? ¿Quiénes no se vacunaron a pesar de ser priorizados? ¿Acaso es culpa del gobierno que haya más brotes en la educación que en los comercios?

Esta actitud desleal, que queda de manifiesto en los dichos de un Senador de la República, es la que ha guiado el accionar de la oposición -política, social y sindical- desde el inicio de la pandemia. Pero, lamentablemente, no es solo una cuestión de palabras. En los hechos, el Frente Amplio y sus satélites han intentado, por todos los medios posibles, que al gobierno le vaya mal.

Comenzaron solicitando una "cuarentena general obligatoria" que ahora niegan; mandataron a sus directores de salud pública a renunciar en plena pandemia; intentaron sembrar dudas sobre las cifras que, día tras día, anuncia el gobierno; pidieron una "renta básica", que siguiéramos las recetas del Fondo Monetario Internacional y hasta que se gastasen las reservas del Banco Central.

Aunque acusaron a la coalición de "aislarlos" por no querer implementar su combo suicida, se dieron cuenta que el camino escogido por el gobierno fue el correcto, como luego demostró el fuerte apoyo de la ciudadanía y el reconocimiento internacional. Fue en ese momento que empezó el verdadero sabotaje.

Paseos a cielo abierto, marchas, paros y movilizaciones. La pandemia desapareció del discurso y la praxis frenteamplista durante más de ocho meses. Se aglomeraron frente a la Torre Ejecutiva; marcharon hacia el Palacio Legislativo; se concentraron bajo falsas consignas durante semanas; y asistieron en masa a dos marchas multitudinarias, como la de los mártires estudiantiles y la de la diversidad.

Cuando la situación comenzaba a deteriorarse, en noviembre, el Frente Amplio lanzó una ofensiva brutal contra la Policía por un operativo realizado en Plaza Seregni donde más de 200 personas se aglomeraron sin respetar las medidas sanitarias. Ese mismo mes, el Ministerio de Salud Pública multó al Partido Comunista del Uruguay por organizar un acto multitudinario en el Velódromo Municipal con motivo de su centenario. Finalmente, el Presidente Lacalle Pou se vio obligado a comunicarse personalmente con distintos dirigentes frenteamplistas para exhortarlos a no realizar un "festival" de un comité de base que tenía como oradores principales a Carolina Cosse, Yamandú Orsi, y Óscar Andrade.

Como si nada de esto hubiese pasado, ante el agravamiento de los contagios en diciembre, el Frente Amplio volvió a la carga con su "discurso responsable" y su reiterativo pedido de "medidas urgentes" y "renta básica". Sin embargo, ante la propuesta de reglamentar el artículo 38 de la Constitución para suspender las aglomeraciones que generen riesgo sanitario, el Frente Amplio decidió decir que no.

Según argumentaron en ese momento, hacer lugar a la propuesta del ejecutivo era abrir "una puerta muy peligrosa para la democracia". Esta insólita argumentación, proveniente de los mismos que pedían a gritos una "cuarentena general obligatoria", fue acompañada por una propuesta alternativa en la que se solicitaba que fuese el cuerpo inspectivo del Ministerio de Salud Pública -y no la policía, como proponía la coalición- el que se encargara de controlar las aglomeraciones.

Sin nada que aportar, y luego de la estabilización de los contagios a pesar de la movilidad del verano, comenzaron a poner en duda la llegada de las vacunas. Ante una nueva derrota, se concentraron en criticar las fallas en el sofware de agenda, sin reconocer que Uruguay, en pocas semanas, se convirtió en uno de los países del mundo que más vacunas aplica, pese a que uno de los sindicatos de la salud anunció que no haría campaña en favor de la vacunación.

Con los contagios nuevamente en ascenso, volvieron a reclamar medidas "drásticas" y "urgentes". Sin embargo, nuevamente, se negaron a votar la extensión del plazo de la Ley que prohíbe las aglomeraciones. En esta oportunidad, las excusas fueron aún más absurdas. Algunos argumentaron en contra debido a la supuesta "ineficacia" de la medida; otros dijeron que extender el plazo de la medida era una "provocación" del gobierno para con los colectivos feministas; y finalmente, el mismo legislador que citamos al comienzo dijo que "casualmente" la extensión coincide con los plazos para la recolectar firmas en contra de la LUC.

Mientras seguían pidiendo medidas urgentes, a pesar de no apoyar las propuestas del gobierno, muchos de los militantes, dirigentes y legisladores del Frente Amplio llamaron a participar -y participaron- de la movilización del 8M, en la que se produjeron enormes aglomeraciones y se atentó contra la prensa por querer filmar las mismas; o sea, por hacer su trabajo.

En paralelo, los dos intendentes frenteamplistas de la zona metropolitana, una de las más afectadas del país, siguieron sin predicar con el ejemplo. En el caso del Intendente Orsi, autorizando una actividad multitudinaria en el Teatro de Verano de Parque del Plata -en la que actuó un músico, dos murgas y una cuerda de tambores- con el objetivo de lanzar la campaña de recolección de firmas para dejar la LUC. En el caso de la Intendente Cosse, haciendo la vista gorda ante las movilizaciones, los "ramblazos" y los tamboriles.

Va siendo hora de que el Frente Amplio y sus satélites sindicales y sociales se hagan cargo del triste papel que vienen cumpliendo desde el inicio de la pandemia.

Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.